La historia del ganadero que accedió a una cita con la muerte hace 64 años

Ariana Moreno | La Prensa Táchira.- La mañana del Día de Reyes del año 1959, llamaron insistentemente a la puerta del ganadero Elio de Jesús Molina. Un rostro conocido le entregó una carta firmada por una mujer llamada Omaira Moreno que solicitaba con urgencia su presencia para "encontrar una solución a sus diferencias". Al final del escrito, decía que se encontraba sola y lo esperaba en horas de la tarde en su residencia, ubicada en la carrera 5 número de La Concordia.

Cumpliendo con la cita prevista, el incauto hacendado llegó a la casa N° 6-62, en donde había vivido con Omaira por más de seis años. Al ver la cara de su exmujer, le advirtió que iba desarmado y se dirigió hasta la cocina a tomar asiento. Lo que se dijo en los primeros minutos de conversación es todo un misterio para el público en general. Lo único que se sabe es que el tono de voz de la expareja se fue incrementando con cada reproche, hasta el punto en que se convirtió en una acalorada discusión.

Los gritos y amenazas de Omaira hicieron que Elio de Jesús Molina la tomara por los brazos con la intención de golpearla. En ese momento, un oficial de la Policía salió de una de las habitaciones de la casa y cuando el ganadero advirtió su presencia, desenfundó un revólver que tenía escondido, disparando dos veces contra el policía. El primer tiro no dio en el blanco, pero el segundo se incrustó en una pierna del oficial, identificado como Juan Acosta.

Es entonces cuando, presuntamente, el agente se ve en la necesidad de usar su arma reglamentaria disparando dos veces al pecho del ganadero Elio Molina, quien al ver que había sido herido, se apoyó en un muro pidiendo auxilio.

Dos oficiales más que se hallaban escondidos en otros puntos estratégicos de la vivienda salieron para ver qué estaba sucediendo. Mientras uno de ellos tomaba el arma que había quedado en el suelo y ayudaba al hacendado Elio Molina, el otro pedía una ambulancia para trasladar a los heridos, al recién inaugurado Hospital Central de San Cristóbal.

Pese a los esfuerzos de los médicos y enfermeros de turno, el ganadero Elio de Jesús Molina murió producto de las heridas de bala que se alojaron en el espacio intercostal, ubicado entre las dos costillas. Al otro día, los periódicos de la época abrieron sus páginas de sucesos con los titulares: "Asesinado de dos disparos un ganadero", "Muerto de dos disparos el Sr. Elio de Jesús Molina". 

Surgen preguntas

Nadie podía entender lo que había sucedido el día anterior. Surgieron decenas de interrogantes por parte de periodistas, curiosos y vecinos, quienes se preguntaban qué hacían los funcionarios policiales en casa de Omaira Moreno; qué problemas tenía que arreglar la mujer con el ganadero, y por qué la víctima mintió sobre el arma que portaba. 

Horas más tarde comenzaron las investigaciones. Para tal efecto, fueron conducidos al lugar de los hechos los tres oficiales que habían tomado parte en el acontecimiento, al igual que la exconcubina del occiso, Omaira Moreno, su esposo José Pardo y un testigo ocular del suceso.

Omaira Moreno explicó a los funcionarios que había enviado una nota a Elio de Jesús Molina en la cual solicitaba su presencia en la mencionada dirección. Esta nota le fue enviada en forma escrita por intermedio de un cuñado, quien dice que le llevó la carta a su destinatario a las once y cuarenta y cinco minutos de ese martes 6 de enero y que el ganadero pese a que lo tomó por sorpresa, le dijo que allí estaría. 

En el caso de los funcionarios, expresaron que habían recibido una denuncia por parte de la mujer en la que indicaba que el hombre la acosaba y la amenazaba con frecuencia, por lo que decidieron ir hasta la casa de ella e instalaron un grabador de cinta magnetofónica, a fin de captar como prueba las cosas que se dijeran. 

Relataron que uno de los oficiales se quedó escondido en la sala junto con el grabador; el segundo en la alcoba principal, al lado de una cama y el último (quien salió herido) en la habitación junto a la cocina. 

Lo declarado por los presentes en el suceso hicieron que el público se planteara otra pregunta, que tenía que ver en el hecho del por qué si los funcionarios habían sido notificados de lo que sucedía entre la expareja, ¿por qué no expusieron la denuncia ante la justicia y llamar al ganadero para obligarlo a firmar una orden de alejamiento, con el fin de que deje de molestar a Omaira Moreno?

Pese a que la División de Delitos contra la Propiedad y las Personas del antiguo Cuerpo Técnico de la Policía Judicial (PTJ) tomó a su cargo el caso, y prometió tenerlo esclarecido en menos de 48 horas, no logró dar a la ciudadanía una completa información de la forma en cómo sucedieron los hechos, e incluso se suscitaron algunas diferencias entre el Ministerio Público, el Cuerpo Técnico de la Policía Judicial y los medios de comunicación en torno a la información que se publicaba. 

Según relatos, el jefe de la delegación de la PTJ para aquel entonces convocó a una rueda de prensa, donde denunciaba la actitud asumida por el Fiscal Primero del Ministerio Público en cuanto a ciertas informaciones publicadas en los diarios locales, relacionadas con el caso del ganadero. El jefe del organismo de apellido Ramírez, dijo a los medios que el Ministerio Público le había mandado una carta reprochando su colaboración a los periodistas y que si continuaba dando información, sería retirado del caso por violar el secreto sumarial. 

