Agencia| La Prensa Táchira.- El objetivo de la ciencia era observar los fenómenos evolutivos en la variabilidad de nuestra especie, conforme la ciencia descubría nuevos territorios y poblaciones, fue necesario, según los naturalistas europeos, clasificar los seres humanos según sus rasgos, así nacieron las razas humanas.
En el reino animal hablar de razas geográficas consiste en definir unas agrupaciones de individuos que se distinguen por rasgos adaptados al tipo de ambiente. En el caso del ser humano, el concepto tuvo una connotación muy diferente.
De hecho, la diversidad humana no se percibía como una selección del medio ambiente (como ocurre con el color de la piel y la forma de los ojos).
En su lugar, se interpretó como el reflejo de las características culturales de las muchas poblaciones del planeta.
Por ejemplo, los rasgos europeos eran considerados «superiores, equilibrados, hermosos», y eran el reflejo exterior de la «inteligencia y la educación» que caracterizaban a todo europeo. Además, se consideraban a ellos mismos la raza «cumbre».
En el otro lado estaban los rasgos africanos, considerados «primitivos y poco atractivos», símbolo de una población «ignorante e incivilizada» según los naturalistas y antropólogos del siglo XVIII.
Las razas humanas y la creación de una jerarquía
El contexto histórico favoreció una investigación dedicada a la clasificación de los tipos humanos.
El colonialismo y la esclavitud fueron los motores que llevaron los europeos a buscar apoyos científicos para justificar sus acciones contra los indígenas. Además, una de las primeras herramientas que se emplearon para discriminar las diferentes «razas» humanas fue la craneología. Esta consistía en el estudio de los caracteres métricos y morfológicos del cráneo humano.
Fuente Informativa: Curadas
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