Redacción | La Prensa Táchira.- La última excavación arqueológica que se realizó en el estado Táchira fue en el año 2016, en el municipio Andrés Bello, específicamente en el sector conocido como El Tamuco, donde se encontró gran cantidad de material cerámico, así como varias manos de moler, metates, hachas medianas y un hacha pequeña bien pulida.
La antropóloga, Reina Durán, destacó que igualmente fue el último proyecto en el que participó junto al Museo del Táchira, el cual contó con la colaboración de los estudiantes de la Comunidad de Aprendizaje en Arqueología.
"Ya en ese momento no teníamos casi dinero. Afortunadamente quedaba cerca porque el presupuesto apenas alcanzaba para comprar refresco o hacer aguapanela y pan", explicó Durán.
Dijo que "la excavación fue muy pobre en ese sentido, a diferencia de los primeros tiempos cuando incluso nos instalábamos por temporadas en el sitio y contratábamos a gente de la zona para ayudar con las excavaciones. Pero igual se consiguió bastante material cerámico y lítico. Incluso se pudieron armar en el laboratorio unas vasijas grandes y están ya casi completas. A raíz de eso, por el hecho de no haber recursos ya no hubo más investigación arqueológica en Táchira. Lo que se ha mantenido es la parte de los petroglifos y otras investigaciones menores".
Esto es confirmado por el actual director del Museo del Táchira, Anderson Jaimes, quien destacó que los últimos años se había paralizado totalmente toda la investigación arqueológica, especialmente tras la pandemia, aunque se ha mantenido la investigación etnográfica, con "los procesos de registro del patrimonio intangible y con la participación del Museo del Táchira en diversas cátedras, especialmente la Cátedra de Estudios Regionales que se realiza mensualmente con la Fundación Cultural Bordes, donde se muestra parte de este trabajo".
"El registro de patrimonio cultural nos llevó a hacer un recorrido nuevamente por todos los petroglifos del Táchira para ver y comprobar su grado de deterioro y se aprovechó para realizar arqueología de rescate, conjuntamente con las comunidades para la conservación preventiva de tres petroglifos que se encontraban en situación precaria: la Piedra del Mapa y la Piedra del Mercado de San Juan de Colón, y la Piedra del Indio, en Lobatera, afectadas tanto por hongos como por manos inescrupulosas. Además, se encontró un nuevo yacimiento de petroglifos en La Pedregosa, municipio Seboruco que abrió una línea de investigación actualmente en desarrollo", detalló.
Mínimos recursos
Jaimes resalta que "a pesar de que el Museo del Táchira cuenta con mínimos recursos para su mantenimiento y prácticamente ninguno para la investigación, se ha tratado de mantener activo gracias al proceso solidario de muchos colegas, estudiantes y las comunidades".
"Distintas comunidades nos han apoyado. Muchos colegas van, nos dan clases totalmente gratis, nos acompañan en las actividades, nos prestan sus vehículos, nos llevan y nos traen, nos ayudan a conseguir alimentación, la comunidad nos ayuda a alimentarnos, a apoyarnos en todas las actividades que se realizan", destacó.
Además, refiere que la formación y concienciación de las comunidades en materia de cultura y preservación del patrimonio ha sido una de las principales líneas de acción de esta institución, tanto a través de la presencia en los medios de comunicación, como con charlas, encuentros y conversatorios", manifestó Jaimes.
Diplomados
Asimismo, señala que, en convenio con la Universidad Francisco de Miranda de Coro, se trajo al Táchira el Diplomado en Investigación y Conservación del Arte Rupestre que "ha formado a un grupo importante de investigadores en el área del arte rupestre y se ha llevado a los espacios donde precisamente hay arte rupestre para que sean las personas de las comunidades cercanas los que sean los primeros veedores de la conservación de este patrimonio".
El diplomado de arte rupestre se ha dictado entre los municipios Ayacucho, Michelena, Lobatera, Seboruco y San Cristóbal.
