LA CORROSIVA POLARIZACIÓN

Si hay un factor que ha deteriorado a la democracia y la manera de hacer política, ese es el vicio de la polarización. Lo denomino de esa manera, porque su uso afea el ejercicio serio, ético y responsable de la actividad política, que como bien se ha dicho, debe ser practicada con racionalidad, mesura y responsabilidad, sin llegar a extremos de radicalismo o de odio que hagan imposible procesos de consenso, acuerdos o diálogos entre fuerzas políticas adversarias, que como en los actuales tiempos, muchas veces se consideran enemigas, sobre todo desde el momento en que militares que fracasaron contra la institucionalidad democrática, decidieron participar en ella, con mensajes inapropiados, que paulatinamente fueron repetidos por sus seguidores y desgraciadamente por factores de oposición. 

Desafortunadamente en nuestro país, parece que se ha instalado una forma de pensar polarizada, que enfrenta a las fuerzas políticas del Gobierno contra las de la oposición democrática y, a las de los dos sectores más importantes de esta última, quienes se sienten profundamente divididos en lo político y hasta en lo social, pues al rechazarse unos a otros, los procesos de consenso, acuerdos o diálogos entre todas esas fuerzas políticas estarán cerrados, pues unos son más precisos u honestos que los otros, en la lucha política por relevar al actual Gobierno en las posiciones de Gobierno. En tal sentido, se ve y se estudia cómo los ciudadanos alineados en los distintos bandos polarizados, aceptan o no las opiniones o hechos que ponen en entredicho sus preferencias o ideas políticas. 

La fea y dañina polarización, de otra parte, tiene una forma incivilizada de tratar los debates o discusiones que se suceden en las redes sociales, que no parecen de adversarios, sino de enemigos, que se responden y agreden con el uso de un lenguaje indecente y demonizador, según la politóloga Jennifer Mc Coy, en donde los dirigentes políticos que no son del bando en donde yo milito o activo, carecen totalmente de cualidades o fortalezas para dirigir u organizar movimientos políticos, y por el contrario, tienen gravísimos defectos o perversas intenciones que a la postre ocasionarán el quiebre de las metas trazadas o de los proyectos diseñados, pues la supremacía de cada persona sobre otras, así lo vaticinan y en ese improductivo ejercicio político, llevamos ya cerca de tres años.

La corrosiva polarización, entre las distintas fuerzas políticas nacionales, no ha permitido acabar de una buena vez por todas, con la lesiva división opositora surgida desde el año 2020, cuando hubo particiones partidistas respecto de votar o no en las elecciones parlamentarias o por la judicialización ante el TSJ de los enfrentamientos que se presentaban entre altos dirigentes partidistas, sin que hasta la presente fecha, se hayan producido encuentros o acuerdos que pusiesen resolver esas separaciones, por lo tanto, obviamente esa corrosiva polarización se sigue haciendo duradera y corrosiva, para satisfacción del Gobierno, que recibe de parte de las mismas, pocos cuestionamientos, pues están ocupadas peleándose entre ellas y la Democracia sigue deteriorándose. 

Es la hora también, de que la sociedad civil y política, definan en conjunto una serie de estrategias que puedan ir disolviendo prontamente las conductas obstruccionistas que intensifican la polarización y dejan en el aire a la democracia. No se puede por eso, en opinión de Mc Coy, "seguir tratando la política como un juego de represalias y contra represalias", y continuar perdiendo la perspectiva de que el objeto de las fuerzas políticas es conquistar el poder, para servir al bien común, y lograr erradicar de una buena vez por todas, esta corrosiva polarización, que ha llegado a afectar inclusive la convivencia social, al punto de que en muchas comunidades o grupos humanos, se ha aplicado tristemente, la ley del talión, causando con ello dolor y deseos de venganza que flotan en el ambiente actual. 

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