María Cárdenas | La Prensa del Táchira.- El 17 de octubre de 1973 el Mercado Libre de Santa Ana ya se encontraba ajetreado, los comerciantes y vendedores realizaban los últimos preparativos para abrir sus locales al público, cuando a eso de las 5 de la madrugada tres detonaciones rompieron la rutina y un conocido carnicero cayó sin vida en uno de los pasillos.
La Policía Técnica Judicial (PTJ) llegó rápidamente al lugar para investigar lo ocurrido. La víctima, un hombre de 26 años, conocido ampliamente en el lugar puesto que desde hace más de 13 años trabajaba como "matarife" en una de las carnicerías. El joven había muerto tras recibir tres disparos, dos en el cuello y uno en el pecho. Los testigos del lugar explicaron a los oficiales que el culpable era su propio patrón, quien había huido del lugar tras detonar el arma.
Tras consultar a diferentes testigos, los oficiales consiguieron comprobar que efectivamente el victimario era el dueño de la carnicería y patrono del joven "matarife", que al parecer decidió acabar con la vida del muchacho después de que este le confirmara que iba a renunciar.
La madre del joven asesinado contó a los oficiales que desde hacía varios meses su hijo estaba siendo víctima de maltrato por parte de su jefe, con quien llevaba trabajando más de 13 años. El "matarife", cansado de los malos tratos, decidió laborar hasta ese mes de octubre, incluso ya tenía algunas ofertas en otras carnicerías. Testigos que presenciaron el altercado contaron a los oficiales que desde que llegaron al mercado el joven y su patrón se encontraba discutiendo, incluso el victimario amenazó al joven con que si renunciaba no iba a permitir que volviera a encontrar trabajo en Santa Ana, a lo que el joven le contestó que ya tenía un trabajo asegurado por lo cual el hombre perdió la razón y desenfundó su revólver y lo accionó en tres ocasiones.
El joven herido de muerte alcanzó a caminar algunos pasos por uno de los pasillos hasta que finalmente se desplomó, muriendo en ese mismo lugar. Por su parte su patrón escapó, pero unos días después se entregó a las autoridades alegando que lo había hecho en defensa propia y además negó pagarle dinero a los familiares de la víctima, puesto que aseguraba que el joven solo llevaba dos meses trabajando con él.
A pesar de esto la madre del joven se presentó en la comisaría con las pruebas de que su hijo había trabajado en esa carnicería durante más de 13 años y el dinero reclamado era solo para ayudar a la viuda y los tres hijos que dejó el joven matarife.
Finalmente el victimario fue juzgado y condenado por el cruel asesinato del joven en Santa Ana.
Los datos de esta historia se encuentran resguardados en la Hemeroteca Estadal "Pedro Pablo Paredes", ubicada en la sede del Liceo Alberto Adriani en San Cristóbal.
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