Las autoridades detenían a cualquier practicante de las artes místicas en el Tchira durante la década de los 50

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Las autoridades detenían a cualquier practicante de las artes místicas en el Táchira durante la década de los 50

Castigos severos para quienes practicaban artes místicas

María Cárdenas | La Prensa del Táchira-. A mediados del siglo pasado en las calles de San Cristóbal y el resto del Táchira reinaban en los rincones más oscuros practicantes de las artes místicas, quienes aseguraban crear hechizos potentes, para castigar, enamorar o dar abundancia, de igual forma no solo afirmaban curar enfermedades, sino también poder hablar con espíritus del más allá, en especial con los próceres de la independencia.

Ante este auge de practicantes de artes oscuras, la Seguridad Nacional estaba más activa que nunca para detener, multar e incluso llevar a la cárcel "a estos charlatanes, quienes no solo alteraban el orden público, sino que también eran un peligro para la salud de los ciudadanos", quienes de manera incauta bebían sus brebajes y usaban sus pomadas "mágicas", sin saber los contenidos de las mismas.

Invocando a Bolívar

Durante el año1952, en una casa en Barrio Sucre, fue detenido infraganti Damián Zambrano, un conocido brujo de 72 años de edad. La Seguridad Nacional llegó justo en el momento en que el hombre se encontraba invocando los espíritus de Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, los cuales, según el hechicero, eran los espíritus más poderosos y los únicos que podían cumplir todas las ambiciones de los hombres.

Con un bastón en mano que, según Zambrano, pertenecía al propio Libertador, el brujo de Barrio Sucre intentó explicar a las autoridades que toda su obra no se trataba de charlatanería, sino que él hizo un pacto con los espíritus del más allá para obtener poderes especiales y comunicarse con ellos. Incluso mostró la pluma de pavo real y el documento que, según firmó con los seres sobrenaturales.

La policía incautó varias pertenencias del hombre como una "varita mágica", medallones mágicos y una cantidad de medicamentos valorados en más de 3000 mil bolívares, cantidad que Zambrano justificó diciendo que los espíritus le enviaban dinero.

Además, entre sus pertenencias se encontraban libros con numerosos conjuros y pactos, al igual que un amuleto amarillo, el cual, según el brujo, no podía ser tocado hasta el final de su vida, puesto que en este se encuentran numerosos secretos de las artes oscuras. Finalmente, el hombre fue puesto a las órdenes de tribunales en donde se le acusó de practicar la medicina de manera ilegal, ya que Zambrano también hacía de curandero local, cobrando la suma de dos bolívares.

La bruja

En 1953, la Dirección General de Policía (Digepol), capturó a la señora María Díaz, en su residencia, la cual no solo era su hogar, sino también su consultorio, en donde los incautos accedían a dejarle sumas de dinero a cambio de encantamientos.

Durante el operativo fueron arrestadas varias damas seguidoras y practicantes de hechicería bajo la tutela de Díaz. Asimismo se decomisó un altar, un gato negro, una bola de cristal, varias imágenes de santos, figuras de satanás, cuadros del general Juan Vicente Gómez, retratos de personas conocidas de la comunidad y un libro personal de oraciones en donde destacaban "El tabaco", "El Anima Sola", "San Cipriano al revés", entre otras cosas.

La mujer fue puesta bajo órdenes de tribunales después que varias de sus víctimas la denunciaron por estafa, una de ellas comentó que Díaz le habría obligado ir al cementerio a la media noche a "cantar como gallo tres veces" y pronunciar el conjuro "Abracadabra", para así cumplir todas sus ambiciones.

Los brujos de la Fría

Unos meses después, el Servicio Estadal Criminológico (SEC) dio con el paradero de dos individuos quienes desde hacía varios meses habían ganado gran popularidad en la Fría.

David Grimaldo y Luis Alfonso Carrascal, fueron detenidos por las autoridades por practicar artes oscuras, estafar a los ciudadanos y ejercer la medicina de manera ilegal. Los hechiceros, quienes eran indocumentados del vecino país, sedujeron a la población de la Fría con sus amuletos, brebajes y pomadas mágicas, las cuales estaban al alcance del bolsillo de los habitantes.

Los hombres claramente estafaban a sus víctimas y dependiendo de su posición social elevaban o disminuían el valor de los supuestos objetos mágicos. Esto les hizo ganar buena popularidad e incluso instalaron un consultorio en donde atendían a numerosas personas.

Los dioses del amor

Durante esta misma década la DGIPOL capturó en flagrancia a un grupo que se hacían llamar los "Dioses del amor", los hechiceros de origen indígena se paseaban por las calles de San Antonio, promoviendo sus artes mágicas que provienen de las más antiguas prácticas de las primeras personas que habitaron en el continente.

El grupo compuesto por indios Putumayo de origen colombiano llamados Santa Jacomonicoy, Rosa Chavoy, Domingo Chavoy y Miguel Alsesoy, tenían como objetivo atravesar el país para ofrecer sus hierbas, pomadas, pulseras y amuletos mágicos, en especial la raíz llamada "Queredme", la cual según los "Dioses del Amor", tenía grandes poderes para hallar a la pareja perfecta.

Los datos de esta historia se encuentran resguardados en la Hemeroteca Estadal "Pedro Pablo Paredes", ubicada en la sede del Liceo Alberto Adriani en San Cristóbal.

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