María Cárdenas | La Prensa del Táchira.- El 24 de noviembre de 1981, habitantes del sector de la Marginal del Torbes encontraron agonizante con un tiro en la cabeza a un hombre en medio del puente El Salado. Los cuerpos de seguridad llegaron al sitio y trasladaron al hombre hasta el Hospital Central de Sam Cristóbal, en donde finalmente perdió la vida.
Los miembros de la Policía Técnica Judicial (PTJ) iniciaron las investigaciones. Se pudo averiguar que la víctima era un profesor de 30 años, quien a pesar de ser oriundo de San Cristóbal, se destacaba en una escuela en Barinas. En primera instancia, los detectives pensaron que se podía tratar de un suicidio; pero el trayecto de la bala y la falta del arma homicida los hicieron dudar de esto.
La PTJ continuó las investigaciones y por varios días no obtuvieron pista alguna hasta que lograron identificar a una mujer que al parecer tenía una relación sentimental con el educador. La dama que vivía en el barrio 8 de Diciembre declaró en la sede de la PTJ y finalmente la policía siguió las pistas que necesitaba para esclarecer aquel homicidio.
Triangulo amoroso
Las investigaciones apuntaron a que el docente había sido pareja de la mujer hace algunos años en Barinas, no obstante hacía poco tiempo la relación había concluido y la dama decidió mudarse a San Cristóbal, junto a un policía de origen barinés con quien tenía una nueva relación sentimental. Al parecer, el maestro y la mujer habían retomado contacto hacía poco tiempo y el hombre decidió viajar a la ciudad para hablar con ella; sin embargo esta decisión marcó de manera fatal su destino.
Todo habría sucedido en la madrugada del 24 de noviembre, cuando el profesor se encontraba con la mujer en el 8 de Diciembre. La nueva pareja sentimental de esta se presentó de manera sorpresiva en la casa y en compañía de dos hombres más y a punta de revolver, obligó al educador a acompañarlo.
El policía enloquecido por los celos, llevó al educador hasta el puente El Salado, a pocos metros de la Avenida Marginal del Torbes, en donde aprovechó la soledad para enfrentarlo y además quitarle la vida. Sin mediar muchas palabras el policía hizo que el educador se pusiera de rodillas y le propinó un disparo en la cabeza. Al ver que no había muerto decido darle un tiro de gracia; pero fue interrumpido en el acto, ya que un vehículo transitó por el lugar lo que los obligó a huir del sitio, dejando agonizante el cuerpo del profesor.
Los oficiales de la PTJ comenzaron la cacería del asesino, el cual había huido de la ciudad, no obstante, gracias a la declaración de la mujer consiguieron atrapar a dos de sus cómplices, por lo cuales lograron rastrear al hombre hasta Barinas, el cual se escondía en un caserío. A pesar de los esfuerzos policiales, el hombre consiguió evadir a la justicia.
Los datos de esta historia se encuentran resguardados en la Hemeroteca Estadal "Pedro Pablo Paredes", ubicada en la sede del Liceo Alberto Adriani en San Cristóbal.
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