En el lugar no encontraron nada ms ni pistas ni ningún indicio de quién podría haber perpetrado el crimen del gerente

Crédito: Karen Roa

En el lugar no encontraron nada más, ni pistas, ni ningún indicio de quién podría haber perpetrado el crimen del gerente

El cadáver abandonado en Santo Domingo: el gerente traicionado 

María Cárdenas | La Prensa del Táchira.- Durante el mes de febrero de 1989 en los alrededores del Aeropuerto de Santo Domingo del Estado Táchira, Lucio Medina comisario de la ciudad se encontraba caminado por sus alrededores cuando algo extraño llamó su atención, en una cuneta entre los matorrales se podía ver una silueta como si se tratara de una persona dormida, Medina al aproximarse nota el olor que emana del cuerpo y no necesita acercarse más para saber qué se trataba de un cadáver.

El comisario da aviso a la Policía Técnica Judicial (PTJ) que rápidamente llegó al lugar  y confirmaron lo que temían desde hace varios días. El cadáver abandonado fue identificado como Manuel Briceño, un ex gerente de bancos oriundo del Zulia, pero desde hace once años vivía en San Cristóbal. Briceño había sido denunciado como desaparecido por su familia diez días antes, tras encontrar su automóvil abandonado en un centro comercial de la parte alta de la ciudad.

Los oficiales a cargo del caso comenzaron a inspeccionar la zona en búsqueda de pistas debido a que durante esos días se había decretado paro de transporte; era muy poco el movimiento en el sector. Al mirar de cerca el cuerpo de la víctima, pudieron confirmar no solo que poseía su cartera junto a sus documentos, sino también un reloj fino, un anillo de oro y unos lentes negros puestos como si se intentara cubrir del sol. Una de las cosas que llamó la atención a los oficiales era el grado de descomposición del cuerpo, que hacía presumir que su muerte habría sido varios días antes.

En el lugar no encontraron nada más, ni pistas, ni rastros, ni ningún indicio de quién podría haber perpetrado el crimen del gerente bancario. Con la autopsia se pudo conocer que Briceño habría muerto a causa de un disparo en el pecho, directo al corazón el mismo día que se denunció su desaparición, por lo cual el o los asesinos mantuvieron el cuerpo escondido y después lo abandonaron en los alrededores del aeropuerto. 

Sospechosos

Dado que durante las últimas semanas los detectives se habían encargado de reunir información para saber el paradero de Briceño, una persona entre sus allegados llamaba la atención; Miguel Montiel, un ganadero y comerciante zuliano que además de ser amigo desde hace varios años de la víctima también era socio de negocios. El ganadero desde hacía un año se había estado alojando en San Cristóbal y en Rubio, no obstante, tras la desaparición del gerente su rastro parece haberse esfumado.

Tras el descubrimiento del cuerpo los oficiales comenzaron a revisar las residencias de Montiel pero no había rastro del hombre, los policías del municipio le avisaron a los detectives que habían encontrado un vehículo abandonado, un Toyota Corolla el cual al inspeccionar de cerca se encontraron rastros de sangre en el maletero. 

Al indagar en la procedencia del automóvil resulta que este había sido alquilado hace varias semanas en la Fría por Montiel. La sangre encontrada en el maletero efectivamente pertenecía a Briceño, por lo cual este fue el vehículo utilizado para transportar el cuerpo.  

Con las pruebas los oficiales iniciaron un operativo de búsqueda, no solo en el Táchira sino también en el Zulia para encontrar el paradero del ganadero, quien ahora era único sospechoso del asesinato del gerente; sin embargo todo esto fue en vano. El paradero de Montiel no fue ubicado, se especulaba que tal vez tras cometer el asesinato inmediatamente habría emprendido su huida hacia Colombia.

En cuanto a las razones del crimen, poco se sabía sobre los hechos que llevaron al asesinato del gerente, pero semanas después trascendió que al parecer Montiel se encontraba enojado con Briceño por la perdida de un dinero que invirtieron en un negocio juntos y este en represalias le puso fin a su vida. 

 Los datos de esta historia se encuentran resguardados en la Hemeroteca Estadal "Pedro Pablo Paredes", ubicada en la sede del Liceo Alberto Adriani en San Cristóbal.

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