El Monstruo de Las Mesas convirtió en el año 2008la pequeña vivienda de su propiedad marcada con el número 14-78 en su cementerio personal

Crédito: Karen Roa

El "Monstruo de Las Mesas" convirtió en el año 2008,la pequeña vivienda de su propiedad marcada con el número 14-78, en su cementerio personal

El "Monstruo de Las Mesas" convirtió su casa en un cementerio

Redacción | La Prensa Táchira.- Los vecinos de la calle tres con carrera 14 del sector Pueblo Nuevo de la pequeña población de Las Mesas, municipio Antonio Rómulo Costa, del estado Táchira, jamás se imaginaron que Ramón Salcedo, el "Monstruo de Las Mesas", convertiría en el año 2008 la pequeña vivienda de su propiedad marcada con el número 14-78, en su cementerio personal.

En ese lugar hizo vida durante muchos años con su primera esposa, Lola Ovalles, de 33 años, con quien procreó cuatro hijos. Un hecho repentino había acabado con aquel matrimonio.

Salcedo, quien tenía 42 años, en el mes de marzo de 2008 se inventó una historia de abandono y le comunicó a la familia de Lola que ella se había ido al centro del país y lo había dejado con sus cuatro hijos.

Ese día, según comentaron los familiares de Ovalles, el hombre lloró desconsolado por lo que habría hecho su esposa; sin embargo, la familia no quedó muy convencida de la historia que contó.

El padre de Lola comentó a la prensa de aquella época que su hija no era capaz de dejar a su cría, pues desde que los tuvo siempre les demostró amor. A pesar de lo contado por Salcedo, aguardaban un pronto regreso y no perdían la esperanza de que Ovalles apareciera en cualquier momento.

Nuevo romance

No pasaron seis meses de la separación, cuando Ramón Salcedo se había refugiado en los brazos de Yolimar Navarro, una joven de 27 años, quien junto a su pequeña hija de siete jamás imaginó lo que había detrás de la piel de oveja que mostró a todo el pueblo el "Monstruo de Las Mesas".

Salcedo, de 42 años, a quien se le conocía como un hombre trabajador ya había dado muestras, en aquel pequeño sector, de que cuando bebía alcohol se tornaba violento mientras departía con sus amigos y familiares.

Al parecer, el romance con aquella joven a quien casi le doblaba la edad no iba muy bien.

Los vecinos comentaron que muchas veces se les escuchaba discutir fuertemente, pero aparentemente al otro día todo estaba bien.

En diciembre de 2008, en vísperas de año nuevo, exactamente en el amanecer del 30, los vecinos comentaron que Salcedo discutió una vez más con su concubina, a quien no se le vio salir de la casa ni volver a relacionarse más con sus allegados.

A la pequeña hija de Navarro, después de aquella fatídica madrugada tampoco se le vio salir más por las calles a jugar con sus amiguitos de la zona.

Una sospecha

En el pequeño sector donde todos se conocían comenzaron a sospechar que algo malo estaba sucediendo. La desaparición así de la noche a la mañana de Yolimar y el trágico recuerdo de la supuesta huida de Lola Ovalles, les hizo pensar en lo peor.

Aquel hombre dejó de tener la buena imagen que tenía, para pasar a ser el sospecho de la desaparición de su primera esposa, de Yolimar y su pequeña hija.

Desde la madrugada del 30 de diciembre pasaron siete días y el seis de enero, Día de Reyes, Ramón Salcedo regresó a su casa, pero en esta oportunidad ya las miradas de sus vecinos y de todo el sector recaían sobre él.

Había grandes sospechas de que algo malo estaba sucediendo.

Contaron los vecinos en aquel momento, que llegó "al cementerio" con un amigo. Recogió unos enseres, unas cosas personales y rápidamente se fue del lugar.

Los familiares de su primera esposa no pudieron quedarse con la mala corazonada que los acorralaba cada día y acudieron a la sede del Cicpc en La Fría a poner la denuncia de la desaparición de dos mujeres y una niña.

Todas las sospechas recaían sobre el "Monstruo de Las Mesas". Él era el último que las había visto a las tres, era el único con quien pudieron conversar y sobre él estaban puestos todos los señalamientos de la desaparición.

