Su esbelta figura inspirada en la majestuosa Niké la diosa helénica de la victoria no solo adorna el paisaje sino que también susurra una historia de arraigo

Crédito: Francisco Hinojosa-Karen Roa

Su esbelta figura, inspirada en la majestuosa Niké, la diosa helénica de la victoria, no solo adorna el paisaje, sino que también susurra una historia de arraigo

Obelisco de los Italianos, un monumento en el corazón de San Cristóbal

Francisco Hinojosa / ERL | La Prensa del Táchira.- En pleno casco urbano de San Cristóbal, se alza el Obelisco de los Italianos. Más que una simple estructura arquitectónica, este monumento se ha fundido con la identidad de la ciudad cordial, convirtiéndose en su álter ego, un símbolo perenne de la profunda gratitud de la comunidad italiana emigrante hacia el Táchira y hacia Venezuela. 

Su esbelta figura, inspirada en la majestuosa Niké, la diosa helénica de la victoria, no solo adorna el paisaje, sino que también susurra una historia de arraigo, trabajo y afecto incondicional.

El Obelisco de los Italianos ha trascendido su función puramente estética para incrustarse en el imaginario colectivo sancristobalense. Su silueta se reproduce en incontables formas, desde referentes históricos y culturales hasta elementos de promoción turística, tejiendo una narrativa visual que identifica a la ciudad. 

La forma vertical y la ubicación estratégica del Obelisco bastan para comunicar su importancia. Su pasado no está oculto, sino contenido en sus líneas y transformaciones visibles a lo largo del tiempo. Su sistema estructural, aunque sencillo, se eleva con un refinamiento excepcional en sus formas, detalles y proporciones.

Monumento urbano por excelencia

La génesis de esta idea se remonta a octubre de 1967, en el entrañable ambiente de La Tacita de Oro, una desaparecida cafetería donde la comunidad italiana del Táchira se reunía para compartir noticias y vivencias. Fue allí donde la invitación a la IV Feria Internacional de San Sebastián encendió la chispa de una propuesta innovadora. 

Antonio Angerami Santa Lucia sugirió participar de una manera perdurable, legando a la ciudad un monumento urbano, emulando el gesto de otras comunidades italianas en el extranjero, como la luminosa fuente en forma de globo terráqueo donada a Cúcuta.

La idea resonó de inmediato en el arquitecto y profesor Fernando Matticari, quien en la siguiente reunión presentó un boceto de su visión para este "monumento celebrativo". 

Su diseño, iluminado de simbolismo clásico reinterpretado con una sensibilidad vanguardista, fue aprobado por la Casa de Italia. Tras obtener los permisos necesarios y la asignación del terreno en un transitado nudo vial, la construcción se inició a finales de noviembre de 1967, culminando con la solemne inauguración el 27 de enero de 1968. 

El gobernador del estado, quien para ese entonces era Juan Antonio Galeazzi Contreras, descendiente de italianos, presidió el acto, acompañado de autoridades y miembros de la comunidad italiana. La reina de la feria, Nancy Mogollón, tuvo el honor de cortar la cinta tricolor. La obra finalizó con un costo de 80 000 bolívares, equivalentes a 18 605 dólares para la época.

Su ubicación estratégica en una redoma de la avenida 19 de Abril lo convirtió rápidamente en un punto de referencia, adoptando los nombres de "la redoma del Obelisco", "el Obelisco de los Italianos" o simplemente "el Obelisco". 

La memoria de sus promotores y autores, aunque difuminada por el tiempo, persiste en el recuerdo de los pocos italianos que aún resisten el desarraigo de esta tierra que vieron florecer con su arduo trabajo.

Para aquella primera generación de italianos, marcada por las cicatrices de las guerra mundial y la escasez de la posguerra, este obelisco representaba una ofrenda a la moderna San Cristóbal, una ciudad que prometía un futuro de progreso cultural, político, social y económico, en sintonía con el auge venezolano de la época. 

Labor laetitia nostra

Sin proponérselo conscientemente, legaron al imaginario tachirense una expresión tangible de su espíritu, resumido en el lema latino: "Labor laetitia nostra", "En el trabajo está nuestra alegría". 

Con determinación y compromiso, superaron las dificultades económicas para honrar sus deudas por el bien de la ciudad. Así, el Obelisco de los Italianos persiste hoy como un testimonio imperecedero de su gratitud.

El Obelisco de los Italianos se presenta como una construcción conmemorativa de estilo historicista pero con líneas vanguardistas, esbeltas y de marcada verticalidad, adornada con formas figurativas cargadas de simbolismo. La obra celebra el progreso del Táchira y los lazos fraternales que unen a esta tierra andina con las diversas regiones de Italia.

Este monumento se consolida como una de las obras arquitectónicas más distintivas de San Cristóbal, simbolizando la hermandad entre Italia y Venezuela y la profunda gratitud de su numerosa comunidad inmigrante.

Un obstáculo para algunos

Sin embargo, durante la gestión gubernamental de Sergio Omar "El Cura" Calderón, se consideró la idea de remover el Obelisco de Los Italianos, pues lo consideraban un elemento obstaculizador para la concurrida Avenida 19 de abril, situación que generó alarma en la colectividad, que, por medio de diversas protestas y recogida de firmas, lograron frenar la acción por parte de los entes 

El popular obelisco fue registrado en el Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano 2004-2007 y declarado patrimonio cultural del estado Táchira y de la ciudad de San Cristóbal.

En su configuración actual, tras sucesivas reformas en 2006 y 2015, la planta del obelisco adoptó una forma elíptica. El basamento original de cemento, friso blanco y grisáceo fue revestido con láminas de piedra marmórea negra. 

Se agregaron nuevas fuentes luminosas ornamentales en los extremos norte y sur, reduciendo la altura original de la base a la mitad, y se incorporó una tercera asta central para la bandera de la ciudad.

Así, el Obelisco de los Italianos continúa erguido, no solo como un hito arquitectónico, sino como un testimonio vivo de la historia de una comunidad que encontró en San Cristóbal su hogar y que, a través de este monumento, legó a la ciudad un símbolo imborrable de trabajo, gratitud y hermandad, convirtiéndose en epicentro de protestas, movilizaciones y punto de encuentro para celebraciones locales como las distintas victorias del Deportivo Táchira.

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