Unas cartas de amor fueron la pista clave para revelar la identidad de los autores del crimen

Crédito: Karen Roa

Unas cartas de amor fueron la pista clave para revelar la identidad de los autores del crimen.

La historia detrás del asesinato del pastor en Caño Amarillo 

María Cárdenas | La Prensa del Táchira-. El poblado de Caño Amarillo del municipio Samuel Darío Maldonado, se estremeció tras conocer el terrible secreto detrás de la familia Aristizábal, la cual a la vista de todos se mostraba como una pareja perfecta, pero que terminó con el asesinato brutal del patriarca en mayo de 1976.

Eduardo Aristizábal y Carmen Adilia eran una pareja oriunda del Norte de Santander, la cual durante mediados de los años 50 se instalaron en el Táchira, precisamente en el sector Caño Amarillo, en la parroquia Boconó. La pareja, tras años de vivir en la comunidad, forjó una reputación a la vista de todos, parecía un feliz matrimonio, puesto que Eduardo, quien además de tener un pequeño negocio, también era un reconocido pastor de una iglesia evangélica, ambos respetados y con 11 hijos.

Secretos

Lo que muchos no conocían era la terrible actitud de Eduardo, que si bien a la vista de todos era un hombre justo y de buen corazón, dentro de su casa era el más vil y tirano, el cual sometía constantemente a su esposa con malos tratos y golpeaba con regularidad a sus hijos.

La primera tragedia de la familia se dio cuando uno de los hijos mayores quiso formalizar una relación con una chica de la comunidad; sin embargo, para Eduardo la chica era poca cosa y prohibió rotundamente el compromiso e incluso amenazó a la joven para que se alejara de su hijo. Cuando la chica quiso terminar la relación, ya que no aguantaba los tratos de Eduardo, se lo comunicó al joven quien en un ataque de locura le disparó dos veces a la chica con un revolver y luego el mismo se quitó la vida con un disparo certero en la cien.

La actitud de Eduardo empeoró con su familia tras la tragedia, era más agresivo y autoritario, su esposa Carmen llevaba la peor parte: golpes, humillaciones, burlas y amenazas. Poco a poco los hijos de la pareja fueron abandonando el hogar, todo por la actitud del hombre. En medio de toda la disfuncionalidad del hogar, Eduardo, a pesar de ser controlador, no se percató de que uno de los trabajadores de una hacienda cercana se fijó en su esposa Carmen.

El crimen

La noche del tres de mayo de 1976, la Policía Técnica Judicial (PTJ) recibió el aviso de que había ocurrido un asesinato en el sector Caño Amarillo. Rápidamente las patrullas se trasladaron al lugar y se encontraron con la sangrienta escena. Eduardo se encontraba muerto sobre un charco de sangre producto de múltiples puñaladas en la entrada de su casa, junto al cadáver se encontraba su esposa Carmen, quien lloraba inconsolablemente.

La mujer le explicó a los oficiales que dos hombres altos de tez morena llegaron a la vivienda cuando ella y Eduardo se encontraban sentados en el porche; según Carmen los hombres sin mediar palabra arremetieron contra Eduardo, aparentemente llevados por la envidia del éxito del negocio del hombre.

La PTJ no quedó muy convencida con el relato de Carmen, así que comenzaron las investigaciones. Sin sospechosos, la policía tenía poco que hacer, no obstante empezaron a entrevistar a los obreros de las haciendas cercanas. Tras entrevistar a varios de ellos, los oficiales empezaron a buscar órdenes para revisar los lugares en donde descansaban los trabajadores en búsqueda de pistas y, tras varios días, dieron con unas cartas de amor en las cuales se leía los planes para darle muerte de Eduardo.

Por amor

Alfredo Rodríguez era un trabajador de 23 años, que tras llegar en el 75 a la hacienda, rápidamente se fijó en Carmen, quien para entonces contaba ya con 38 años; Rodríguez comenzó a cortejar a la mujer y ambos rápidamente se enamoraron. El amante le pedía a Carmen que huyeran juntos, pero la mujer no se sentía con la suficiente fuerza de enfrentar a su marido, por lo cual insistió que la muerte de Eduardo sería la única alternativa.

Alfredo rápidamente comenzó a idear un plan, en primera instancia, decidió pagarle a un amigo de su infancia para darle muerte al esposo de su amada. Este aceptó el trabajo por 1500 Bs, 500 de adelanto y los 1000 cuando concluyera el trabajo. Rodrigo Flores, el sicario contratado, intentó asesinar a Eduardo en tres ocasiones, pero el hombre, siempre astuto y desconfiado, no le dio oportunidad de cometer el hecho.

Alfredo, frustrado, ideó un nuevo plan para enfrentar al hombre y asesinarlo alegando defensa propia, pero todo salió mal. La noche tres de mayo Alfredo llegó a la puerta de la familia Aristizábal en donde se encontraban en el porche Carmen y Eduardo; Alfredo llegó a reclamar a Eduardo por unas alpargatas de mala calidad compradas en su tienda, rápidamente la discusión se tornó calurosa y Eduardo comenzó amenazar con sacar su escopeta si no se marchaba del lugar. Alfredo que lo odiaba no se aguantó y se lanzó sobre el hombre de 52 años y de cuatro puñaladas lo asesinó.

Los amantes planearon una estrategia para encubrir lo hecho por Alfredo; sin embargo, todo se vino abajo cuando se descubrieron las cartas de amor entre ambos, en donde relataban sus planes de asesinar a Eduardo. Los criminales fueron llevados a prisión y señalaban no arrepentirse del crimen, puesto que finalmente ya podían estar juntos.

Los datos de esta historia se encuentran resguardados en la Hemeroteca Estadal "Pedro Pablo Paredes", ubicada en la sede del Liceo Alberto Adriani en San Cristóbal

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