Una de las historias ms peculiares es el extraño espectro que cruzaba el sembradío durante horas de la madrugada

Crédito: Karen Roa

Una de las historias más peculiares es el extraño espectro que cruzaba el sembradío durante horas de la madrugada

El enigma del elegante fantasma del maizal de Puente Real

María Cárdenas | La Prensa del Táchira.- Hace más de 50 años, donde hoy se encuentra la Zona Industrial de Puente Real, era un sector dedicado a la siembra en donde usualmente cosechaban maíz. Muchas son las historias que rondan en aquel sector, especialmente por lo espeluznante que resultaba aquel maizal.

Una de las historias más peculiares es el extraño espectro que cruzaba el sembradío durante horas de la madrugada. Cuentan que su presencia era acompañada por perros negros y caballos galopando furiosamente. Andrés era un joven trabajador de campo, sus padres recientemente se habían mudado al sector y el muchacho encontró trabajo en aquel maizal.

Andrés se adaptó rápidamente a la rutina y sus labores; sin embargo, aquel maizal siempre le producía una extraña sensación, a pesar de trabajar en completa soledad gran parte del día, siempre se sentía observado. El joven escuchó de sus compañeros, hombres entrados en edad, extraños avistamientos en el maizal. Si bien Andrés sentía una incomodidad constantemente con aquel campo, se negó a creer aquellos cuentos, hasta que un día vivió en carne propia el horror que se escondía entre el maíz. 

Corría el mes de abril y Andrés aprovechó su día libre para visitar a algunos amigos que vivían cerca del Terminal de pasajeros. El joven perdió la noción del tiempo y la noche lo tomó por sorpresa, por lo cual decidió volver a su casa. El silencio reinaba en la ciudad solitaria, Andrés sabía que debía apurar el paso, ya que era pasada la medianoche, por lo cual decidió acortar el camino cruzando aquel maizal. 

El maizal parecía infinito aquella noche, Andrés calculó que solo le tomaría algunos minutos cruzar el maizal completo para llegar a su casa; sin embargo, pasó casi media hora y el joven no conseguía salir. El hombre se sintió desorientado y pensó que tal vez había tomado mal el camino, por lo cual no se desesperó. No obstante, se sentía observado y escuchaba a lo lejos el rugir de unos perros, pero no le prestó atención.

Andrés siguió caminando, esta vez pensaba que la dirección correcta, cuando escucho un galope frenético de caballos. El joven se giró rápidamente, pero el maizal se veía extrañamente inmóvil, a pesar de escuchar los galopes muy cerca  no conseguía ver aquellos caballos, hasta que a lo lejos comenzó a ver como se acercaba una figura extraña.

Andrés intentó descifrar de quién se trataba, ya que parecía un hombre muy, pero muy alto, vestido de manera muy elegante que se acercaba rápidamente, el joven pensó que se trataba de alguien del sector que seguro estaba en alguna fiesta y decidió con mucho nerviosismo aguardar por su llegada para así no atravesar el maizal solo. 

Sin embargo, mientras más se acercaba aquel hombre más incómodo se sentía Andrés, quien pudo divisar que unos perros lo acompañaban, además estaba sorprendido de la agilidad de aquel hombre que atravesó gran parte del camino en cuestión de segundos, estando solo a unos pocos metros de Andrés quien quedó estupefacto al notar que aquel hombre extraño no caminaba, sino que saltaba de manera anormal y en su cara se dibujaba una sonrisa aterradora en su rostro. Los perros parecían salidos de una tumba, leS faltaban partes de sus carnes e incluso algunos de sus huesos estaban expuestos.

Ante esto el joven emprendió la huida sin importarle a qué parte del maizal corriera, sabía que lo que acaba de ver era algo que no era de este mundo. Andrés corrió por lo que se sintió que fueron horas, pero se negaba a mirar hacia atrás porque sabía que iba a ver como se acercaba saltando aquel hombre alto. Ladridos de perros se escuchaban en todas las direcciones, los galopes de los caballos parecían venir a toda velocidad de cualquier parte y de pronto Andrés escuchó una risa burlona que le heló la sangre. mientras corría el joven recitaba partes del rosario que su abuela le había enseñado, y de pronto como si fuera obra divina consiguió ver algunas casas de Puente Real, consiguiendo así salir del maizal.

No obstante Andrés no bajó la guardia y siguió corriendo y rezando hasta llegar a su casa. cuando finalmente llegó pensó que tal vez faltaba poco para el amanecer, ya que sentía que había pasado horas perdido en aquel maizal, pero al mirar el reloj se dio cuenta que a penas eran los 12:30, por lo cual, solo paso unos minutos en aquel maizal. 

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