Con la ropa desgarrada y hematomas por todo su cuerpo fue encontrado el cadver en una taquilla de la Plaza de Toros

Crédito: Karen Roa

Con la ropa desgarrada y hematomas por todo su cuerpo fue encontrado el cadáver, en una taquilla de la Plaza de Toros

El terrible crimen contra una joven madre en la plaza Monumental

María Cárdenas | La Prensa del Táchira.- En los años 90 los alrededores de la Plaza Monumental de Pueblo Nuevo era conocida por su vida nocturna, un lugar en donde los jóvenes y adultos de la época buscaban pasar un rato ameno con amigos y familia; sin embargo en la mañana del viernes 15 de marzo de 1991, un vigilante de la zona hizo un descubrimiento atroz al encontrar en una de las entradas a las taquillas de la Plaza de Toros, el cuerpo brutalmente asesinado de una mujer.

Con la ropa desgarrada y hematomas por todo su cuerpo fue encontrado el cadáver que hasta el momento no era posible identificar. Los oficiales de la Policía Técnica Judicial señalaron que la mujer no poseía ningún tipo de documentación. La forma de su muerte era difícil de esclarecer debido a los múltiples golpes que poseía en su cuerpo, además tenían fuertes sospechas de que la mujer había sido ultrajada en el sitio.

El cuerpo fue trasladado a la sala de autopsias para determinar la causa de la muerte, además los oficiales acudieron a los medios de comunicación brindando una descripción física de la víctima, para poder esclarecer su identidad. Solo horas después una mujer se presentó en el comando de la PTJ alegando que la mujer se podía tratar de su hija, al identificar el cadáver efectivamente la dama muerta en la Plaza Monumental era Vitermina Ibarra de 29 años, residenciada en el Barrio Alianza y madre de dos niños de siete y nueve años.

Con la identidad de la víctima los oficiales comenzaron a reconstruir los hechos, hablando con personas que se encontraban en el sitio para esclarecer si se trataba de uno o más perpetradores, ya que el resultado de la autopsia arrojó que Vitermina había muerto a causa de asfixia mecánica, tenía fuertes hematomas en el lado izquierdo del cráneo al igual que en diferentes partes de cuerpo, además la joven había sido ultrajada violentamente, ya que presentaba desgarros en su zona genital.

El sospechoso

Tras entrevistar a varias personas y testigos que vieron a Viterminia en las últimas horas de su vida, la policía finalmente tenía un sospechoso, al parecer la mujer fue vista con un joven compartiendo licor durante la noche de aquel jueves. El posible victimario fue rápidamente identificado por los oficiales, no obstante este joven era menor de edad, por lo cual no podían divulgar su identidad. Además según testigos, el menor tras cometer el atroz crimen, habría abordado un autobús con destino a Caracas.

Con esta nueva información el trabajo policial se intensificó, si bien no podrían enviar información del criminal a los medios de comunicación, realizaron diferentes operativos policiales para buscar atrapar al joven en la capital del país. Tras varios días, la PTJ recibió información sobre el paradero del joven, que según el informante, nunca había abandonado la ciudad y se preparaba para cruzar hacia Colombia. Ante esto, los operativos de seguridad se incrementaron en toda la ciudad para dar caza al posible asesino de la mujer.

No obstante, al cumplirse una semana del salvaje asesinato, el joven señalado por oficiales como autor del crimen, se presentó en la comisaría de la PTJ para entregarse. El criminal permaneció escondido en una zona boscosa de la ciudad durante los últimos días, pero al ver la gran movilización policial y no tener los suficientes recursos para emprender su viaje para huir hacia la frontera, decidió entregarse a las autoridades.

Los hechos

Con el joven en custodia policial, los oficiales consiguieron reconstruir el brutal homicidio. Resulta que aquel fatídico jueves Viterminia, cansada de su vida laboral y hogareña decidió tomarse un día libre y disfrutar de una noche de baile en la Plaza Monumental, al llegar al lugar se encontró con un grupo de personas con las cuales compartió hasta cerca de la media noche cuando conoció al joven quien se convertiría en su asesino.

El muchacho comentó a los oficiales que compartió licor y bailó un poco durante algunas horas junto a la mujer, no obstante el asesino parecía tener un serio problema con las drogas y señaló que se encontraba bajo los efectos de estas durante aquella noche. Aparentemente apartó a la mujer del grupo de personas hacia la zona este de la plaza, en donde intentó besarla a lo que esta se negó y fue allí cuando el joven perdió totalmente el control y decidió asesinarla, primero propinándole fuertes golpes en la cabeza, brazos y abdomen, para después estrangularla en el suelo. Tras darle muerte decidió arrancarle la ropa y abusar de ella para finalmente abandonar el cuerpo y huir del lugar.

Si bien el joven confesó su autoría en el crimen poco podía hacer los oficiales, ya que se trataba de un menor de edad y las leyes de la época dictaban que estos no eran responsables de sus actos hasta cumplir los 18 años, por lo cual no podía ser juzgado como un adulto quedando libre al poco tiempo. Ante esto, la ciudadanía se llenó de indignación ante el fatídico suceso que terminó con la vida de una mujer que dejó huérfanos a sus dos pequeños hijos.

Los datos de esta historia se encuentran resguardados en la Hemeroteca Estadal "Pedro Pablo Paredes", ubicada en la sede del Liceo Alberto Adriani en San Cristóbal.

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