Hoy en día la Plaza Sucre continúa siendo un lugar emblemtico y entrañable para los habitantes de San Cristóbal

Crédito: Francisco Hinojosa

Hoy en día, la Plaza Sucre continúa siendo un lugar emblemático y entrañable para los habitantes de San Cristóbal

Múltiples caras de la Plaza Sucre, de mercado a símbolo de la ciudad

Francisco Hinojosa / ERL | La Prensa del Táchira.- La Plaza Sucre, ubicada en el corazón de San Cristóbal, trasciende su función como mero espacio urbano; se distingue como un testimonio vivo y elocuente de la rica y multifacética historia del Táchira.

Su evolución a lo largo del tiempo refleja las profundas transformaciones sociales, económicas, políticas y culturales que han moldeado la identidad de la región, y su significado perdura arraigado en la memoria colectiva de sus habitantes.

Los orígenes de esta emblemática plaza se entrelazan con el auge del Táchira en el siglo XIX, un período marcado por la expansión sin precedentes de la producción cafetalera. La exportación del café se convirtió en el motor fundamental de la economía regional, generando una importante afluencia de recursos y permitiendo a los tachirenses desempeñar un papel cada vez más relevante en la escena política nacional.

En este contexto de prosperidad y cambio, la Municipalidad de San Cristóbal tomó una decisión histórica el 6 de enero de 1895: honrar la memoria del Gran Mariscal Antonio José de Sucre, figura clave en la independencia de Venezuela, designando con su nombre a la hasta entonces conocida como Plazuela de San Sebastián.

Tal como lo confirma el Cronista de San Cristóbal, Luis Hernández, el Parque Sucre fue decretado el 6 de enero de 1895 e inaugurado el 19 de diciembre de 1915, ubicándose entre las calles 4 y 5 con carreras 9 y 10.

Profundizando en los antecedentes de la plaza, el Cronista Luís Hernández, basándose en los estudios del cronista J.J. Villamizar Molina, revela que era conocida como Plazuela San Sebastián desde el siglo XVII, debido a la construcción de una ermita dedicada al santo en su ángulo suroeste, considerada el primer santuario de la ciudad. Además, según Villamizar Molina, este espacio también era llamado la plaza de los "cambullones", un sitio destinado a los trueques, negociaciones de ganado y remates de feria al finalizar las festividades de enero, e incluso, terreno para las novilladas previas al siglo XX.

El Cronista Villamizar Molina aporta un dato crucial: "la más antigua noticia que de esta Plaza, llamada antiguamente "Plazuela San Sebastián". 

El 11 de diciembre de 1871, el Cabildo acordó trasladar el mercado libre y dominical desde la Plaza Bolívar (en otrora Plaza Juan Maldonado) a la Plazuela San Sebastián. Sin embargo, esta medida resultó problemática, ya que el lugar era "muy apartado del centro de la ciudad de San Cristóbal y estaba rodeado de lodo en tiempos de lluvia, poniéndose intransitable a la muchedumbre del Mercado".

La investigación de Villamizar Molina revela las difíciles condiciones del lugar en esa época: "La Plazuela San Sebastián y el Barrio que la rodeaba, eran sitios despoblados, carentes de las comodidades para guarecer las personas y artículos en tiempos de lluvias y que el centro de la población quedaba muy distante de allí. 

Un espacio plagado de víboras, fango y maleza

El terreno era inapropiado. La Plazuela era "cortada a tajo en su mayor parte", lo que hacía peligroso pasar de la calle a la Plaza. Por otra parte, el sitio era muy enmontado y repleto de culebras, y hasta el mismo día de la inspección ocular les salió a los peritos una serpiente mapanare, siendo el escarmiento de los mercaderes y poniendo en peligro más de una vida.

