Pacientes del psiquiátrico de Peribeca vuelven a un lugar perdido

María Cárdenas | La Prensa del Táchira.- El antiguo Hospital psiquiátrico de Peribeca, "Dr. Raúl Castillo" fundado en 1972, cerró sus puertas definitivamente en el año 2018; sin embargo su recuerdo persiste, no solo en la memoria de los habitantes de la zona, sino también en las calles aledañas donde antiguos pacientes deambulan en busca de un lugar que ya no existe.

El recinto, que durante 46 años albergó a pacientes con trastornos mentales, ha sido transformado en una zona agrícola dedicada a la cría de pollos. Poco queda de lo que alguna vez fue el Hospital, gran parte de su estructura fue completamente transformada y solo quienes viven en Peribeca saben que este lugar fue uno de los sanatorios más importantes del estado, creado exclusivamente para tratar a personas en estas condiciones, pero que fue decayendo notoriamente durante los últimos años de su funcionamiento por falta de presupuesto.

Si bien muchos ya han olvidado que alguna vez esto fue un Hospital Psiquiátrico, expacientes del lugar siguen llegando a las calles de Peribeca en búsqueda del recinto. Los habitantes del sector explican que es normal ver algunas personas que fueron asistidas en el lugar vagando por las calles, con la esperanza de encontrar el psiquiátrico activo. "Hay varios que han regresado buscando el psiquiátrico y unos se van cuando se enteran que ya no funciona y otros se quedan vagando por las calles", indicó Estela Ordóñez, habitante de Peribeca.   

"No son peligrosos ni agresivos, pero es triste verlos vagar por el pueblo porque no tienen a dónde ir y al final son personas que deben ser tratadas", agregó Ordóñez. Cabe destacar que el lugar durante muchos años, antes de su cierre, fue foco del vandalismo y criminales, además la crisis económica agudizó sus problemas presupuestarios, ya que no podían brindar la atención requerida a los 300 pacientes que habitaban en él, además no contaban con medicamentos ni alimentos, por tanto unos pacientes fueron trasladados a Maracaibo, mientras que otros entregados a sus familiares.  

Aun cuando su cierre ya cumple siete años, el lugar sigue siendo un punto de referencia en la memoria colectiva. Su recuerdo vive en las historias de quienes alguna vez lo habitaron y en aquellos que, aún hoy regresan buscando un refugio que ya no está allí.

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