Aunque algunos ciudadanos reconocen que las limitaciones económicas influyen en la decisión de no participar en actividades religiosas tradicionales, la percepción generalizada es que la Semana Santa representa un ciclo de profunda reflexión, silencio, culto y arrepentimiento.
Sin embargo, no todos comparten esta visión. Algunos devotos expresan su preocupación por lo que consideran una creciente falta de compromiso religioso en las nuevas generaciones, quienes, según sus testimonios, aprovechan estos días libres para salir a celebrar, consumir alcohol y disfrutar de manera ajena al significado tradicional de la Semana Mayor.
Para la mayoría de los entrevistados, la esencia de la Semana Santa radica en la conexión espiritual. Casandra López, afirma que es la "ocasión propicia para arraigarse a Dios y pedir por todas las necesidades", y añade además que prefiere quedarse en casa y compartir estos días con su familia. En la misma línea, Rita Guerrero considera que la Semana Santa "no es una ocasión para celebrar" y descarta cualquier plan de viaje, señalando que existen otros momentos para ese tipo de actividades.
Gloria Ruiz, comerciante, lamenta que "los jóvenes actualmente solo piensan en tomar miche y bonchar". Ella, por su parte, dedica estos días a visitar templos, asistir a misa y acompañar a los sacerdotes en las ceremonias religiosas. Ruiz compartió una reflexión escuchada de un padre: "la gente de ahorita está corrida y los buenos son muy pocos".
Eison Rueda, otro ciudadano, percibe un cambio significativo en la manera en que se vive la Semana Santa en la actualidad. "Todo ha cambiado, la gente ya no hace las cosas como antes, prefiere irse de vacaciones, hacen cosas que no es lo que se debería hacer en una semana en la que se debe rendir culto", manifestó con cierta nostalgia.
Desde Capacho, Noel Castro, comerciante de ramos benditos, se traslada cada año para ofrecer sus productos a los feligreses. Si bien no participa activamente en todas las conmemoraciones tradicionales, considera que esta es una "época en la que los seres humanos deben encontrarse con ellos mismos" y una ocasión propicia para la tranquilidad familiar.
Katherin Osorio, comerciante asegura que tampoco tomará vacaciones, aunque aclara que su decisión no se debe necesariamente a la falta de recursos, subraya que la Semana Santa es una valiosa "oportunidad para el reencuentro y el perdón", más allá de las posibilidades económicas de cada familia.
Finalmente, Domingo Rodríguez enfatiza que esta fecha significa para él un tiempo de "arrepentimiento y perdón". Sin embargo, comparte la preocupación por las actitudes de los jóvenes, quienes, en su opinión, asumen estos días como una época de "desorden, licor y bonche".
De esta manera, en el Táchira, la Semana Santa se vive en una dualidad entre la profunda tradición religiosa que aún arraiga en muchos corazones y la creciente influencia de una cultura que busca en estos días un espacio para la celebración y el esparcimiento. La fe y el culto, no obstante, parecen mantener su preeminencia para una parte significativa de la comunidad tachirense.
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