Tres veces escapó en Colombia y terminó acribillado por policías 

Ariana Moreno | La Prensa Táchira.- Al verse cercado por la Policía en la frontera venezolana y negándose al hecho de tener que volver a la cárcel, Fabio Octavio Isaza Rincón, el "Mico", agarró a su mujer y la colocó frente a él usando su cuerpo como escudo humano. Luego, extrajo un revólver calibre 38 con cañón reforzado y comenzó a disparar contra la comisión que no dudó en acribillarlos a ambos. 

La joven venezolana, de 23 años, quedó muerta instantáneamente, mientras que Isaza Rincón fue conducido rápidamente hacia el antiguo Hospital San Juan de Dios en Cúcuta, donde murió a los 20 minutos. Este hecho ocurrido el 31 de agosto de 1964 puso fin al reinado delictivo del famoso asesino el "Mico Isaza", quien durante más de 10 años sembró el pánico en varias localidades de Antioquia y Norte de Santander. 

La historia de este asesino es bastante peculiar, teniendo en cuenta que durante mucho tiempo Octavio Isaza Rincón fue perseguido por las autoridades colombianas, y cuando finalmente creían que lo habían capturado, el hábil hombre lograba burlar la seguridad de las prisiones sin dejar rastro alguno. 

Según contó el mismo delincuente en una oportunidad, su historial criminal comenzó después de presenciar un trágico suceso familiar. Contó que para el año 1952 vi vía en las cercanías de San Roque (Antioquia) en compañía de sus padres, sus hermanos y otros familiares.

En un mes de aquel año, varios agentes de policía uniformados de los que el Gobierno de turno tenía destacados en el pueblo de San Roque, irrumpieron violentamente a su casa y mataron a sangre fría a dos hermanas suyas de nombres Nelly y Angélica, de tan sólo 10 y 11 años de edad, no sin antes violar las en presencia del resto de la familia. 

También dijo que los supuestos policías asesinaron a otro hermano menor de 11 años, de nombre Arnoldo y a tres pequeñas sobrinas. Al ver la macabra escena, Isaza Rincón junto a otros miembros de la familia que lograron sobrevivir huyeron a las montañas cercanas, en donde estuvieron internados por algún tiempo.

Más tarde se trasladó a Medellín en donde trabajó por algunos meses, hasta que decidieron volver a la misma casa donde se produjo la masacre. En 1956, el resto de la familia fue asesinada; su padre Ramón Isaza, su madre Teresa Rincón de Isaza y otros hermanos llamados Oscar, Miselli, Doris y Enrique fueron acribillados a balazos en el lugar. El joven Fabio Octavio Isaza Rincón nuevamente logró sobrevivir y huyó a las montañas donde comenzó su vida delincuencial. 

A los 13 años, Fabio Isaza Rincón ya había cometido innumerables asesinatos. A medida que pasaban los años se le fueron adjudicando crímenes tras crímenes. Según medios de comunicación del Táchira, a este hombre se le acusaba de haber causado alrededor de 500 sangrientas muertes a personas que transitaban por las carreteras, vivían tranquilamente en los campos o simplemente asesinaba a personas a cambio de dinero. Finalmente, las autoridades colombianas lo detuvieron y enviaron a la región del Carare (Santander) para su rehabilitación. Se rehusó y cometió otro asesinato.

Las fugas

En su segundo intento por capturarlo, las autoridades lo detienen a mediados de 1959 en Bogotá. Pasó varios días convenciendo a dos agentes de policía a que lo ayudaran a escapar cuando tu viera que comparecer ante los tribunales. Así fue, los dos policías se dejaron sobornar por el astuto hombre, y al llegar al tribunal fue dejado en libertad por sus guardianes. Este hecho le dio el apodo por el que sería conocido por el resto de la historia criminal de Colombia y Venezuela. 

Según se dice, para justificarse ante sus superiores, los funcionarios dijeron que Isaza Rincón era un "Mico", que había saltado desde el segundo piso a la calle sin que pudieran capturarlo, porque rápidamente se les había perdido.

Al menor descuido saltó por un balcón y corrió por la avenida Caracas. Desconcertado y desconocedor de Bogotá, a donde llegaba por primera vez el "Mico" agarró hacia el norte montado en un taxi. Luego siguió a pie por la carretera hasta llegar a la estación La Caro, en las proximidades de Chía. 

Pocas horas después volvió a ser capturado y llevado a la cárcel La Picota, donde por varios meses comandó una banda criminal.

En uno de los enfrentamientos entre grupos criminales dentro de la cárcel se armaron de chuzos y en medio de la trifulca resultaron muertos 10 reclusos. El "Mico" fue herido y aprovechó su traslado hasta el hospital para fugarse al día siguiente, convirtiéndose en su segunda fuga. 

Finalmente, en octubre de 1963 fue detenido nuevamente y llevado a la penal de Ibagué, donde se fugó por tercera —pero no última— vez, escondiéndose en un camión de basura que salía del complejo penitenciario.

Llega a Venezuela 

Luego de fugarse de la cárcel de Ibagué se trasladó a Cúcuta. Estando tan cerca de Venezuela decide ir a San Cristóbal, Táchira en busca de un nuevo ambiente, sin persecuciones políticas y donde se pudiera dedicar a trabajar y hacer algo de dinero para su mujer e hija. 

