Francisco Hinojosa / ERL | La Prensa del Táchira.- En el corazón vibrante de San Cristóbal, donde el eco de la historia se entrelaza con la devoción, se alza la majestuosa Iglesia de San José. Su historia, tejida con hilos de fe y perseverancia, comienza en 1927, con la llegada de los Padres Agustinos Recoletos, quienes soñaban con un espacio sagrado propio.
Es así, como se vislumbra por primera vez la más preciada joya arquitectónica que posee el estado Táchira, un enorme templo de 76 metros de altura que hoy se consolida como la única estructura de estilo neogótico que traspasa fronteras a nivel nacional.
Aquella comunidad, arraigada en la tierra tachirense, floreció y dio frutos notables: Fray Florentino Armas, cuya voz resonó como obispo en tierras peruanas; Fray Alfonso Alduán, cuya elocuencia en latín cautivaba; y Fray Elio Nereo Sandoval Sandoval, primer agustino recoleto venezolano y guía espiritual de la Beata María de San José.
El crecimiento de la comunidad impulsó la apertura de la Casa Noviciado y la Casa de Estudios «Nuestra Señora del Buen Consejo» en Palmira, buscando horizontes más amplios para la formación. Sin embargo, la semilla de un templo en San Cristóbal, plantada en 1930, germinaba lentamente.
Tras la búsqueda de un terreno estable, la generosidad de la señora Teresa Chacón en 1943 marcó un antes y un después. Aquel pedazo de tierra, entre las carreras 9 y 10 con calle 8, se convirtió en el lienzo donde se plasmaría la visión agustiniana.
El 25 de julio de 1943, Monseñor Dr. Rafael Arias Blanco bendijo la primera piedra, un símbolo que evocaba la primera misa en la región. La construcción avanzó, paso a paso, bajo la batuta de manos expertas, hasta que, en marzo de 1953, Monseñor Alejandro Fernández Feo consagró el templo.
Las torres, erguidas en 1957, se convirtieron en guardianes de la fe, y en 1966, la iglesia fue elevada a parroquia, fortaleciendo su lazo con la comunidad. Los vitrales, añadidos en 1983, iluminaron el interior con destellos de color, narrando historias sagradas.
El 25 de julio de 1971 se finalizaron los trabajos de ornamentación de la fachada y del templo, supervisados por el Ing. Fernando Porcarelli.
Tras décadas de entrega pastoral, los Padres Agustinos Recoletos entregaron la parroquia a la Diócesis de San Cristóbal en 2014, dejando un legado imborrable. El Presbítero Melquíades Pérez tomó las riendas, continuando la misión de ser faro de esperanza.
Con 76 metros de altura, la Iglesia San José, hoy se consagra como una de las más altas a nivel regional, cuya construcción y perfeccionamiento duró 40 años, desde 1943, hasta 1983.
Actualmente, producto de la inseguridad imperante en el centro de San Cristóbal, la apertura del templo se rehúsa sólo a los momentos de misa. En anteriores años, los feligreses y devotos fueron víctimas de robos y atracos. Situación que obligó a sus autoridades a mantener el control.
La iglesia San José, hoy se consolida como uno de los mayores tesoros arquitectónicos tachirenses del siglo XX. Un refugio donde la historia y la fe se entrelazan, un recordatorio del espíritu de una comunidad que mantiene su huella inquebrantable fehaciente en medio de la situación y los conflictos.
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