María Cárdenas | La Prensa del Táchira.- Una tarde de octubre de 1974 se dio una de las escenas más escalofriantes en la historia criminal del Táchira, cuando Mosquera Machado realizó una caminata de dos horas con el cuerpo de su víctima en estado de descomposición a su espalda, a plena luz del día y a la vista de todos.
Seis días antes de este suceso, Macario Díaz, habitante de Coloncito, le dijo a su esposa que iría a beber unos tragos con sus compañeros de trabajo; sin embargo este nunca volvió. En el pueblo empezaron a circular rumores de que el hombre había abandonado su hogar para volver a su natal Colombia, pero su mujer, con quien había contraído nupcias hace solo cuatro años, estaba muy escéptica a esto, por lo cual decidió acudir a la policía para denunciar su desaparición.
Los oficiales en primera instancia pensaron que efectivamente el hombre se habría ido a Colombia, ya que gran parte de sus conocidos decían que este le había manifestado este deseo en el bar a dos de sus amigos la última noche que fue visto. Ante esto los oficiales identificaron a los dos testigos como Orlando Contreras y Mosquera Machado, ambos obreros colombianos de 35 años. Tras interrogar a personas que estuvieron en la cantina la misma noche que los tres hombres, consiguieron averiguar que a pesar de que los tres eran amigos, a mitad de la noche se formó una discusión muy acalorada entre los tres; sin embargo la cosa no pasó a mayores y todos se retiraron del lugar, el único problema era que Díaz nunca volvió a su casa.
Con esto en mente los oficiales de policía ya habían descartado la huida y comenzaron la búsqueda de los dos hombres que compartieron tragos esa noche con Díaz; por un lado Contreras no pudo ser localizado en su casa, no encontraron rastros de él, pero cuando finalmente llegaron al hogar de Mosquera, en primera instancia este negó todo a los oficiales, indicó que nunca había compartido con Contreras y mucho menos había visto a Díaz y continuaba alegando que este había huido a Colombia. Los oficiales poco convencidos con la historia del obrero continuaron presionando, alegando que varias personas lo habían visto con Díaz aquella noche, por lo cual le convenía confesar qué había pasado con el hombre. Tras varios minutos de silencio finalmente Mosquera, sin ningún signo de arrepentimiento, comenzó a narrar el terrible hecho.
Los hechos
Aquella noche del 29 de septiembre los tres amigos decidieron encontrarse en el bar local para compartir unos tragos y jugar algunas partidas de tejo, la noche corrió normal sin ningún tipo de discusión, no obstante en algún punto de la media noche, Contreras comenzó a realizar comentarios sobre la esposa de Díaz, a su vez Mosquera comenzó a reclamarle que su mujer era una "calentona", que se paseaba por el pueblo calentando a los hombres con su vestimenta. Díaz indignado con lo que decían sobre su mujer insultó a ambos hombres y se retiró del lugar para evitar que el problema fuera a mayores; sin embargo, la cosa no quedó ahí.
Mosquera y Contreras siguieron a Díaz camino a su casa con ganas de seguir con la conversación, al parecer Mosquera se sentía fuertemente atraído por la esposa de Díaz, quien según él lo seducía y tentaba cada vez que llevaba comida al esposo al trabajo. Ante esto Díaz no toleró más las palabras de los hombres y decidió enfrentarlos, pero el pobre obrero no pudo hacer absolutamente nada, ya que en cuestión de segundos y sin siquiera dar una advertencia, Mosquera sacó de su cinto una machetilla y se la clavó en el cuello en varias ocasiones de manera violenta, hasta que Díaz de apenas 22 años dejó de moverse.
Al ver lo que habían hecho, ambos hombres tomaron el cuerpo del obrero, lo llevaron hasta el Río Jabillos y allí cavaron una fosa de casi un metro y ocultaron el cadáver. Contreras, consiente del asesinato, le dijo a Mosquera que se las arreglara solo, que él se iba a Colombia, cosa que hizo a primera hora de la mañana.
Por su parte Mosquera, tras finalizar el relato a los oficiales, los guio hasta la zona donde escondió el cuerpo de Díaz. Él mismo lo desenterró y lo cargó durante dos horas hasta la jefatura médica de Coloncito.
Los datos de esta historia se encuentran resguardados en la Hemeroteca Estadal "Pedro Pablo Paredes", ubicada en la sede del Liceo Alberto Adriani en San Cristóbal.
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