María Cárdenas | La Prensa del Táchira.- Marta Hurtado, una ciudadana de San Cristóbal, guarda en su memoria una historia de fe, un suceso que define como un milagro que ocurrió hace más de 30 años, selló para siempre su devoción.
La historia se remonta cuando su pequeña hija fue diagnosticada con un tumor en el brazo. La desesperación llevó a la familia a diferentes hospitales, el diagnóstico, era siempre desalentador, puesto que la niña corría un alto riesgo de perder el brazo y lo más probable que la amputación fuera la única solución.
"Todos los médicos nos decían que había que amputarle el brazo", aseguró la señora Marta. Ante este panorama, le rogó con fervor a José Gregorio Hernández, pidiéndole que intercediera para salvar el brazo a su pequeña.
Finalmente, cuando el día de la cirugía llegó, los médicos le advirtieron antes de la operación la posibilidad de la amputación. Mientras la pequeña se encontraba en el quirófano, la mujer relata que vio a un hombre salir de la sala de operaciones, un médico vestido con el característico traje de José Gregorio Hernández. El hombre, con serenidad, le hizo un gesto de asentimiento con la cabeza.
"Yo pregunté quién era ese doctor, pero me dijeron que nadie había salido del quirófano" contó la señora Marta. Pocas horas después recibió la noticia de que la operación fue un éxito y el brazo de su hija había sido salvado.
Convencida de que fue el propio José Gregorio Hernández quien intervino en la cirugía, Marta Hurtado ha mantenido viva su gratitud. Desde aquel suceso. Hace más de tres décadas trata de visitar Isnotú con regularidad, donde dejó una placa en agradecimiento por el milagro concedido.
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