Al ver la actitud del paciente y los rastros de sangre, los enfermeros llamaron rápidamente a los cuerpos de seguridad. En el lugar se hizo presente una comisión de la Policía Técnica Judicial (PTJ), los oficiales ingresaron al dormitorio que media unos 250 metros cuadrados y se encontraron con la dantesca escena. En una de las esquinas estaba el cuerpo de un paciente R. Cárdenas de 47 años con su rostro desfigurado y en la entrada del baño, con una braga atada al cuello, se encontraba otro cuerpo que pertenecía a un joven J. Chacón de 28 años, quien hacía solo seis meses había ingresado al lugar para tratar su enfermedad.
Los hechos
Los oficiales comenzaron las investigaciones para determinar que llevó al paciente a cometer tan violento crimen. El asesino, identificado como C. Zambrano, de 27 años, había sido internado en el sitio solo hacía unas pocas semanas. Si bien se conocía que el paciente tenía tendencias violentas, el personal del centro de salud mental no se imaginaba la gravedad y alta peligrosidad de su condición.
Según lo que pudieron determinar los oficiales, los hechos sucedieron aproximadamente a las ocho de la noche, aparentemente los tres compañeros de dormitorio se encontraban charlando de manera tranquila hasta que Zambrano perdió los estribos por un comentario, tomó por sorpresa Cárdenas, lo golpeó en el rostro y luego comenzó a golpear repetidas veces su cráneo contra la pared, para luego estrangularlo con sus propias manos, tras asesinarlo se avanzó sobre Chacón, tomó una de las bragas y se la ató al cuello hasta asfixiarlo.
Tanto el personal de enfermería como el victimario fueron llamados a declarar; por un lado se estaba determinando si el personal tenía alguna responsabilidad en el doble homicidio por negligencia y por otro se estaba buscando determinar una sentencia al victimario.
Las investigaciones y juicios finalizaron apenas una semana después, se pudo exonerar de culpa al personal del psiquiátrico y Zambrano fue puesto en aislamiento y con mucha mayor vigilancia en el centro de salud, ya que debido a su condición mental el juez que llevó el caso consideró que el hombre no era imputable, ya que no era responsable de sus actos.
Los datos de esta historia se encuentran resguardados en la Hemeroteca Estadal "Pedro Pablo Paredes", ubicada en la sede del Liceo Alberto Adriani en San Cristóbal.
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