Habitantes de la zona aseguran que extrañas luces se ven en lo profundo de la montaña

Crédito: Karen Roa

Habitantes de la zona aseguran que extrañas luces se ven en lo profundo de la montaña

El Chorro El Indio guarda el misterio de las luces sobrenaturales 

María Cárdenas | La Prensa del Táchira.- En lo profundo del parque Chorro El Indio, oscuros y tenebrosos misterios se esconden. Habitantes de la zona aseguran que extrañas luces se ven en lo profundo de la montaña, muchos evitan mirarla puesto que si se observan por demasiado tiempo las personas tienden a perder la razón y adentrarse a la montaña para más nunca volver.

Antonio tenía 23 años, iniciaba su trabajo a la una de la tarde y finalizaba su horario entradas horas de la noche. Una de aquellas largas jornadas, Antonio que vivía en una humilde casa a solo metros del Chorro El Indio, volvía del trabajo; parte del tramo tenía que caminarlo ya que un compañero solo lo acercaba hasta la entrada de la Nevada. 

El joven estaba acostumbrado a realizar estas largas caminatas, incluso las encontraba placenteras, durante años había escuchado cientos de historias de fantasmas en la montaña, pero solo le parecían inventos para asustar a los niños. Mientras caminaba el ambiente del lugar fue cambiando, no se escuchaban animales y se sentía observado.

Antonio comenzó a acelerar el paso cuando de pronto vio aquellas luces extrañas, alumbraban en un lúgubre tono amarillento, se movían entre los árboles, el joven pensó en un momento que podrían ser luciérnagas, pero aquella luz era tan grande que era imposible que fuera emanada por algún insecto. 

El nerviosismo y el miedo se apoderaron de Antonio quien comenzó a correr como si escapara de algo, pero sin saber de qué. En algún punto del tramo el joven se detuvo cansado y jadeante, miró hacia atrás y hacia los árboles buscando las luces, pero no vio nada. Cuando estaba decidido a reanudar su camino, a solo unos pocos metros, vio la silueta de un hombre,. Debido a lo espeso de la neblina no podía distinguir de quién se trataba. Antonio se llenó de tranquilidad, pues era muy común encontrar a vecinos que volvían del trabajo a altas horas de la noche

El joven caminó detrás del hombre siguiendo la carretera, pero a pesar de que Antonio aceleró el paso no conseguía alcanzarlo. La caminata después de ser frenética se tornó muy tranquila, incluso Antonio comenzó a sentir mucho sueño y lo único que esperaba era llegar a casa para dormir un poco. 

Antonio casi adormilado siguió caminando cuando de pronto sintió como alguien lo batuqueó con fuerza y lo tiró al suelo. Salió de ese estado adormecido y empezó a buscar a su atacante cuando lo logró distinguir. Vio que se trataba de Don Carlos, un anciano muy amigo de su abuelo. El hombre seguía moviéndose con brusquedad y repitiendo su nombre hasta que Antonio reaccionó y le reclamó su actitud agresiva. Don Carlos lo miró perplejo y le pregunto "muchacho por qué caminas como un loco hacia la montaña", Antonio miró a su alrededor y notó que no había carretera, sus ropas estaban llenas de barro y sentía un frío inmenso en todo su cuerpo.

El joven no supo qué contestar, pero el anciano lo ayudó a levantarse y comenzaron a caminar para volver a la carretera. Antonio vio horrorizado lo mucho que se había desviado del camino, tardaron al menos unos treinta minutos en encontrar la carretera y otros veinte caminando hasta la casa de don Carlos. Ya cuando ambos se encontraban en el lugar, don Carlos le dio un vaso de aguamiel caliente al joven, quien aún no entendía qué había pasado. 

Antonio comenzó a contarle a Don Carlos lo que había pasado antes de encontrarse, el anciano lo escuchó con atención y este le explicó que aquellas luces eran almas perdidas que buscan enloquecer a los incautos y esa silueta que vio era un indio que buscaba perderlo entre las montañas. Don Carlos le contó que se encontraba buscando un chivo que se había escapado y fue cuando vio a Antonio adentrándose de manera extraña en la montaña. 

El anciano cuenta que casi no lo encuentra, pero por suerte fue antes de que se adentrará aún más en la montaña en donde podía morir de hipotermia por las bajas temperaturas. Antonio quedó muy impactado por el suceso, tras esa experiencia, su respeto por la montaña creció y dejó de trabajar de noche y desde entonces nunca mira hacia la montaña cuando cae la noche. 

Los datos de esta historia fueron tomados del libro Leyendas del Táchira de la escritora Lolita Robles de Mora, quien se encargó de resguardar la tradición oral de los mitos y leyendas que envuelven cada rincón del estado Táchira.

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