María Cárdenas | La Prensa del Táchira.- Hace casi 52 años, la comunidad de Castellón en La Fría quedó impactada tras el brutal asesinato de un campesino a plena luz del día. Corría el cuatro de febrero del año 1973, cuando la Policía Técnica Judicial recibió el llamado sobre un homicidio en un club de caballeros.
Desangrado en el suelo de un cuarto reposaba el cuerpo de Rafael Velaides, un obrero de campo de 29 años, quien fue asesinado de ocho puñaladas repartidas en diferentes partes de su cuerpo, pero la mayor parte de ellas en el pecho. A su lado yacían restos de ropas y documentos que no le pertenecían.
Los oficiales, al ver la escena, iniciaron la investigación y poco a poco comenzaron aflorar los sospechosos. Ángel de Jesús Sánchez, dueño del lugar, relató a los detectives que Velaides era un visitante continuo del lugar quien tenía una relación sentimental con una de las mujeres que allí laboraban.
Además del arma homicida, los oficiales tenían otra pista: al lado del cadáver se encontraba una cartera de hombre con los documentos de identidad que pertenecían a Luis Ernesto Pérez, de 30 años. Trabajadores del lugar indicaron que este y la víctima eran cercanos, ya que no solo trabajan juntos, sino también ambos provenían del Norte de Santander.
Los hechos
Tras hablar con todos los trabajadores del lugar, los oficiales consiguieron reconstruir la escena. Al parecer Velaides desde hace varios meses sostenía una relación amorosa con Alba Luz Quintero, trabajadora del club de caballeros; si bien él era consciente del trabajo de la mujer, esto no le detuvo para cortejarla y visitarla diariamente. Según cuentan los trabajadores Velaides llegó aquel 4 de febrero, alrededor de la una de la tarde, a visitar a Alba Luz; no obstante la mujer se encontraba en uno de los cuartos con Luis Pérez. El campesino al enterarse de esto entró de manera violenta a la habitación en donde inició una discusión verbal con Pérez.
Poco a poco la situación se fue tornando violenta y los hombres pasaron de gritar a repartir golpes y sin que nadie pudiera hacer nada, Pérez sacó un cuchillo y le propinó ocho puñaladas a Velaides, quien cayó muerto al suelo de la habitación. El hombre, al ver lo que había hecho, tomó parte de su ropa y le propuso a la mujer huir del lugar, cosa que ambos hicieron.
Durante varios días los oficiales le siguieron la pista, puesto que se rumoraba que los amantes se encontraban escondidos entre las fincas de la zona; sin embargo, algunas semanas después se pudo conocer que tanto el asesino como la mujer consiguieron evadir a las autoridades escapando hacia Colombia por la vía de Boca de Grita.
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