Agencias | La Prensa del Táchira.- Human Rights Watch ha criticado la decisión de estados de suministrar bombas de racimo o fragmentarias a Ucrania, ya que al ser lanzadas desde el aire liberan decenas o centenares de bombas más pequeñas que al cubre un radio extenso, multiplica el riesgo de alcanzar zonas civiles.
En la guerra de Ucrania este tipo de armas también ha sido utilizada por Rusia, aunque su fabricación, almacenamiento y uso está prohibido en los 108 países signatarios -entre los que no se encuentran EEUU, Rusia y Ucrania- de la Convención de Municiones de Racimo de 2008, por una iniciativa del entonces primer ministro de Noruega, el laborista Jens Stoltenberg, que ahora es secretario general de la OTAN. La Alianza Atlántica, sin embargo, no participa en esta entrega de armas, dado que todos sus socios europeos han firmado la Convención.
Con ello, el Gobierno de Biden apunta a atacar mejor las trincheras y las demás posiciones defensivas establecidas por Rusia en el sur y el oeste del país. Por el momento, no se sabe ni las características de las bombas, ni el número de ellas que serán dadas, ni cuándo se hará efectiva la entrega a Ucrania.
El anuncio llega cuando la entrega de cazabombaderos europeos -aunque de fabricación estadounidense- F-16 a Ucrania se está retrasando, y el Gobierno de Joe Biden sigue resistiendo las presiones para entregar a misiles de largo alcance ATCMS a Ucrania. Las bombas de racimo estadounidense serán el primer nuevo sistema de armas que recibe Ucrania de Occidente desde que el Reino Unido empezó a darle misiles de crucero Storm Shadow, en mayo.
Las bombas racimo empezaron a ser empleadas por Estados Unidos en Vietnam y, desde entonces, con independencia de las virtudes que proclame cada país, han acompañado al ser humano en la mayoría de las grandes guerras que se han producido. Gran Bretaña las utilizó en las Malvinas en 1981; la Unión Soviética en Afganistán desde 1979 hasta 1989; Israel en Líbano en 1978, 1992 y 2006; Rusia en Chechenia, Georgia y Ucrania (donde ha bombardeado hospitales con ellas); Francia en Irak en 1991; y EEUU y Gran Bretaña en Irak y en Afganistán. Más recientemente, han sido empleadas por Arabia Saudí en Yemen, y por los diferentes contendientes en las guerras civiles de Etiopía y Sudán del Sur.
El papel de las bombas de racimo, según los militares estadounidenses, fue decisivo para romper las líneas defensivas que Sadam Husein había levantado en Kuwait en 1991. En las cinco semanas de bombardeos que precedieron a la entrada de las fueras de Tierra en combate, EEUU, Gran Bretaña y Francia arrojaron, según la ONG Human Rights Watch, 61.000 bombas de racimo que en total contenían 20 millones de bombas más pequeñas, llamadas "submuniciones".
La tremenda superficie que pueden alcanzar esas submuniciones, unido a su pequeño tamaño, que les permite caer en rendijas relativamente pequeñas, es lo que hace de las bombas de racimo un arma verdaderamente temible, tanto contra vehículos blindados como contra trincheras. Contra búnkeres de mando, que suelen estar protegidos por hormigón, sin embargo, no suelen ser eficaces. Por esa razón, su utilidad puede ser muy elevada en las operaciones ofensivas que Ucrania lleva lanzando desde hace un mes contra Rusia en el sur y en le oeste del país. Hoy en día, además, las submuniciones son, también, 'bombas inteligentes', es decir, que buscan sus propios blancos, con lo que pueden orientarse a determinados objetivos.
Fuente: El Mundo
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