María Cárdenas Camacho | La Prensa del Táchira-. El 21 de febrero de 1945, en el Centro de la ciudad de San Cristóbal, se vivió un hecho escalofriante y sin precedentes. A plena luz del día y sin que nadie lo impidiera, un hombre asesinó a sangre fría a su pareja.
La tarde de aquel miércoles 21 de febrero marcó un hito en los ciudadanos sancristobalenses, quienes quedaron horrorizados con tal espantoso crimen perpetrado en la Plaza Bolívar, cuando a las cuatro de la tarde los transeúntes divisaron a una pareja discutiendo en pleno corazón del centro de la ciudad. La mujer en cuestión era Bárbara Carrillo de 18 años, quien laboraba como personal doméstico en el restaurante "La Española".
Carrillo no sabía que aquel domingo su vida terminaría, cuando tras varios meses decidió darle fin a su relación sentimental con Enrique Vivas. Muy poco se sabe de la vida de Vivas, quien también residía junto a Carrillo en San Ana y trabajaba como mesero en la pensión "Miraflores". Ambos jóvenes se encontraban saliendo de sus respectivos trabajos cuando la discusión estalló en la plaza.
Los hechos
Carrillo, cansada ya de su relación con Vivas, decidió terminar rotundamente con el noviazgo; cosa que no fue muy bien recibida por parte de Vivas. La discusión estalla en el centro de la plaza, ambos discuten, mientras los transeúntes del lugar observan y al mismo tiempo ignoran el hecho, puesto que se trata de una pareja. Carrillo nota que la discusión no iba a terminar y empieza a caminar al noroeste de la plaza para alejarse de Vivas, quien en un principio atónito la ve alejarse, pero a los pocos segundos comienza a seguirla.
El hombre seguía a la ahora examante por la Séptima Avenida, hablaba y gritaba, pero esta seguía con su andar ignorando sus súplicas. Finalmente, Vivas decide correr e interceptarla frente a la antigua "Botica San Cristóbal", en donde comenzó a gritar y a suplicar que no terminara la relación.
No obstante la mujer se negó rotundamente a lo que Vivas la sostuvo por los brazos para evitar que esta se fuera, pero Carrillo opuso resistencia e intentó soltar el agarre del hombre, quien sin pensárselo mucho sacó su puñal insertándolo directamente en la cara a Carrillo. La mujer, ya herida de muerte, recibió nuevamente otra puñalada, esta vez en el costado. Ya en el suelo, la ira de Vivas no se apaciguó y apuñaló dos veces más a la joven de 18 años, quien fue asesinada a la vista de los transeúntes del centro de la ciudad, quienes quedaron perplejos ante el sangriento y brutal crimen.
La amaba
Tras cometer el atroz asesinato, Vivas conmocionado por lo que había hecho iba a emprender una rápida huida del lugar; sin embargo, el Sargento Primero del Ejército, Raúl Tarazona Linares junto con un chofer de taxis, quienes recién llegaban al lugar, se percataron de la escena y enseguida dieron cacería al hombre atrapándolo rápidamente. ¡Lo hice porque la amaba!, gritaba Cristian Vivas mientras forcejeaba con sus captores, y una y otra vez el hombre seguía repitiendo lo mucho que amaba a Carrillo, quien tras cuatro puñaladas, ya sin vida, se terminaba de desangrar en la calle.
Los medios de comunicación llegaron rápidamente al lugar de los hechos y empezaron a recopilar información del suceso con los transeúntes, quienes fueron testigos del crimen. La ciudadanía, aún conmocionada, señalaba la degradación social que había en la ciudad, la cual era sumamente tranquila. Otros culpaban las películas violentas que eran proyectadas en los diferentes cines de San Cristóbal. "Más películas inmorales y libros pornográficos para este pueblo", indicó un hombre a los medios, haciendo referencia a la actitud trastornada del joven.
El suceso, que corrió como pólvora por la ciudad, fue recibido con indignación por la comunidad en general, que estaba horrorizada por el crimen cometido por Vivas, quien sin compasión y a plena luz del día, acabó con la vida de la joven Carrillo.
Ante esta situación, algunos medios conservadores del estado, señalaron la degradación social que existía en la ciudadanía, lo poca cercanía con la iglesia, además indicaban que el asesinato de la joven "era una huella de sangre estampada en la Plaza Bolivia, que clama por el retorno a los principios fundamentales de la sociedad". De igual manera condenaron a "la prensa amarillista que hizo eco de cada uno de los escabrosos detalles del hecho".
Detenido
La acción rápida del Sargento Tarazona, quien evitó que Vivas se diera a la fuga, facilitó el trabajo de la policía que rápidamente y con todas las pruebas puso al hombre a la orden de los tribunales para ser juzgado por el brutal crimen de Bárbara Carrillo.
No obstante, poco se sabe del castigo que sufrió Vivas, puesto que no hubo mucho seguimiento sobre el atroz caso, por lo tanto no se tiene conocimiento ni de la sentencia ni condena del ciudadano.
Poco a poco el rastro de sangre de Carrillo sobre la acera en el centro de la ciudad se fue borrando al igual que el suceso, el cual se ha convertido en uno de los crímenes pasionales más brutales que se vivieron en la primera mitad del siglo XX y uno de los más notorios, puesto que todo sucedió a plena luz del día y a la vista de muchas personas.
Los datos de esta historia se encuentran resguardados en la Hemeroteca Estadal "Pedro Pablo Paredes", ubicada en la sede del Liceo Alberto Adriani en San Cristóbal.
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