Pese a estas dificultades iniciales, el plano de San Cristóbal trazado por Domingo Martínez en 1883 ya mostraba la Plaza de San Sebastián, que finalmente cambiaría su nombre a Plaza Sucre en 1895, mediante el Acuerdo Municipal que, según el cronista Villamizar Molina, establecía que "es deber de las Municipalidades perpetuar la memoria de los grandes hombres que han dado gloria y honor a la patria", coincidiendo con el centenario del natalicio del Mariscal Sucre.

El siglo XX trajo consigo una serie de acontecimientos que dejarían una huella imborrable en la historia del Táchira y, por ende, en la de la Plaza Sucre. La llegada al poder del General Juan Vicente Gómez a nivel nacional, y de su primo Eustoquio Gómez en el estado Táchira, marcó el inicio de una era de profundas transformaciones, pero también de fuertes controversias.

Eustoquio Gómez, quien gobernó el Táchira con mano firme, impulsó la ejecución de diversas obras de infraestructura y desarrollo urbano que modernizaron la ciudad. En 1915, se llevó a cabo la reinauguración de la plaza, ahora bajo la denominación de Parque Sucre, en una ceremonia cargada de simbolismo político y destinada a exaltar la figura de Juan Vicente Gómez.

El nacimiento de un espectro urbanístico

La Plaza Sucre se consolidó como un importante núcleo de desarrollo urbano, alrededor del cual se erigieron residencias para funcionarios gubernamentales, miembros de la familia Gómez y otras figuras influyentes de la sociedad tachirense. Su diseño, inspirado en los parques ingleses, incorporó elementos distintivos como caminerías adornadas con mosaicos, exuberantes jardines, bancas para el descanso y la contemplación, y la imponente fuente de tres arcos, alegoría de las victoriosas batallas de Ayacucho, Junín y Pichincha.

Más allá de su función como espacio público y elemento urbanístico, la Plaza Sucre se convirtió en un vibrante escenario de la vida cultural y social de San Cristóbal. Las retretas de la banda del estado, que deleitaban a los ciudadanos con valses y bambucos tachirenses, las celebraciones navideñas con pesebres que congregaban a las familias, y las festividades de carnaval, con sus coloridas caravanas y comparsas, llenaron la plaza de música, alegría y tradición.

La construcción del Palacio de Gobierno, una majestuosa edificación que domina el horizonte urbano, añadió una nueva capa de significado a la Plaza Sucre. El palacio, sede del poder gubernamental en la región, consolidó a la plaza como un símbolo del poder político y un espacio central en la vida cívica de la ciudad.

Icono de historia, retazos y desafíos

Hoy en día, la Plaza Sucre continúa siendo un lugar emblemático y entrañable para los habitantes de San Cristóbal. Su historia, marcada por momentos de esplendor y progreso, pero también por controversias y desafíos, la convierte en un espejo fiel de la evolución de la ciudad y de la región tachirense. Al recorrer sus espacios, los ciudadanos pueden conectar con su pasado, celebrar su presente y proyectar con esperanza el futuro de San Cristóbal.

Sin embargo, durante mucho tiempo, la Plaza Sucre ha estado sumida en la desidia y dominada por el hampa. A pesar de su ubicación estratégica frente al Palacio Los Leones y cuya seguridad se supone es mucho más reforzada, incluso hoy, en el presente, algunos grupos hamponiles y bandas se dan a la tarea de merodear la zona en diferentes horas del día.

Varios autos que acostumbran a estacionar en los alrededores de la plaza, han sido focos de robos y hurtos de retrovisores y otras autopartes de sus vehículos.

Aunado a esto, por las noches, el interior de la plaza se ha convertido en lugar de encuentros para trabajadoras sexuales y consumo de estupefacientes. Situación se ha convertido en un calvario, sobre todo para los residentes de esta zona.

Es fundamental reiterar, como bien señala el cronista Luis Hernández, que la Plaza Sucre es mucho más que un conjunto de estructuras y espacios; es un lugar cargado de memoria y significado para la comunidad. En sus palabras, la plaza es "la memoria del lugar el cual se encuentra dotado de historia y adquiere un valor que se deriva de la percepción que de él tienen sus habitantes y del significado que se le ha atribuido".

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