Asimismo, manifestó que había recibido dos llamadas en las cuales se pretendía obligarlo a desistir de sus firmes propósitos de continuar las investigaciones. La primera, en su casa de habitación a eso de la 1:00 de la tarde del jueves 15 de enero de 1959 en la que un hombre le dijo: "pare la investigación de la muerte del ganadero doctorcito, porque eso no le conviene", y la segunda en su oficina, hecha por una mujer que le advertía "tómese unas vacaciones y échele tierra al asunto del ganadero".

Ante esta situación, el jefe de la Policía Judicial les respondió pública mente "si no saben, pueden averiguar donde vivo y los sitios que frecuento, y puedo decirles que ando sin guardaespaldas", al tiempo que les participó que la investigación continuará con mayor interés hasta que el caso pase a los tribunales de justicia.

Historia de amor

Ante las constantes preguntas por parte de la prensa de la época, Omaira Moreno no tuvo más opción que contar cuáles eran los problemas que tenía con el difunto. Relató a los periodistas que ella y el ganadero Elio de Jesús Molina García se conocieron en el departamento de Norte de Santander, en Colombia. La joven trabajaba en una fábrica de telas y ropa, cuando un día Elio entró en busca de una prenda de vestir y comenzó a cortejarla. 

Tras varios meses de palabras bonitas y regalos costosos, la convenció de ir a vivir con él en la ciudad de San Cristóbal. Pese a que el ganadero estaba casado y tenía tres hijos con una mujer de nombre María de Molina, le propuso matrimonio a Omaira Moreno que para aquel entonces tenía alrededor de 24 años. 

Dice que convivieron seis años en la casa de La Concordia, pero que como el hacendado no cumplió su promesa de matrimonio y tampoco dejó a su esposa, decidió dejarlo por Juan José Pardo, un inspector de la Policía que conoció a las afueras de la ciudad. En su afán por recuperarla, el ganadero le traspasó varios bienes: la casa en donde ocurrió el suceso, una finca en Pueblo Nuevo, otra finca vía el Llano con un crecido número de cabezas de ganado y un carro; todo esto estimado en casi 300.000 bolívares. 

Pese a esto, Omaira decidió casarse con Juan José Pardo y el ganadero al enterarse de la noticia no pudo contener su furia. Según dice Omaira Moreno, ella conocía muy bien el genio de su antiguo concubino y para no tener que esperar a que ocurriera una tragedia, resolvió declarar el caso ante las oficinas de la Criminología Nacional de esta ciudad, pidiéndoles que destacaran unos oficiales de dicha institución a su casa, como efectivamente se cumplió.

Luego del suceso, la familia del ganadero muerto comenzó a denunciar ante las autoridades competentes la pérdida de una fuerte suma de dinero que, según dicen portaba el occiso el día de su trágica muerte, la cual se estima en casi 70.000 bolívares, suma procedente de la venta de 100 novillos. También la expareja del ganadero, Omaira Moreno, dice que del lugar de los hechos se per dieron varias prendas de valor, tales como anillos, cadenas y medallones, de las cuales nunca se supo su paradero.

La esposa de Elio Molina afirmó que no había vuelto a ver a su esposo desde el 22 de diciembre de 1958, fecha en la que lo echó de la casa por haberle regalado casi todas sus propiedades a su amante. 

En cuanto a que el ganadero tuviera algún presentimiento de los hechos, María de Molina dijo que ella había puesto una denuncia porque en varias oportunidades recibió amenazas del padre de Omaira Moreno, diciendo que no se metieran con la joven porque él tenía un revólver y que ella tenía una pistola. 

Sin resolver

Los primeros meses se rindieron más de 15 declaraciones que no llevaron a ningún lado. También las autoridades se comprometieron a rendir un completo oficio relacionado con la comparación de los proyectiles disparados, así como de las armas correspondientes, ropas, orificios y demás pormenores del ca so que nunca salieron a la luz. 

Como siempre pasa con este tipo de casos, la población comenzó a realizar hipótesis en torno al suceso. Se decía que probablemente el ganadero no había traspasado legalmente sus bienes y que al enterarse del matrimonio de su amante, decidió arrebatarle todo lo que le había regalado. Como el nuevo esposo de la joven era inspector de la Policía se especula que se puso de acuerdo con los otros tres funcionarios para tomar por sorpresa al ganadero y amenazarlo de terminar el proceso legal o sería acusado de adulterio. 

Dicen que algo se salió de control en el lugar y pasó lo que pasó. En este sentido, cabe destacar que la cinta de grabación que se obtuvo de la escena del crimen nunca fue mostrada a los medios ni usada para la investigción. 

Como dato de interés, también resalta el hecho de que tan sólo cinco días antes Omaira Moreno y el inspector se habían casado por la Iglesia Católica. Sin embargo, el matrimonio civil se había efectuado a escondidas entre el 20 y 30 de diciembre de 1958, fecha en la que el ganadero justamente le había regalado todos los bienes a la joven. 

Pese a que no se tiene con certeza si la muerte de Elio de Jesús Molina se trató de un asesinato o un enfrentamiento con los funcionarios policiales, lo cierto es que para los ojos de los demás, este había sido el crimen perfecto y curiosamente este hecho pareció dar pie a que se cometieran asesinatos, robos, estafas y sicariatos en contra de ganaderos, como el caso del hacendado Caracciolo Carrero, muerto el 27 de noviembre de ese mismo año, historia reconstruida en la edición número 0062 de nuestro semanario impreso de la Prensa del Táchira.

Los datos y fotos de esta historia criminal se encuentran resguardados en la Hemeroteca Estadal "Pedro Pablo Paredes", ubicada en la carrera 8 con calle 11 de San Cristóbal, sede del antiguo Liceo Alberto Adriani.

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