Un total de siete puñaladas repartidas en diferentes partes de su cuerpo terminaron con la vida de Anna

Crédito: Karen Roa

Un total de siete puñaladas repartidas en diferentes partes de su cuerpo terminaron con la vida de Anna

Asesinó a su novia y dijo que su intención solo era educarla

María Cárdenas | La Prensa del Táchira.- El 20 de mayo de 1993, un hecho atroz impactó a la comunidad sancristobalense cuando, en plena intersección de la Séptima Avenida y la Carabobo, fue encontrado el cuerpo de una mujer brutalmente asesinada. 

La mujer fue encontrada por dos patrulleros policiales que se encontraban haciendo su ronda durante la madrugada de aquel fatídico día. A lo lejos, en plena acera, divisaron el cuerpo de una mujer que parecía estar descansando, sin embargo, al acercarse al lugar divisaron la sangre y se encontraron con la dantesca escena.

Un total de siete puñaladas repartidas en diferentes partes de su cuerpo terminaron con la vida de Anna, una mujer originaria de Carora, estado Lara, de apenas 34 años de edad. Los oficiales de la Policía Técnica Judicial se encontraban desconcertados ante el hecho, ya que no había testigos ni pistas que pudieran guiarlos hacia el asesino y el motivo que lo llevó a tal brutal asesinato.

Los oficiales que solo contaban con los documentos de la mujer comenzaron a trabajar en diferentes hipótesis, la primera de ellas podría tratar de un robo, no obstante la víctima aún contaba con varios objetos personales, entre ellos su cartera; por otro lado se manejaba un crimen de origen pasional, dadas las lesiones tan violentas en el cuerpo de la mujer. 

A los pocos días a la sede policial se hizo presente una mujer que decía conocer a Anna, ella contó a los oficiales que la mujer se encontraba en San Cristóbal recuperándose en una clínica de rehabilitación por un problema de drogas; sin embargo, su evolución había sido muy satisfactoria en los últimos meses, por lo cual se había ganado el derecho de salir a pasear por la ciudad, pero que siempre procuraba llegar a la clínica antes de que oscureciera, cosa que no pasó aquel 20 de mayo. 

Tras esto los oficiales consiguieron hablar con conocidos y amistades de Anna y consiguieron averiguar que la mujer desde hace algún tiempo llevaba una relación amorosa con un obrero de la ciudad llamado Miguel. El hombre en primera instancia parecía ser una buena persona, según comentarios, lo que nadie sabía era el oscuro pasado del obrero. 

El secreto

La PTJ consiguió dar con el puesto de trabajo de Miguel, pero informaron que  desde aquel martes el hombre no se había presentado, tampoco encontraron nada en su residencia; sin embargo los oficiales hicieron un terrible descubrimiento. Resulta que Miguel se encontraba bajo régimen de presentación, ya que se encontraba cumpliendo una condena desde el año 91, cuando de múltiples puñaladas asesinó en Caracas a la que entonces era su novia. 

Con esto en mente, la policía no tenía dudas de que Miguel era el responsable de tan terrible suceso, no obstante el hombre no había dejado señales de dónde se encontraba. Tras conocer el secreto del obrero, los oficiales iniciaron diferentes operativos para dar captura al amante psicópata que probablemente habría acabado con la vida de Anna. 

Tras varias semanas,  finalmente los oficiales, en medio de un operativo, consiguieron capturar a Miguel, quien se encontraba refugiado en los municipios fronterizos. Al ser arrestado, los oficiales conocieron los detalles de tan dantesco día. Resulta que Miguel se reunió con Anna aquel 20 de mayo, la mujer cansada la actitud psicópata y posesiva del hombre, estaba decidida a dar fin a la relación, cosa que Miguel no se tomó muy bien, por lo que se desató una acalorada discusión y la mujer buscando marcharse del lugar, comenzó a caminar por Avenida Carabobo a altas horas de la noche, mientras Miguel la seguía y continuaba discutiendo. 

Finalmente la mujer le aseguró que su relación se había terminado y pidió que la dejara en paz, a esto Miguel, invadido por la ira, sacó una cuchilla que siempre llevaba en el cinturón y arremetió contra la mujer, acertando siete puñaladas. Miguel viendo lo que había hecho y sin ningún arrepentimiento, abandonó el cadáver y se marchó del lugar. 

Periodistas de la época cuentan que cuando el hombre finalmente fue puesto tras las rejas, dijo de manera fría y sin remordimiento: "mi intención no era matarla, sino educarla", en relación con el triste asesinato de Anna. 

 Los datos de esta historia se encuentran resguardados en la Hemeroteca Estadal "Pedro Pablo Paredes", ubicada en la sede del Liceo Alberto Adriani en San Cristóbal.

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