Fabiola Barrera| Agencias.- Como Edwin Aular de 24 años y Jorge Noguera de 25 fueron identificados los jóvenes que aparecieron sin vida el pasado 4 de diciembre debajo del Puente Internacional Simón Bolívar, tras unos minutos de disparos en la madrugada de ese día y que fueran reportados por los vecinos de la zona.
En las afueras de Medicina Legal, en Cúcuta, se encontraban los familiares de ambos, haciendo las diligencias respectivas para reclamar los cuerpos y darles cristiana sepultura.
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Vale recordar que los hoy occisos tenían las manos atadas por la espalda y presentaron múltiples impactos de bala a la altura de la cabeza, así como sus ropas mojadas, por lo que las autoridades colombianas no descartan que hayan sido obligados a cruzar el Río Táchira antes de darles muerte.
María Quintero, madre de Edwin llora desconsolada por la muerte de su hijo. Oriundos de Valencia, estado Carabobo asegura que su hijo tenía problemas de droga y en Venezuela estuvo preso unas cinco veces por robo, por lo que es posible que su conducta haya sido lo que le costó la vida.
"A sus 14 años lo detuvieron y lo llevaron a un centro de menores, pero el papá se las ingenió para retirarlo. Ahí fue el primer error" dijo la mujer.
A María la noticia de la muerte de su hijo le llegó el viernes, pero no creyó. Pues no era la primera vez que le decían que habían asesinado a su hijo. "Por eso cuando mi hija me contó yo le contesté 'ay, deje la jodedera. Deje ese cuento ya', pero esta vez me tocó vivirlo", contó.
Edwin estaba trabajando en San Antonio era padre de dos hijos, de 8 años y otro de solo meses de nacido y se desempeñaba como trochero y corre carros. Varias veces le imploró que dejara la mala vida, pero nada pudo hacer.
Por su parte, la familia de Jorge Alberto, el otro asesinado, llegaron desde Maracay, estado Aragua para reclamar el cuerpo. El infortunado tenía tres años en la frontera, donde trabajaba como asesor de viajes y trochero.
"Nos hemos venido caminando desde Alejandría, donde nos dejó un carro y empezamos a preguntar cómo llegar y acá estamos para lograr reclamar su cuerpo. Solo queremos darle cristiana sepultura, pero no tenemos ni un solo peso ni para comer", dijo una tía del joven, quien contó que se enteraron de la muerte por una llamada que recibieron de la compañera sentimental del joven.
Aseguran que el joven era quien llevaba el sustento a su familia y nunca hizo referencia a amenazas en su contra. Noguera estaba residenciado en La Invasión y antes de venirse de su natal Maracay, trabajaba en una empresa como operario de empaque.
Con información de La Opinión.
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