María Cárdenas Camacho | La Prensa del Táchira-. Los habitantes de un poblado ubicado en Ureña vivieron el verdadero terror cuando Darío Mackornick, encontró los cuerpos de su cuñada, una octogenaria de 80 años y su joven doméstica brutalmente golpeadas y sin vida en el suelo de la residencia.
Durante la mañana de aquel miércoles 26 de mayo 1993, todo se vivía como de costumbre en Aguas Calientes; todos los vecinos de Rómulo Gallegos vieron a la joven Sorída Vásquez de 25 años dirigirse como de costumbre a la residencia de Eugenia Cervellini, una octogenaria de origen italiano, quien desde hace más de un año había empleado a la joven para que le ayudara con los trabajos del hogar. No obstante, la chica no se imaginó que esta sería la última vez que realizaba su recorrido matutino.
Los vecinos explicaron que en la mañana todo transcurre con normalidad en el sector, de hecho no se escuchó mayor escándalo; sin embargo, la calma se vio interrumpida después de escuchar los gritos de Darío cuando encontró los cadáveres de las mujeres. El hombre llamó inmediatamente a los oficiales, quienes acordonaron la escena e iniciaron las investigaciones.
En la sala principal del hogar se encontraba el cuerpo de Sorída con diferentes heridas producto de golpes y con una manguera plástica enrollada en el cuello, dando a entender que la causa de muerte fue la asfixia mecánica producida por este utensilio. En las manos de la joven se podían ver diferentes indicios de que luchó por su vida hasta el final; sin embargo, se vio superada en fuerza y no pudo hacer nada.
Por su parte, la octogenaria se encontraba en el suelo de su habitación brutalmente golpeada y con una correa en su cuello, siendo asesinada de la misma manera que la doméstica. El crimen, según los oficiales, pudo haber ocurrido entre las 8 y las 9 a. m., no había indicios de que los intrusos forzaran algunas de las entradas y además no faltaba ningún objeto en la propiedad, por lo cual todo era un enigma para los oficiales.
Los hechos
Darío explicó a los oficiales que había pasado por la vivienda para cerciorarse del estado de Eugenia, quien hacía poco tiempo había tenido un accidente del que resultó con una fractura de fémur y se encontraba en silla de ruedas; por lo cual los cadáveres no fueron encontrados hasta pasadas las 12 del mediodía. Asimismo, el hombre al ver el cuerpo de su cuñada en el suelo, fue víctima de una crisis de nervios, explicó luego a los PTJ que faltaba un dinero que él había dejado en la mañana, un total de 16.400 bolívares y algunos objetos pequeños de valor.
Esto levantó las sospechas de los policías que enseguida comenzaron a manejar el crimen como un robo, de igual manera tras realizar todos los trabajos de criminalística lograron encontrar huellas de los criminales, las cuales al igual que los cadáveres de las víctimas serían enviados a la capital para ser analizadas.
Por otro lado, los familiares de la anciana explicaron a los oficiales que hace unos días debieron realizar trabajos de albañilería, por lo cual había varios trabajadores entrando y saliendo durante una semana, sin embargo, dos días antes del homicidio, aquellos trabajos fueron concluidos.
Los criminales
Tras la llegada de los análisis de Caracas, los oficiales consiguieron obtener las identidades de los asesinos y coincidieron con la de tres hombres que trabajan de obreros días antes en el lugar. Con estas pruebas, la policía consiguió deducir que los tres hombres, temprano en la mañana, conociendo que las mujeres se encontraban solas, fueron y tocaron la puerta de atrás; Sorída como ya los conocía, los hizo pasar amablemente sin saber las oscuras intenciones de los criminales.
Los oficiales señalaron que, debido a la forma en que fueron asesinadas, intuyeron que el robo salió mal. En un principio, al parecer, los criminales querían sustraer solo las cosas de valor, pero las mujeres presentaron resistencia a los criminales que tuvieron que improvisar con los objetos que tenían a la mano, por lo cual usaron una manguera que se encontraba en la cocina y un cinturón de cuero en la recámara.
Dos de ellos sometieron a la doméstica, que luchó con desesperación por su vida, dando golpes y arañazos, pero la superaron tanto en número como en fuerza, mientras que el restante acabó con la vida de la anciana, quien se encontraba en su cuarto. Los hombres, al ver lo que habían cometido, tomaron el dinero y el resto del botín y emprendieron huida hasta llegar a tierras colombianas, despistando así a los agentes de la policía.
Los oficiales con las identidades de los criminales estaban desesperados por atraparlos, incluso iniciaron trabajos con la policía del vecino país, puesto que no solo los familiares de las víctimas, sino los residentes del sector clamaban por justicia; sin embargo, los días fueron pasando y no había noticias. Finalmente, los días se convirtieron en semanas, las semanas en mes y tras años, con el caso estancado, este fue cerrado y los tres criminales se fueron impunes, tras cometer el horrible crimen en Aguas Calientes, dejando abierto el caso de la octogenaria y su doméstica, que por solo 16.500 bolívares y un par de prendas de oro.
Los datos de esta historia se encuentran resguardados en la Hemeroteca Estadal "Pedro Pablo Paredes", ubicada en la sede del Liceo Alberto Adriani en San Cristóbal.
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