NI POPULISMO DE DERECHA NI DE IZQUIERDA

Cuando se avecina la realización de eventos electorales, se desempolva la histórica figura de la retórica política (485 A.C) aun muy eficaz, para intentar convencer y asegurar electores, sobre la base de modernos programas de Gobierno o de severas críticas y cuestionamientos a la Democracia y sus actores, pues quienes la utilizan para asomar soluciones rápidas y simples a los problemas de Estado, siempre miran al mencionado par, como los obstáculos que hay que desaparecer. En ese sentido, se recuerda como a partir de 1999, se arremetió contra el orden económico, social y político establecido durante 40 años, que derribó el funcionamiento de las Instituciones, convirtiéndolas en verdaderas escuderas de este régimen en detrimento de muy importantes valores democráticos.   

Al amparo del sectarismo político, se nos condenó a un total estado de discriminación o desigualdad, en relación a la élite militarista disfrazada de civil que arribó al poder a través de voto secreto y libre. Justamente este instrumento estratégico de toda Democracia, les permitió afincarse en el poder, y desarrollar acciones que centraron el poder en un solo hombre, al cual, la dirigencia seguidora y buena parte de la masa electoral venezolana, incluidos los abstencionistas de aquellos años, le otorgaron y aceptaron que usara "supuestos poderes", para llevar adelante un necesario proceso de justicia social y de igualdad económica, que no terminó de esa manera. 

Esa confianza popular ilimitada, sin pesos, ni contrapesos del poder, trajeron un populismo de izquierda, que nos ha mostrado, como fue capaz de cambiar para mal, ese orden económico, social y político, y crear una economía desestabilizada, un endeudamiento exagerado, una polarización política que se traduce en división social y una triste y lamentable migración, que ha separado a muchas familias venezolanas. Este populismo de izquierda, que se creyó pueblo, se llevó por delante también al Estado de Derecho, que ha hecho que el Estado-PSUV, todo lo que haga sea aparentemente perfecto o inescrutable, pues para eso, cuenta complementariamente con las Instituciones Públicas, que le dan visos de constitucionalidad o legalidad a sus actuaciones, dado que, en esta clase de regímenes, el poder se ejerce de manera absoluta en aras de imponer sus ideales hegemónicos. 

Convencer masas para sustentar populismos, se realiza con el uso de un "discurso emotivo" que obnubila la razón de mucha gente, para dar paso a sentimientos de acriticidad, que no permiten siquiera, el más leve comentario en contra del personaje o personajes políticos que siguen o apoyan, aunque sean figuras públicas y, después, al darse cuenta de sus errores o equivocaciones con ellos, escurran sigilosamente su respaldo y responsabilidad. De otra parte, al otro extremo del populismo de izquierda, se encuentra el populismo de derecha, que al igual que el primero, considera que la población de un país, se divide entre nosotros y ellos, entre el "pueblo real y sus enemigos". Ambos juegan al todo o nada, olvidando que, en Democracia, se deben forjar consensos entre las principales fuerzas políticas, para evitar que sus enemigos solapados, alcancen el poder para volar sus reglas. 

En definitiva, tanto el populismo de izquierda como el de derecha, tienen espacios de identificación política, ergo, ambos hablan a nombre del pueblo y éste tiene una voz única, que es la voluntad general y un único interprete "el casi impoluto político populista" que toma medidas democratizadoras contra Instituciones o actores de la Democracia liberal, que le gustan a muchos, pero que no captan, que éstas fortalecen a la vez, liderazgos autoritarios, por eso, sería bueno y conveniente oír en el discurso de los precandidatos, cómo mejorar la situación socio-económica de las personas en estado de pobreza, con la finalidad de cambiar la actitud gubernativa respecto de ellos, de no seguir dando, solo mendrugos o dádivas, o cómo eliminar con equidad y eficiencia sus políticas hegemónicas y de control, que los lleven a conocer mejores estadios de calidad de vida, para sacar de una buena vez, de la arena política y gubernativa ambas formas de populismo. 

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