Marlyn Pernía | La Prensa Táchira.- Desde los años de la colonia se veneran las imágenes religiosas, en especial a la virgen y su hijo, pero los pueblos del Táchira reúnen muchas historias de fe que hoy son historias vivas.
Con calles empedradas, casas pequeñas y un ambiente tranquilo como si el tiempo se hubiese detenido; en el pueblo de Toituna del municipio de Guásimos se encuentra aún la virgen que apareció hace más de 300 años, y cuya historia fue relatada por Lolita Robles de Mora, en su libro "Leyendas del Táchira", la virgen Inmaculada Concepción de Toituna, o más conocida como la "Virgen de la Montaña".
La historia contada desde sus paisajes, su clima, sus costumbres la hacen que perdure a través del tiempo. La imagen apareció en una tablita de madera, en la choza de una viejita india llamada Mercedes, en el barrio Gramalote de la parroquia de Palmira, en la época de antaño.
Es importante para la señora Digna Angarita valorar y mantener la historia viva y verdadera, "la viejita Mercedes era pobre y hacía labores en una tablita de aproximadamente 20 x 20 cm, con algodón, pero al ver que surgió una imagen dejó de trabajar en ella".
De una forma particular comenzó a brillar una imagen de la virgen que tenía un parecido a la Inmaculada Concepción, y conforme pasaban los días surgieron detrás de ella dos montañas a los lados, y bajo sus pies la forma de una luna con ojos, nariz y boca.
"En la túnica blanca se dibujaron encajes en el cuello y mangas, el manto sujetado en el hombro derecho se pintó de azul tornasolado, el cabello largo y ligeramente ondulado cae sobre sus hombros, las manos sobre el pecho y una mirada elevada hacia el cielo, con una corona dorada cuyas puntas parecen rematadas por luceros", así es descrita la figura de la imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción en el libro.
En la narrativa del libro se cuenta que la viejita Mercedes por ser pobre vendió su choza a Cecilio Muñoz, un señor hacendado de Peribeca, y con ella la tablita en la que la virgen se encontraba.
Angarita mantiene en su memoria la historia que le contó su padre: "la viejita le vendió su choza para que el señor Muñoz se hiciera responsable de ella, debido a que no tenía familia, pero la señora Mercedes se arrepintió de abandonar la tabla en la que brillaba la imagen y lloraba" por el acontecimiento.
La historia de la virgen comenzó a correr en las tierras de Guásimos y pueblos aledaños, quienes con fervor llegaban a venerar la imagen. Pobladores de San Cristóbal, Peribeca, Capacho y aldeas de otros pueblos se acercaban con fe.
Perdura
La realidad fue que por mucho tiempo la virgen peregrinó por las iglesias de la Villa de San Cristóbal, el templo de La Ermita y en la iglesia de Palmira hasta 1888, según reseña el libro.
Después de tanto tiempo y como resultado de herencia familiar, fue heredada a Juan Sebastián Galaviz.
Digna Angarita descendiente (bisnieta) de Sebastián Galaviz, cuenta que la historia de la virgen fue transmitida a varias generaciones como símbolo de unión con el pasado, y además son manifestaciones de cada pueblo del Táchira.
Galaviz, un hombre del campo en una época sin estudio, pero recto y honesto propuso al cura de la parroquia de Palmira hacer un templo de oración a la virgen para poder ser conservada.
En un ambiente arropado de montañas, huertos y flores con un cálido clima y con nativos genuinos del pueblo de Toituna fue donado el espacio para la construcción de la capilla y una pequeña plaza por el señor Sebastián Galaviz. Una obra donde nace la manifestación espiritual, y costumbre a la virgen de la Inmaculada Concepción de Toituna a sus creyentes.
Según Angarita, quien es integrante de la iglesia, la historia ha sobrevivido en el pueblo por el resultado de la auténtica festividad por la idiosincrasia de sus habitantes y de quienes la visitan durante el mes de febrero.
"Las celebraciones son muy alegres, hechas con pocos recursos que los habitantes disponemos, pero la virgen siempre nos socorre".
"En el pueblo de Toituna continúa viva la leyenda de la aparición de la 'Virgen de la Montaña' y los tachirenses tenemos sensibilidad por la cultura religiosa porque valoramos las imágenes religiosas".
"Los milagros han ido sucediendo, lo prueban la gran cantidad de devotos", reseña el libro.
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