María Cárdenas | La Prensa del Táchira.- El parque Río Torbes guarda entre sus caminerías una oscura leyenda, el espectro de un pequeño niño merodea en sus alrededores buscando víctimas incautas para llevarlas hasta lo profundo de las aguas del imponente Río Torbes.
Diana cuenta que durante los primeros años del parque, este era muy concurrido, especialmente a finales de la tarde. Recuerda que como ella vivía muy cerca del parque, solía jugar junto a sus amigos hasta altas horas de la noche. Cuando tenía alrededor de 14 años se encontraba vigilando a su pequeña hermana mientras se divertía en el parque. Diana reposaba en una de las cabañas mientras estudiaba para uno de sus exámenes y cada tanto levantaba la cabeza para ver a su hermanita, quien jugaba sola en el tobogán. Pasadas las seis de la tarde, la niña aún jugaba y Diana estaba concentrada en sus libros, cuando unas risas la sacaron de sus libros, un niño pelirrojo, pálido y muy delgado jugaba con su hermanita.
Divertida y un poco extrañada, puesto que Diana nunca había visto a ese extraño niño, además no había adultos cerca, por lo que parecía haber llegado solo. Diana comenzó a prestarle atención a su hermana y al extraño compañero de juegos. Ambos niños parecían divertirse, pero el pequeño pelirrojo era muy extraño, se movía con gran agilidad por el parque. Esto inquietó a Diana, quien sintió que ya era hora de volver a casa. Desvió la mirada un momento de los niños para recoger sus cuadernos y cuando la levantó notó que ninguno de los niños estaba.
Llena de terror, Diana comenzó a correr por todo el lugar buscando a su hermana; sin embargo no la hallaba por ningún lado cuando, de pronto, un lloriqueo llamó su atención. En el borde del río se encontraba su hermanita llorando. Cuando Diana llegó a su lado y le preguntó qué hacía ahí, la pequeña le explicó que aquel niño la había invitado a jugar a su casa que se encontraba en el interior del río, y que allí había caramelos y podían jugar por siempre, pero la niña se llenó de terror al ver las aguas y no quiso adentrarse al río, por lo que comenzó a llorar.
Diana asustada del suceso comenzó a mirar hacia todos los lados, puesto que temía que aquel niño extraño se hubiera metido al río, sin embargo, quedó paralizada al mirar al otro lado del río y ver que con una sonrisa espeluznante se encontraba aquel niño como una figura irreal. El pequeño a pesar que le faltaba una pierna, brincaba hacia todos lados de una manera antinatural; para su horror, el pequeño comenzó a dirigirse hacia ellas caminando sobre las aguas del Río Torbes, Diana tomó a su hermana y abandonó el lugar a toda prisa, mientras corría podía escuchar las risas del niño a sus espaldas.
Muchas personas a lo largo de los años aseguran que han visto aquel niño. Algunos dicen que es el espíritu de un niño ahogado en las aguas del río, otros aseguran que se trata de algo mucho más maligno que se esconde en el Torbes.
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