Plaza La Ermita: Entre la desidia y el esfuerzo de la comunidad

Francisco Hinojosa | La Prensa del Táchira.- Desolada, sin vegetación y desvalijada se encuentra la plaza José Antonio Páez, conocida popularmente como la "Plaza La Ermita". Según residentes de la comunidad, a pesar de su ubicación privilegiada, rodeada de un vibrante movimiento comercial y las labores de limpieza que realizan los vecinos, el espacio está tomado por la indigencia y la decadencia.

Moradores y comerciantes de la zona denuncian que la plaza, en otrora un punto de encuentro familiar y escenario de eventos culturales, se ha convertido en refugio de indigentes y foco de actividades delictivas, especialmente durante las noches.

"Después de las 6 de la tarde, es imposible entrar a la plaza", afirma Augusto Matos, reparador de calzado con más de 20 años en el lugar. "La inseguridad es tremenda después que cierran el mercado. Un grupo de antisociales intimida a cualquiera que se acerque", dice.

El deterioro es evidente en cada rincón de la plaza. Las bancas agrietadas y sin pintura, contrastan con las baldosas rotas y socavadas del área central, algunas de las cuales han sido sustraídas. La falta de iluminación, producto del robo de bombillos, agrava la sensación de inseguridad en horas de la noche.

La vegetación, que en algún momento adornó el espacio, ha desaparecido. Las jardineras, ahora huecos vacíos, son testigos mudos de la falta de mantenimiento. Basura y hojarasca se acumulan en los costados y el interior de la plaza, contribuyendo a la imagen de abandono.

Movimientos en rescate del espacio

A pesar de la falta de intervención oficial, la comunidad no se ha resignado a perder este importante espacio público. Organizaciones sin fines de lucro y movimientos vecinales, como "Reconstruyendo La Ermita", han asumido la tarea de rescatar la plaza.

"Reconstruyendo La Ermita" lleva años realizando labores de limpieza, mantenimiento y promoción de actividades culturales en la plaza. Sin embargo, el esfuerzo de estos grupos se ve constantemente frustrado por la falta de conciencia y sentido de pertenencia de algunos usuarios.

"Los muchachos de la comunidad han durado tardes completas limpiando y lavando la plaza", lamenta Lidia Herrera, residente del sector. "Pero de nada sirve si a los dos días vuelven a llenarla de desperdicios", infirió Herrera y además sostiene que el hampa que impera en la zona está en contra de cualquier cambio positivo.

Un llamado a la acción

La Plaza La Ermita, con su rica historia y ubicación estratégica, tiene el potencial de volver a ser un punto de encuentro y orgullo para la comunidad. Sin embargo, esto requiere un esfuerzo conjunto de autoridades y ciudadanos.

Los vecinos hacen un llamado a las autoridades para que se sumen a la labor de rescate, invirtiendo en la iluminación, el mantenimiento y la seguridad de la plaza. Al mismo tiempo, invitan a la comunidad a tomar conciencia de la importancia de cuidar y preservar los espacios públicos, como un legado para las futuras generaciones.

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