Redacción | La Prensa Táchira.- Entre paredes de cemento, estructuras remodeladas, fachadas antiguas y calles de piedra se concentran más de cuatrocientos años de historia que forjaron los inicios de la ciudad de San Cristóbal. Lugares llenos de relatos, que construyeron lo que hoy es la capital tachirense.
Todo inició en 1561, cuando Juan Maldonado siendo miembro del Cabildo de Pamplona pisó la tierra llena de montañas y terrenos productores de auyama. Maldonado transformó una villa, en lo que es hoy la Ciudad de La Cordialidad.
La plaza mejor conocida como Juan Maldonado fue el centro de los miembros de la Campaña Admirable que emprendió Simón Bolívar para dar inicio a la libertad del país. Al frente de esta plaza, se encuentran las instalaciones del Edificio Nacional, aquel que Maldonado tomó como propio y lo convirtió en cuartel, donde resguardaban las armas con las que se defendían de los ataques de los indígenas y de los españoles, que intentaban adueñarse de este territorio.
Transformación
Años más tarde, el para entonces presidente Antonio Guzmán Blanco, lo transformó en una cárcel. La misma función que cumplía en la dictadura de Juan Vicente Gómez, donde los presos de la época eran castigados y maltratados en los calabozos que se encuentran en el sótano de esta antigua infraestructura. Celdas llenas de historias, gritos que nunca fueron escuchados.
Fue Marcos Pérez Jiménez en el año 1946, quien inauguró el edificio que hoy se conoce, aunque en 1947 realizó una reinauguración para darle carta abierta a la instalación de las oficinas de los institutos nacionales, que fue la finalidad de Pérez Jiménez cuando modificó este edificio.
Como toda ciudad, San Cristóbal cuenta con su catedral, un espacio construido en los estilos artísticos barroco y toscano, llenos de historias y de fe. Esta infraestructura fue construida en 1621, aunque el terremoto que sacudió a la ciudad en 1644 la destruyó. Fue reconstruida, pero el sismo de 1875 desafortunadamente desmoldó la iglesia por segunda vez.
Desde esa fecha pasó por cambios y reconstrucciones. La última remodelación fue en 1960, cuando el arquitecto Graciano Gasparini finiquitó detalles de la construcción actual. Sin embargo, en las inmediaciones de este recinto eclesiástico todavía permanece parte de la antigua construcción, tal como un pedazo del piso de uno de los altares, parte del techo que aún tiene ladrillos y los mismos colores que tenía en el año de su última construcción. Gasparini quiso conservar esos espacios.
Esta iglesia todavía resguarda el Cristo El Limoncito, el cual ha permanecido desde finales del Siglo XIX. Cada vez que intentan moverlo, el santo aumenta su peso habitual misteriosamente y se rehúsa a irse de su templo.
Sin ir muy lejos, esta es una casa colonial que durante años fue un simple comercio con una humilde vivienda en la parte alta. Actualmente es la Diócesis de San Cristóbal. Un lugar neocolonial de historias y vivencias religiosas del pueblo católico del Táchira, la cual fue considerada Casa Episcopal desde 1969. Su techo es a dos aguas y sus pasillos llenos de plantas le dan paz a este emblemático sitio.
Esta zona histórica fue el espacio donde estuvo Bolívar en la Campaña Admirable, y como de costumbre el Libertador plantaba un árbol en cada lugar que visitaba por primera vez. Esta plaza fue el lugar donde Bolívar plantó "El Árbol de la Libertad" en 1821. Un bonito y frondoso Samán que se muestra aún abundante.
El Libertador inició su recorrido por San Cristóbal, atravesando el populoso sector de Madre Juana, para luego pasar por la "Cuesta Filisco", una calle de piedra que conserva su estilo colonial, aunque las autoridades gubernamentales decidieron pintar parte de sus paredes, para hacer mucho más vistoso y llamativo el corto recorrido. Esta cuesta fue el lugar donde Bolívar le entregó la bandera a María del Carmen Briceño, una de las dirigentes más emblemáticas de la Campaña Admirable. Bolívar le dio esta insignia como muestra de admiración por movilizar parte de la lucha por la libertad de Venezuela.
No obstante, los actos en el marco de la Feria Internacional de San Sebastián son realizados en las inmediaciones de esta zona, en honor a los hechos históricos que ocurrieron en medio del surgimiento de la ciudad cordial.
Todos estos lugares conservan historias, leyendas y vivencias, los inicios de lo que actualmente es la ciudad de San Cristóbal están aún plasmados en sus fachadas y calles. Aunque los años han transformado ciertos aspectos de estos espacios, no han perdido la esencia histórica y emblemática que dejaron los antepasados inculcados allí.
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