Las pymes del país empiezan a preocuparse pues el estancamiento económico se acentúa a tal punto que algunos sectores económicos como el comercial se contrae un 24%, mientras que el sector turismo llega a un 33% y la economía en general retrocede hasta un 10% en el primer cuatrimestre del 2023. En este sentido, el Estado Venezolano no activa un plan de contingencia para el aumento del consumo pues por un lado incurrió nuevamente en una promesa incumplida como es un bono de alimentación que se anunció en 40 USD y ya va por 35 USD y apenas empieza a cobrarse, un salario de 4,6 USD y una banca que sigue asfixiada por un encaje legal del 73% que no permite prestar dinero.
Ante este panorama, el cierre es inminente sobre todo para aquellos negocios que recién inician operaciones comerciales, después de atravesar por una pandemia, tienen entonces grandes retos que afrontar dentro de los que destacan los cortes de energía eléctrica, el aumento de los servicios públicos, los costos asociados a los trámites burocráticos, aranceles anclados al petro, impuestos municipales de hasta el 5%, el 3% del IGTF, todo ello frente a unas ventas que cada vez disminuyen más como consecuencia de una caída en el poder de compra, pues la inflación aun en divisas fue en 2022 del 56%.
Por otra parte, las remesas también se han contraído, y aunque se esperaba que en 2023 ingresaran unos 4.500 millones de dólares la realidad es que la cifra pudiera llegar a unos 2.800 millones, muy por debajo de la expectativa factor que también influye en la caída del consumo. Ante esta realidad el Estado no tiene un plan que permita a los comerciantes y empresarios hacer frente a la realidad de una economía que en términos nominales es de apenas unos 70.000 millones de dólares y que es del mismo tamaño de la ciudad de Bogotá.
Finalmente, el empresariado sigue batallando en escenarios de perdida, o punto de equilibrio, con altas presiones fiscales y sin percibir que el Estado pueda brindarle herramientas de apoyo financiero viables, créditos, asesoría, y esto repercute en el desarrollo económico, para ello es requerido un plan macroeconómico que vislumbre mayores libertades económicas y en donde el empresario sea visto como un aliado en la solución de problemas y no como un enemigo a quien deben sacarle toda su utilidad o ganancia.
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