Sábado 29, Marzo, 2025
Marlyn Pernía | La Prensa Táchira.- A lo largo de la historia existen numerosos casos que describen una serie de perturbaciones inexplicables en algunas hogares del Táchira. Misteriosos ruidos, desplazamiento de objetos, olores extraños que surgen de la nada, voces que susurran nuestro nombre o visiones espectrales son algunas de las experiencias que vivieron los testigos.
La historia se encuentra plasmada en los libros de Lolita Robles de Mora, titulada "LA CASA EMBRUJADA DE BARRIO SUCRE" uno de los misterios que encierra una casa de fines de siglo.
En la actualidad los habitantes del sector ignoran lo ocurrido hace algunos años en el lugar, pero a Milagros García le parece fascinante este tipo de historias que para la colectividad es un hecho muy apartado de su realidad.
El relato narrado en "Leyendas del Táchira" cuenta que hace unos años atrás una pareja compró una hermosa casa al final de la calle principal de Barrio Sucre. Era de dos plantas, su construcción de estilo colonial tenía en la fachada un amplio balcón. Desde el primer momento les agradó, pero muy ajenos estaban de lo que allí ocurría.
Milagros dice que cuenta la leyenda que era una casa espaciosa, bien construida, lo que necesitaban para una familia numerosa y con un precio muy accesible para ellos, no perdieron la oportunidad de adquirirla junto con algunos muebles de la casa, por lo que la mudanza fue muy rápido.
El primer día transcurrió tranquilo, pero al llegar las seis de la tarde la casa se pobló de ruidos extraños: arrastraban muebles, los platos sonaban en la cocina como si se rompieran, se oían susurros y gran cantidad de sonidos raros, las puertas cerradas con llave se abrían y cerraban, por lo que no pudieron dormir, según la historia contada.
Lo extraño era que durante el día todo volvía a la normalidad, pero por las noches regresaban los ruidos extraños, "fue lo que una vez escuché del lugar dice Milagros". Un día estaban viendo un programa de televisión y de pronto les apagaron el televisor o le cambiaban el canal. Si lo apagaban se prendía solo. Las luces de la casa se prendían y se apagaban; lo mismo ocurría con las llaves del agua que de pronto sé abrían o se cerraban.
Ninguno quería dormir solo, pero de todas formas nadie podía dormir, todas las noches se escuchaban las puertas y las voces burlonas. Transcurrían los días y cada vez era más insoportable, el día del cumpleaños del propietario de la casa fueron invitados amigos para celebrar, después al oscurecer hicieron una parrilla y comieron todos. Pasadas las diez de la noche las luces se apagaron y se sintieron los pasos de un hombre que arrastraba un fardo, que pasaba desde la entrada, la sala, el comedor hasta el sótano; los amigos salieron espantados de allí cuenta el relato.
Otra noche estaba bañándose tranquilamente la esposa del dueño, cuando sintió una respiración agitada a su lado y luego le soplaron. Se desmayó.
Claridad
La familia había notado que los vecinos los miraban con asombro, pero no les decían nada. Luego, supieron que la casa perteneció a unos españoles y que posteriormente había rodado de mano en mano. Cada vez la vendían más barata y así comprendió él por qué.
Luego supieron que el anterior dueño tenía varios niños pequeños e inexplicablemente uno de ellos se tiro por el balcón y murió, cosa rara puesto que las barandas eran altas. Cabe destacar que solo dos meses estuvieron en la casa, se la vendieron a un abogado que tenía dos niños: un varón y una hembra, que al ser tan bonita y por tener jardines en el interior instaló una piscina pequeña, pero a los días la niña se ahogó.
Después compró la casa mucho más barata, un señor que vivía en el 23 de Enero, y que al saber su historia recaba información acerca de la casa y excavó los sótanos y los patios; al cabo de muchos días encontró un cofre con morocotas y joyas, probablemente de los primeros dueños de la casa. Dicen que a partir de entonces los ruidos extraños, las voces y cosas raras desaparecieron, y la familia vivió feliz con el hallazgo y en la casona.
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