Tres disparos en el pecho terminaron con la vida del celador dejando huérfanos a ocho hijos

Crédito: Karen Roa

 Tres disparos en el pecho terminaron con la vida del celador, dejando huérfanos a ocho hijos

Héroe inesperado: historia del custodio que se enfrentó al crimen

María Cárdenas | La Prensa del Táchira.- El 13 de diciembre de 1985 empleados de una popular pollera ubicada en San Rafael de Cordero, se preparaban para iniciar su jornada y compartir amenamente, ya que se encontraban en épocas de fiesta; sin embargo a las 10:30 de la mañana cinco hombres armados entraron al negocio en un aterrador suceso que ninguno de ellos olvidaría.

Tanto los empleados y el dueño de la pollera quedaron indefensos ante los maleantes, quienes cubrieron sus caras con pantimedias y apuntando con sus armas exigían la llave de la oficina principal, en la cual se encontraban los sobres con los pagos de aguinaldos de todos los trabajadores. Tras tomar el dinero los maleantes amenazaron al propietario de la pollera para que les entregara las llaves de su camioneta para emprender la huida, el dueño no tuvo más opción que entregarla y los criminales subieron a la camioneta y cuando pensaban que habían logrado su objetivo, de la nada un hombre armado, solo con un machete se guindó de una de las puertas para intentar detener a la peligrosa banda. 

Carlos Pinto, un obrero originario de Mérida, se desempeñaba como celador de la pollera, se percató de los criminales y de alguna manera se las arregló para desaparecer de la vista de ellos durante el robo, permaneciendo oculto y esperando su oportunidad para detenerlos. Cuando observó que los criminales estaban a punto de huir, Pinto tomó su machetilla para enfrentar a los criminales, agarrado de una de las puertas traseras, logrando herir en varias ocasiones a uno de los maleantes; sin embargo el celador no contaba que estos detonaron sus armas. 

Pinto cayó sin vida en la entrada de la pollera, tres disparos en el pecho terminaron con su vida, dejando huérfanos a ocho hijos. No obstante la acción de Pinto no sería en vano, este frustrado ataque a la camioneta descontroló a los criminales, quienes con frialdad habían ejecutado el robo que por poco sale perfecto. De los nervios, el conductor de la camioneta perdió el control de la misma y cayó a una cuneta, unos pocos metros de la pollera. Ante el accidente, los cinco criminales decidieron separarse y emprender la huida, cada uno por su lado. 

El criminal herido por los machetazos de Pinto abordó un autobús que se dirigía hacia Táriba, cubriendo sus heridas con una ruana planeaba escapar hasta su guarida en el centro de la ciudad, pero no se esperaba que un punto de control de la policía, que ya había sido avisada del robo y asesinato, se encontraba haciendo un operativo para capturar a los criminales y justamente abordaron la unidad. La actitud nerviosa y la sangre llamativa en su ruana delataron rápidamente al criminal que fue capturado.

Peligrosa banda 

Gabriel Pastrana era de esos criminales incorregibles de la ciudad, con un prontuario delictivo desde robo, venta de drogas, secuestro entre otros, fue identificado por los trabajadores de la pollera quienes en medio de la indignación exigieron a los oficiales que soltaran al hombre para ellos mismos cobrar venganza por la muerte de Pinto. 

Dado al gran historial delictivo, Pastrana tenía gran experiencia en la sala de interrogación, los oficiales no consiguen que delatara a sus secuaces; sin embargo días después, tras confirmarse que Pastrana fue quien accionó el arma contra Pinto, los oficiales comenzaron a negociar su sentencia si delataba a sus cómplices, con esto en mente y con la probabilidad de que si no hablaba pasaría el resto de su vida en la cárcel, Pastrana empezó a dar información a los oficiales.

Resulta que el robo a la pollera estaba planificado desde hace varias semanas, cuidadosamente se planificó, incluso una semana antes tuvieron un intento frustrado al percatarse de que había mucho personal, por lo cual esperaron un día más. El grupo formado por malhechores,  tanto tachirenses como colombianos, formaban parte de la peligrosa banda criminal "Los Provea", la cual se dedicaba a los secuestros y robos de banco, justamente un mes antes del crimen, habían robado un banco en Táriba.  

Pero aún existía una incógnita para los oficiales y era el líder de la banda. Poco a poco, Pastrana fue liberando más información y resulta que todos los movimientos de los criminales, eran orquestados desde la Cárcel de Santa Ana. El líder de la banda quien pagaba una condena por asesinato y tráfico de estupefacientes se las arreglo para mantener en movimiento los malhechores quienes escondían su parte del botín en un lugar seguro para cuando este consiguiera ser liberado, puesto que según oficiales a pesar de su expediente criminal este contaba con una conducta intachable en el centro penitenciario.

Con la identidad de gran parte de los miembros de la banda, los oficiales instauraron diferentes operativos en distintos puntos de la ciudad; sin embargo, solo Pastrana continuaba como el único recluido. Pasó el tiempo y los oficiales informaron que probablemente los criminales habían logrado burlar a las autoridades y trazaron su huida hacia la frontera colombiana. 

Los datos de esta historia se encuentran resguardados en la Hemeroteca Estadal "Pedro Pablo Paredes", ubicada en la sede del Liceo Alberto Adriani en San Cristóbal.

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