Posaderos del Peregrino: 19 años sirviendo al Santo Cristo de La Grita

Yamile Cárdenas | La Prensa Táchira.- Con la gentileza y calidez que caracteriza al pueblo de La Grita, este año esperan recibir al menos a 10 mil peregrinos provenientes de toda Venezuela, muchos de los cuales caminan desde diferentes ciudades y pueblos de Táchira y Mérida, para "pagar una promesa" o implorar un milagro al Santo Cristo. 

Como muestra del sentido de pertenencia y la unión de los pobladores en torno a la devoción a su patrono, en la organización de estas festividades religiosas y culturales que se desarrollan entre los meses de julio y agosto, confluyen todas las fuerzas vivas de este pueblo privilegiado por sus fértiles y hermosas montañas: productores, agricultores, campesinos, fieles, autoridades gubernamentales y eclesiásticas, cuerpos de seguridad, cultores, artistas y deportistas.

Además de la protección de aproximadamente 500 efectivos de la Guardia Nacional, el Cicpc, la Policía Nacional Bolivariana, PoliTáchira, el Cuerpo de Bomberos, Protección Civil Táchira, médicos y enfermeras voluntarios, tanto los locales como de los visitantes, contarán nuevamente con un grupo de servidores que por 19 años consecutivos han apoyado estas fiestas brindando posada, alimentos e hidratación a los devotos. 

Se trata de la Fundación Posaderos del Peregrino, conformada por alrededor de 50 personas, a los que se suman muchos voluntarios y colaboradores locales. 

Hugo García, coordinador General de los Posaderos, agradece la generosidad del pueblo de La Grita por sus donaciones y apoyo. "La Grita colabora, los ferieros, la gente de los campos, la gente de las aldeas nos regalan las verduras y los aliños. Estamos pidiendo ayuda es para las proteínas. La idea es que nos rinda para poderle dar a todo el mundo". 

"Vemos que los alimentos se nos multiplican a medida que vamos haciendo las ollas de sopa, se nos van duplicando, van llegando más donaciones, es una bendición. El año pasado se repartieron 17 ollas de sopa, entre el 5 y el 6 de agosto", relata García emocionado.

"En el santuario tenemos un área donde recibimos a todo el peregrino que llegue. Le damos ese plato de sopa, ese cafecito o aguapanela con mucho cariño. También hay toldos para hospedarlos o la gente lleva carpas, para al día siguiente seguir al lugar de donde vienen. A veces pasamos hasta tres días sin dormir. La satisfacción que nos queda como fundación es el agradecimiento del peregrino cuando nos dicen: Dios les pague", dice complacido.

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