Vecinos y comerciantes de la zona se mantienen preocupados ante el avanzado estado de deterioro que presenta la plaza. El pavimento, levantado por las intrusivas raíces de los escasos árboles, dificulta el tránsito de los peatones.
Vecinos aseguran que la plaza se ha transformado en un improvisado vertedero de basura, acumulando desechos sólidos, restos de comida, escombros y hasta restos de animales, generando focos de insalubridad y malos olores.
Francelina Chacín, residente del sector, afirma que la plaza ha sido históricamente ignorada por las autoridades. "Desde que tengo uso de razón, esta plaza nunca ha recibido la atención que merece", denunció.
Asimismo relata que al caer la noche, "después de las seis de la tarde, el hampa y los indigentes toman el control". Además asegura que grupos ajenos a la comunidad se reúnen en la madrugada para consumir licor y generar disturbios, perturbando así la tranquilidad de los vecinos.
Con nostalgia, recuerda una época en la que jóvenes voluntarios mantenían la plaza limpia y presentable, un esfuerzo que se vio empañado cuando la misma comunidad comenzó a utilizar el espacio como basurero, situación que se presentó con mayor intensidad durante la pandemia del COVID-19.
Por su parte, Hernando Sierra, habitante y comerciante de la zona, se muestra indignado por la situación. "No es posible que siendo una plaza que debería estar bien arreglada por estar al lado del Edificio Nacional, la tengan en ese estado", sentenció.
El peligro incrementa por las noches
Su preocupación se extiende a la seguridad, señalando que durante el día la plaza es evitada por los ciudadanos debido al hedor y las condiciones deplorables. Sin embargo la situación empeora drásticamente por las noches, cuando se convierte en un foco de peligro debido a la presencia de personas que consumen sustancias ilícitas y trabajadoras sexuales.
A pesar de su ubicación contigua a los tribunales, Sierra denuncia la total ausencia de seguridad y vigilancia, y relata haber sido testigo de múltiples atracos, especialmente al caer la tarde.
Milángela Salcedo, otra comerciante del sector, lamenta la falta de civismo de algunos vecinos que utilizan la plaza como un contenedor de basura y escombros.
La oscuridad también se ha convertido en un factor de riesgo: "Se robaron todos los bombillos y aquí no hay luz nunca, yo por ejemplo trato de cerrar antes de que oscurezca porque es muy peligroso cuando los tribunales cierran". Salcedo critica la aparente discrepancia en la inversión municipal, asegurando que mientras otras plazas de la ciudad han recibido atención, la Rafael Urdaneta ha sido prácticamente olvidada.
Levis Quintero, también comerciante de la zona, recuerda un breve intento de revitalización hace años por parte de jóvenes en servicio comunitario, quienes pintaron las bases de las luminarias y el monumento central. Sin embargo, su esfuerzo fue efímero.
"No pasó ni una semana cuando ya estaba sucio y rayado". Quintero también denuncia la presencia de "cuidadores de carros" que se han apropiado de los costados de la plaza e incluso de parte del Edificio Nacional, generando incomodidad y peligro para los peatones que intentan cruzar las calles.
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