Los jóvenes explicaron a los oficiales que el estudiante tomó el rifle calibre 22 y se disparó a sí mismo

Crédito: Karen Roa

Los jóvenes explicaron a los oficiales que el estudiante tomó el rifle calibre 22 y se disparó a sí mismo

 La misteriosa muerte del estudiante en la Urbanización Mérida

María Cárdenas | La Prensa del Táchira.- Una reunión inocente entre amigos terminó de manera violenta cuando un joven estudiante de apenas 17 años fue asesinado de un disparo en el pecho.

Corría el 21 de agosto de 1966, pasadas las diez de la mañana las mujeres de servicio de una gran quinta ubicada en Avenida 1 con calle 3 de Urbanización Mérida, se alertaron con el alboroto en la segunda planta. Al asomarse a revisar qué estaba pasando vieron el cuerpo tendido del estudiante del Colegio La Salle.

Los amigos del joven se apresuraron a llevarlo al puesto de emergencia del Hospital Central, sin embargo el estudiante ya se encontraba sin vida. Los agentes de policía iniciaron las investigaciones del caso, interrogando a todos quienes estaban en la casa. Resulta que el joven fallecido vivía en la Unidad Vecinal y era oriundo del estado Trujillo, había ido a visitar a sus amigos en la Urbanización Mérida aquella mañana.

Los jóvenes que se encontraban con él, al momento del incidente, explicaron a los oficiales que el estudiante tomó el rifle calibre 22 y se disparó a sí mismo, no obstante, a los policías les parecía muy extraño. En primer lugar, el disparo fue directo en el pecho, por lo cual el joven no podía sostener el rifle y disparar al mismo tiempo, además había inconsistencia entre las historias de los jóvenes y las mujeres de servicio. 

Las mujeres dijeron a la policía que la víctima había llegado a la residencia a eso de las 10 de la mañana. El trío de jóvenes subió al segundo piso de la quinta y luego subieron el volumen de la radio, por lo cual no escucharon nada, ni el disparo, ni alguna pelea, solo se sobresaltaron cuando escucharon a los jóvenes alborotados corriendo de un lado a otro

Con esto en cuenta, los oficiales interrogaron nuevamente a los jóvenes y finalmente uno de ellos confesó el crimen. Contó a los agentes que los tres se encontraban en la habitación de su padre y quería enseñarles el rifle, pero no sabía que estaba cargado y se le disparó de manera accidental.

Si bien, en cuestión de días el crimen estuvo resuelto y el culpable identificado, aún no había nadie detenido. Por lo cual, el padre de la víctima comenzó a hacer presión en los medios de comunicación denunciando que el asesino de su pequeño hijo se encontraba suelto.

Ante esto los oficiales finalmente detuvieron al asesino, quien era estudiante en Caracas y se encontraba de vacaciones en su casa en San Cristóbal. Debido a que tenía solo 16 años, fue llevado a la correccional de menores.  

Los datos de esta historia se encuentran resguardados en la Hemeroteca Estadal "Pedro Pablo Paredes", ubicada en la sede del Liceo Alberto Adriani en San Cristóbal.

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