Una vieja leyenda que inició en 1973 a raíz del suicidio de una de las enfermeras que por un desamor acabó con su vida aparece en los pasillos de su trabajo atendiendo y ayudando pacientes

Crédito: Karen Roa

Una vieja leyenda que inició en 1973 a raíz del suicidio de una de las enfermeras, que por un desamor acabó con su vida, aparece en los pasillos de su trabajo atendiendo y ayudando pacientes

Los tacones de una enfermera retumban en los pasillos

Redacción | La Prensa Táchira.- En los pasillos de la reconocida Policlínica, un centro de salud privado en la ciudad de San Cristóbal, se escuchan los fuertes pasos de una mujer en tacones que recorre el piso de cardiología cada madrugada. El rumor de su paso era un secreto a voces que sólo se comentaba entre los trabajadores de la clínica. Era una historia que Dora, una joven enfermera, no conocía y el día de su primera guardia nocturna escuchó aquellos tacones. 

Dora estaba concentrada leyendo un libro para así no quedarse dormida, eran alrededor de las 12 de la noche cuando escuchó los primeros pasos en tacones, la joven se asustó y a pesar de su nerviosismo fue a verificar quién era la persona que recorría el lugar, al percatarse que no era nadie, se generó una incógnita en ella, pues era la única persona que estaba en el piso de cardiología.  

La enfermera que estaba muy emocionada por comenzar a trabajar en esta clínica, no se imaginó que pasaría tal susto horas después. Ya se acercaban las tres de la mañana y Dora se propuso que a las tres exactas realizaría un recorrido por las habitaciones para examinar el estado de los pacientes que se encontraban hospitalizados en el piso esa noche. Cuando ya el reloj marcaba las 3:00am, Dora comenzó su recorrido. 

Al ingresar a la primera habitación, la paciente que allí se encontraba le informa a Dora que otra "enfermera" le había tomado la tensión media hora antes, y que le explicó que se encontraba muy bien. 

El comentario de la paciente genera dudas en Dora, puesto que era la única enfermera de turno. Sin darle mucha importancia a lo dicho, la enfermera se dispone a visitar a un joven que había sido operado a corazón abierto y su estado de salud era delicado. Cuando Dora le pregunta que cómo se sentía, el joven responde "me siento bastante mejor, la otra enfermera vino hace rato y me dijo que estaba respondiendo bien al tratamiento, gracias a las dos por cuidarme tanto y estar pendiente de mí". En ese momento, Dora confirmó que algo extraño estaba pasando, nadie más que ella estaba autorizada para cuidar a los pacientes, y los extraños pasos de mujer en tacones ya la habían puesto alerta.

Se dispuso a recorrer todo el piso para encontrar a la otra supuesta enfermera amable y entregada que revisaba los pacientes antes que ella, al no encontrar nada, sólo pasillos solitarios y silenciosos, el terror embargó a la muchacha que corrió llena de temor hasta la recepción del piso de cardiología, donde esperó que se hicieran las seis de la mañana y que llegaran sus compañeras para intercambiar turnos. La pobre Dora no logró dormir en ese tiempo por miedo que la mujer en tacones diera otro paseo por los pasillos. 

Al llegar sus compañeras, todas le preguntaron qué le ocurría, pues su cara era pálida, con miedo y con ojeras bastante pronunciadas. Dora llena de nervios contó lo sucedido y la presencia de un fantasma en tacones que se hacía pasar por enfermera y conversaba con los pacientes. Una de las enfermeras le respondió "tranquila, seguro es Natalia que de nuevo anda taconeando los pasillos de la clínica, ella era una de las mejores enfermeras y falleció hace algún tiempo, pero aún recorre el piso para visitar a los pacientes, los atiende y revisa; es como un ángel", dijo. 

Dora extrañada, y aún asustada tomó sus cosas y se fue a descansar a su casa. La aparición de la enfermera en tacones la dejó consternada y salió huyendo de la Policlínica. 

¿Qué pasó con ella?

Natalia era una de las más queridas y entregadas enfermeras que trabajaba en la clínica. Era noble, audaz, y muy buena profesional. Estaba perdidamente enamorada de su esposo, de tal magnitud que el día que él le pidió el divorcio, la noticia impactó tanto a Natalia que se suicidó.

Su recuerdo aún camina en los pasillos del piso de cardiología, en tacones, y visita a los pacientes en sus habitaciones para verificar su estado de salud, así como lo hacía en vida. 

Su repentina y trágica muerte conmocionó a la comunidad médica de 1973, nadie se esperaba que una mujer tan llena de energía decidiera acabar con su vida a causa de un divorcio.

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