Agencias | La Prensa del Táchira.- Daniela Espinoza, una migrante venezolana que reside en Argentina, ganó este martes uno de los cuatro premios del concurso San Pellegrino Young Chef Academy. La competencia, que reunió a 15 representantes de diferentes países, se realizó en Lima, Perú.
Espinoza nació y se crio en Punto Fijo, estado Falcón. Después de estudiar Arte un año, decidió entregarse a la gastronomía. Se inscribió en la competencia San Pellegrino Young Chef Academy, por impulso de sus compañeros, entre ellos Marcelo Saccone, quien trabaja con ella en el Restaurante Azafrán. Ambos fueron representantes de Argentina en esta final regional.
Tras una intensa preparación, varias fases del concurso y una final que duró 72 horas, Daniela Espinoza se alzó con uno de los cuatro galardones del concurso, el Premio Acqua Panna a la Conexión en la Gastronomía, gracias a su plato Costumbres Rotas.
Otros ganadores del San Pellegrino Young Chef Academy fueron Gabriela Sarmiento de Panamá, reconocida como la ganadora de la Final Regional de la S.Pellegrino Young Chef Academy para Latinoamérica, con su plato La Malquerida y con el premio de votación popular Food for Thought y el cocinero Rafael Bayona de Perú con el Premio S.Pellegrino a la Responsabilidad Social por su plato Amazonas. La gala se celebró en el restaurante Astrid & Gastón, en Lima.
Las costumbres rotas de Daniela Espinoza
Daniela, con 8 años viviendo en Argentina, llegó de 17 años a ese país como parte de la diáspora que ha obligado a migrar a casi 8 millones de venezolanos. Su plato refleja de donde viene: "El plato que he ideado es una reversión del plato navideño que siempre se come en mi casa y en toda Venezuela, ya que representa mis primeras experiencias con el paladar. Decidí fusionar la gastronomía venezolana y argentina debido a mi migración, incluí sabores asiáticos y productos de Mendoza, ya que reflejan toda la experiencia que he tenido en los últimos años de mi vida. Este plato mezcla mis orígenes, la historia de mi vida y mis pasiones", escribió Daniela en la ficha que entregó a la academia.
Su plato incluía cuatro elementos:
La hallaca: el símbolo más importante de la Navidad venezolana. La preparó con maíz pilado con aceite de onoto y una textura de hoja de plátano en almíbar de papelón, cubierta con un polvo de aceitunas negras y hojas de parra, sobre una base de paté de pasas de Moscatel, productos típicos mendocinos. Este elemento era una especie de masita de maíz pilado como un bollito.
El pan de jamón: la versión de Daniela Espinoza era pan muy chiquito, una rodaja de un bocado, de masa brioche con jamón de jabalí ahumado de Malargü, tradicional de la región andina argentina, aceitunas negras en salmuera de Maipú y pasas de uva Moscatel como parte del relleno. La masa estaba barnizada con papelón.
El asado negro. la proteína principal fue una versión asiática de asado negro. La joven cocinera utilizó pierna de chivo de Lavalle, un producto típico de Mendoza, procesada en salmuera y luego ahumada para cocinarla al estilo charsiu en taré. Quizás en perfil de sabor es la preparación que menos conectaba con la receta tradicional.
Ensalada de gallina: llevada al campo de la alta cocina, la base fue una emulsión de manzana verde y una mousse de zanahorias, cubiertas por un carpaccio de manzanas, aceite de perejil, arvejas frescas, zanahorias en salmuera de shio-koji y una espuma de papa bañada con una demi glace de gallina.
Daniela, con su voz, logró convencer a los mentores que la cocina evoluciona y se adapta, se transforma con la migración, con la historia personal, conectando las tradiciones con el futuro.
Fuente informativa: El Estímulo / Red de Noticias
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