Otro de los diplomados que ha venido desarrollando el Museo del Táchira en conjunto con el Centro Nacional de Historia, es el de Historias Locales con la finalidad de formar a los cronistas comunales, el cual se realizó en las comunidades de los municipios Ayacucho, Michelena y Lobatera "como parte de una estrategia de consolidación del estudio de las historias locales".
Igualmente, en un convenio con la Universidad de Los Andes a través de la maestría en Literatura Latinoamericana y del Caribe se ha dictado el "Diplomado en conservación preventiva e investigación del patrimonio cultural tachirense" en las comunidades de San Cristóbal, Ayacucho, Lobatera, Michelena, Seboruco.
En reactivación
Jaimes destacó que en estos momentos trabajan en la reactivación del proceso de investigación arqueológica en el municipio Cárdenas, concretamente en la finca La Vega que se encuentra en el sector Gallardín.
"Se observó la presencia de unos molinos de piedra de usanza o trilla común, pero que es una tecnología pocas veces vista en el país porque parece de origen asiático o africano. Corresponde a un espacio donde hubo un asentamiento español muy antiguo, prácticamente fue uno de los primeros repartimientos de tierras que se hizo cuando fue fundada la Villa de San Cristóbal y que posteriormente durante la colonia, ya que se había entrado en la República, fue un espacio de producción y de maquila muy importante para la economía regional de la época colonial y de la primera parte de la República hasta el siglo XIX", destacó.
Además, subrayó que con el apoyo del Doctorado en Antropología de la Universidad de Los Andes están coordinando la realización de una nueva datación, con carbono-14, de una serie de material óseo procedentes de las excavaciones del Museo del Táchira en conjunto con una universidad italiana "que nos va a permitir establecer fechas de poblamiento y de movilización de los pueblos originarios del estado Táchira".
Considera que este proyecto en gestación, "sin duda alguna va a dar muy pronto importantes resultados que nos van a permitir reescribir la historia más antigua del poblamiento del estado Táchira".
Recuperar los dinosaurios
A finales de 2014, se encontraron en Táchira dos pequeños dinosaurios
Laquintasaura venezuelae y el Tachiraptor admirabilis, el primer hervíboro y el segundo carnívoro son los dos dinosaurios hallados en el Táchira, y según el geólogo, Jesús Porras, quien fungió como jefe de Laboratorio de Arqueología y Geología del Museo del Táchira en 2018, "sus fósiles fueron extraídos de manera clandestina por unos paleontólogos de Francia, Italia y Brasil, contratados por el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas".
Por ello, asegura que es de gran relevancia el rescate de estos restos fósiles encontrados en el Táchira por dicha comisión, que además incluía científicos y paleontólogos alemanes, estadounidenses, franceses y venezolanos, debido a que actualmente se encuentran en el Museo de Biología de la Universidad del Zulia (LUZ).
Destaca que "la Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural es muy clara y señala que todos los restos fósiles que se consigan en nuestro territorio pertenecen al estado, y la única que tiene facultad sobre ellos es la gobernación respectiva".
"Los tamucos, exterminio de nuestros nativos"
Reina Durán destaca que, de acuerdo a los documentos históricos, durante las primeras expediciones españolas en tierra tachirense los pueblos originarios de estas zonas "no fueron perezosos en tomar las armas y procurar defender su pueblo", pero los arcos y flechas, dardos y macanas, así como el combate sin protección a cuerpo desnudo no fueron defensa para las espadas y armas de los españoles, y los maltratos y saqueos posteriores a los pueblos hicieron que los sobrevivientes prefirieran quemar sus casas para huir a zonas boscosas, de allí la presencia de numerosas cuevas y abrigos rocosos en la época neoindia.
Pero no sólo se dispersaron por cuenta propia, pues indica que, según Lucas Castillo Lara, uno de los principales historiadores de la época colonial venezolana, los Abriacas y Tamucos los agruparon y trasladaron de sus hábitats originales hacia zonas como "Aguas Calientes (Ureña) donde los ubicaron en el siglo XVII, cuando efectúan los repartos y encomiendas de tierras, lo cual fue causa de la muerte de muchos de ellos", siendo un "ejemplo del exterminio de nuestros pueblos nativos".
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