María Cárdenas | La Prensa del Táchira.- Una de las sedes culturales más icónicas de San Cristóbal es el Museo de Artes Visuales y del Espacio del estado Táchira (MAVET), ubicado en el centro de la ciudad, un lugar lleno de arte e historia; sin embargo muy pocos conocen los secretos de esta antigua casona.
Las personas que han trabajado en estas instalaciones cuentan inquietantes historias de apariciones y fantasmas que rondan el lugar. Ruidos inexplicables, risas y voces son algunos de los sonidos habituales en las madrugadas; no obstante, lo más espeluznante es la extraña aparición de un hombre alto de sombrero que se pasea cada noche en las salas.
Cuando Anna comenzó a trabajar en el museo, muchos de sus compañeros, sobre todo los más antiguos, le advirtieron sobre las extrañas apariciones. La mujer no les prestó atención, pensando que tal vez se trataba de un juego. Pero poco a poco se fue dando cuenta a qué se referían. Los primeros sucesos paranormales fueron muy leves: una tarde escuchó como todas las puertas se cerraron de golpe sin explicación alguna; otro día, mientras cerraba, escuchó a alguien reír a su lado, pero lo más espeluznante fue cuando vio aquel extraño espectro.
Era un viernes y ya casi el reloj marcaba las siete de la noche. Anna, quien se había distraído con unos amigos que fueron de visita, se le hizo tarde para cerrar el cafetín. Se encontraba sola en las instalaciones, con únicamente el vigilante quien ya estaba realizando sus rondas por el lugar. Anna recogió todo, tomó sus cosas y decidió marcharse. Cuando se encontraba en el patio central, a escasos metros de la puerta principal, vio a un hombre entrar a una de las salas.
Anna, a pesar de su apuro, decidió seguir al individuo para informarle que el lugar ya estaba cerrado; sin embargo, al entrar a la sala no encontró a nadie. Extrañada con lo sucedido pensó que tal vez estaba imaginando cosas, pero al salir de la sala vio al mismo hombre al otro lado del patio. La mujer quedó petrificada porque este extraño ser, alto y con sombrero, la miraba directamente a los ojos. Anna no podía creer lo que veía, ya que en donde se suponía que ese extraño ser debía tener sus globos oculares, solo había dos cuencas que ardían como si un fuego muy resplandeciente emanara de su interior. Poco a poco el espectro comenzó a acercarse como si levitara. La mujer aún no entiende cómo lo hizo, pero como pudo salió de su parálisis y comenzó a correr hacia la puerta; no obstante, esta se encontraba con llave. Anna comenzó a gritar y a pedir ayuda cuando, de pronto, sintió unos pasos a su espalda. Por miedo al ver aquel extraño ser, la mujer agachó la cabeza y continuó gritando hasta que escuchó la voz del vigilante que la hizo entrar en razón.
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La mujer le contó lo sucedido y a pesar de lo extraño de su historia, el vigilante le creyó, ya que él había visto varias veces aquel espectro, pero siempre evitaba seguirlo o mirarlo.
Muchos cuentan diferentes historias; algunos aseguran que en el lugar también aparece el fantasma de un custodio que se suicidó allí hace más de 30 años. Otros aseguran que el origen de estos extraños sucesos se debe a que el lugar fue construido sobre un cementerio indígena, que fue profanado al construir aquella casona.
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