El "Mico" ingresó al país con una tarjeta fronteriza emitida por el Consulado de Venezuela en Cúcuta de fecha 13 de febrero de 1964. Este permiso fue encontrado más adelante al ser allanada una guarida de hampones en la calle principal del barrio Las Flores, la cual era habitada por el propio "Mico" y sus guardaespaldas. También fue hallada una cédula de ciudadanía colombiana a nombre de Roque Amado Isaza Agudelo, con el que se presume que el "Mico" burlaba las autoridades en el vecino país.

El delincuente llegó a la ciudad andina en compañía de un hombre llamado Luis Alberto Hernández con quien se presume cometió durante dos meses asaltos y atracos en la zona rural del estado, que dejaron un saldo de al menos 10 muertos. Más tarde, su acompañante lo convenció de hacerse de un nuevo revólver y le prestó 300 bolívares para que lo comprara, con la condición de que el resto se lo pagaría después.

Ambos delincuentes quedaron en recibir la nueva arma el 15 de abril en un establecimiento nocturno ubicado en Puente Real. Pasadas las 12 de la noche, una comisión de la extinta Dirección General de Policía (Digepol) se hizo presente en el bar llamado El Silencio, con el fin de indagar la veracidad de un denuncio formulado ante ese cuerpo y, según el cual en aquel establecimiento nocturno acudían a menudo personas extrañas que portaban armas de fuego.

Cuatro efectivos entraron al lugar y procedieron a requisar a las personas allí presentes. El "Mico" que se encontraba sentado junto a Luis Alberto Hernández corrió hacia atrás buscando refugio e inmediatamente disparó el revólver que acababa de adquirir contra uno de los agentes policiales hiriéndole grave mente. Luego alcanzó una pared del fondo de la casa y saltó logrando bur lar a la comisión. 

De inmediato se tendió un cerco, tratando de cortar la fuga del criminal. Al verse acosado disparó nuevamente su revólver calibre 38 contra los efectivos policiales, y estos contestaron en repetidas oportunidades con ráfagas de ametralladora que retumbaron por todo el barrio, produciéndose alarma.

Pese a la intensa búsqueda logró desaparecer del lugar y apareció en el grupo escolar Bustamante, situado en el costado occidental de la plaza Páez. Los efectivos empren dieron una minuciosa búsqueda por los lugares adyacentes a Puente Real, donde un estudiante dijo que poco antes vio a un sujeto de regular estatura, y color moreno introducirse a la escuela, utilizando un boquete.

La presencia de las autoridades obligó al delincuente a reaccionar en forma violenta y desesperada, disparando repetidas veces su revólver contra las autoridades. Como consecuencia de ello, los funcionarios abrieron fuego cerrado contra el lugar de donde procedían los disparos de revólver, por cuanto la oscuridad favorecía el escondite del fugitivo. Viéndose perdido, optó por entregarse a las autoridades. 

Nuevo escape 

Luego de 37 días de detenido, el "Mico" se fugó de la antigua sede de la Digepol, rompiendo los barrotes de su celda y luego escalando un muro de más de 20 metros de altura sin dejar rastros.

Los hechos se produjeron a eso de las tres de la mañana, cuando Isaza dio el último golpe a uno de los gruesos barrotes que le mantenían enrejado. Al parecer, el hábil criminal venía desde algún tiempo cortando los barrotes con una segueta o una lima, cuya procedencia las autoridades no pudieron identificar. 

La fuga fue descubierta a las siete de la mañana, cuando el personal de la Dirección General de Policía advirtió que el detenido "permanecía acosta do", cuando por lo general a esa hora ya se hallaba de pie. Para averiguar lo que le ocurría, varios detectives penetraron en la celda y al tocar lo que parecía ser el cuerpo de Isaza Rincón sobre la cama, encontraron que allí solamente había un pan talón, varios periódicos de fecha atrasada y otros objetos que habían sido cuidadosamente coloca dos en forma que al cubrirlos con la sábana pre sentaban la apariencia de un cuerpo humano.

Las autoridades perdieron el rastro del temido criminal, quien huyó hasta la zona de frontera. El 31 de agosto de 1964, aproximadamente a las ocho de la mañana, las autoridades obtuvieron información de que el hombre se hallaba caminando tranquilamente por uno de los barrios fronterizos. A las ocho y veinte de la mañana, la manzana donde se encontraba el delincuente había sido identificada y fue rodeada por los efectivos de la policía. Pocos instantes después, vieron una pareja formada por un individuo de pantalón oscuro, camisa color naranja, bigote poblado; así como una mujer joven. 

Ambos comenzaron a caminar rápidamente, habiendo recorrido un espacio de casi 200 metros. Cuando se vio rodeado, se escudó en la mujer, extrajo su revólver y comenzó a disparar. En medio de la balacera, la mujer identificada como Bárbara Ortiz, de 23 años de edad, recibió cuatro disparos: uno en el pómulo derecho, dos en la región intercostal izquierda y el último en la axila derecha.

El "Mico" fue conducido rápidamente hacia el hospital, pero murió cuando se preparaba para la operación. Se dijo que había sufrido una herida en la región femoral derecha y otra en la cintura. Estos sucesos fueron ampliamente cubiertos por los medios de comunicación del estado Táchira, desde la llegada del delincuente hasta el trágico día de su muerte. 

Los datos de esta historia criminal se encuentran resguardados en los archivos de la Hemeroteca Estadal "Pedro Pablo Paredes", ubicada en el antiguo Alberto Adriani.

Descarga nuestra app aquí o escanea el código QR

Otras Noticias