En el sector se corrió la voz de la denuncia, la cual llegó a los oídos de Salcedo, quien no volvió a contestar llamadas ni se le vio más por el sector. Su rastro se había perdido. Todos estaban detrás de su humanidad porque encima de él estaba la vida de tres féminas que, "al parecer se las había tragado la tierra".

 El Cicpc inició las investigaciones y en paralelo la búsqueda del presunto asesino. Se dio la voz de alerta a todos los cuerpos de seguridad de la zona y del país.

La investigación

En medio de las labores de entrevistas a los familiares se da la orden de que el 11 de febrero de 2009 los efectivos detectivescos pudieran ingresar a aquella casa de donde no salió Yolimar y su pequeña hija el pasado 30 de diciembre, en horas de la madrugada. Mediante un rastreo visual y posteriormente aplicando pruebas con luminol, se iniciaron las pesquisas por todo el lugar ya que la sospecha indicaba que en ese espacio había algo, y no muy bueno. Efectivamente, una vez esparcido el líquido especializado en rastrear sustancia hemática, los detectives hicieron el terrible hallazgo.

Yolimar y su niña habían sido asesinadas y enterradas en el "cementerio personal" del Monstruo de Las Mesas.

Hubo consternación en el sector. La noticia corrió como pólvora mientras que la orden de detención contra Salcedo seguía más viva que nunca.

Ahora quedaba un sinsabor en la familia de Lola Ovalles. Pensaron en que la misma suerte de la concubina de Salcedo, la había agarrado a ella.

Pero todo eso se podía esclarecer si en algún momento Ramón cayera en manos de la justicia.

Enconchado

Exactamente al día 47 después de aquel seis de enero, el 24 de febrero de 2008, Salcedo fue hallado en un rancho de lata en el sector El Chivo, por parte de la Policía del municipio Francisco Javier Pulgar del estado Zulia.

Allí supuestamente una sobrina le habría dado refugio.

Recorrió 212 kilómetros de distancia desde Las Mesas (Táchira) hasta El Chivo (Zulia), pretendiendo huirle a la justicia. Procuraba descabullirse de la tragedia que con el hallazgo de su concubina y su pequeña hija, apenas había comenzado.

Luego de su captura, los efectivos policiales teniendo el autor intelectual y material del doble homicidio, trasladan al "Monstruo de Las Mesas" hasta el estado Táchira, específicamente a la Subdelegación de La Fría municipio García de Hevia.

Una terrible confesión

Los detectives ya teniendo claro que Salcedo mató a Yolimar y a la niña lo instan a confesar qué había hecho con Lola Iraiza Ovalles.

Sin escrúpulos y sin la mayor piedad, Ramón confesó el cómo y por qué había matado a Yolimar, a la niña y posteriormente delató que también asesinó a Lola en ese mismo año, pero en marzo.

¿La razón? "Ellas me fueron infieles pero sé que Dios me dará una nueva oportunidad para hacer mi vida con otra mujer", dijo El Monstruo de Las Mesas

Salcedo aunque ya había afirmado que asesinó a Lola, los detectives lo trasladan al "cementerio personal" y lo conminan a señalar dónde la había enterrado.

Lola fue hallada debajo de un supuesto urinario que él mismo había construido pero al que no le había colocado ninguna tubería. A unos escasos tres metros de profundidad estaba solo la osamenta de aquella amable y tierna madre que murió despiadadamente a manos de un hombre que enlutó a dos familias y a un sector entero.

Con la ropa

La historia de terror tuvo su final el 26 de febrero, cuando Ramón Salcedo una vez en los calabozos del Cuartel de prisiones de la Policía del Táchira, no aguantó la presión de los presos quienes al darse cuenta de su presencia la rechazaron de inmediato.

En la celda número 5 de la segunda planta del Cuartel, Salcedo presuntamente tomó su ropa interior y la franela que llevaba puesta, la anudó y posteriormente la ligó a las rejas y se suicidó.

Las autoridades esperaban presentar al infortunado hombre como autor material e intelectual del cruel homicidio de dos mujeres y una niña que murieron a manos de un celópata asesino. Su cobardía no dejó que se hiciera justicia.

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