Ariana Moreno | La Prensa Táchira.- Durante los últimos 20 años, las kilométricas colas para surtir combustible se han convertido en una rutina para los tachirenses ante la escasez de gasolina que los viene afectando desde el año 2002, con el paro petrolero.
Para los expertos, las colas de gasolina no sólo representan una pérdida de tiempo y energía, sino que también afectan la salud de los ciudadanos. El psicólogo, Alfonso Amaya, explica que todo tipo de situación que genere rabia o amargura produce en nuestro cuerpo cortisol y adrenalina que cuando entran al torrente sanguíneo genera una irritabilidad, que a su vez induce a una serie de inconvenientes a largo plazo que no vale la pena asumir, como son desequilibrios en el biorritmo del sueño, en los procesos metabólicos, en la regulación del deseo sexual, en la motivación y muchas otras consecuencias que es mejor evitar.
Estas alteraciones que explica el especialista, las vienen padeciendo los tachirenses desde hace muchos años. El ciudadano Nelson Urbina, expresa que las colas de combustible ya sea gasolina o diésel, le han producido mucho agotamiento debido a que se ha tenido que enfrentar a horas y horas para lograr surtir de combustible para poder trabajar como taxista. Hoy a sus 56 años, se siente muy frustrado de tener que volver a pasar por lo mismo, cuando pensaba que la crisis del combustible había mejorado.
Asimismo, el piscólogo manifiesta que las colas se pueden asumir de dos maneras: como una realidad que tenemos que gestionar como parte de una serie de circunstancias socioeconómicas y geopolíticas que no po demos impedir; o sufrirlas, quejándonos de ellas y sintiendo rabia por tener que soportar este tipo de situaciones.
A su juicio, lo más adecuado sería gestionar la incomodidad de las colas a través de ciertas estrategias, como lo sería aprovechar esas dos y hasta 3 horas que tienen que estar sin moverse para aprender cursos. "Mi su gerencia sería aprovechar las colas para cultivarse, edificarse en lugar de dañar nuestra salud física, emocional, mental y sexual".
Sin embargo, para el sociólogo, Otto Rosales, lo ideal sería que el cultivo del ser humano se diera precisamente en otros espacios donde no haya estrés. "Deberíamos pensar en espacios distintos y aprendernos a cultivaren espacios más confortables y más agradables. Las colas de gasolina son espacios terribles de agresión, de maltrato, de calor", asegura.
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