¿Quiénes son los habitantes de las inmediaciones del Hospital Central?

Ariana Moreno | La Prensa Táchira.- Colocan cartones para dormir, trapos viejos y sucios los arropan, sentados con la mirada perdida o clamando ayuda, así se encuentra un grupo de personas en las inmediaciones del Hospital Central de San Cristóbal. Muchos se preguntan si son indigentes o inmigrantes, pero la única realidad es que son inquilinos de pasillos y espacios del principal centro asistencial de la ciudad. Algunos no hablan por temor, otros como el caso de Iris 

Moncada, quien tiene 15 años habitando en los alrededores del Hospital Central de San Cristóbal ante la mirada marginada de pacientes, familiares, empleados, médicos y enfermeras que pasan a su lado. 

Aunque muchos no se le acercan por tildarla de "agresiva", la mayoría de los trabajadores se han acostumbrado a convivir con ella. Su forma de ser y de hablar la han convertido en un "personaje típico" del hospital. Iris es referencia casi obligatoria para quienes van en busca de personas a quien ayudar. 

Vive de lo que le regalan y duerme en donde le caiga la noche. Pese a que evita las preguntas, asegura que sobrevive gracias a la comida que le dan quienes la conocen. "Me dan empanadas, sopas, pan y agua", dice al tiempo que se queja de un dolor de barriga que no la deja ni moverse. Ve al hospital como su hogar y aunque asegura tener familia, expresa que su única compañía es "el chivo loco", un hombre que en su misma situación ha logrado entablar una relación de amistad con ella. 

Quienes trabajan en este centro asistencial, manifiestan que muchas organizaciones que ayudan a personas en situación de calle han intentado llevarla a lugares destinados para dar cobijo. Pero una vez en el albergue, Iris encuentra la manera de salir de nuevo. 

Algunos dicen que su mamá se la ha llevado varias veces y que al pasar el tiempo, también logra escapar de ella. Otros aseguran que proviene de familia adinerada, pero que su forma de ser los ha llevado a abandonarla. Aunque no se conoce mucho sobre su vida, lo cierto es que esta mujer de mediana edad ha recorrido todos los rincones del central por dentro y por fuera. Según el trabajador Marcos Suárez, hace muchos años Iris tenía una cama en el área de Emergencia destinada para ella, pero al paso del tiempo tuvo que ser desalojada. 

Sin poder hacer uso de las camillas, tuvo que apropiarse de bancas, pasillos y escaleras para pasar la noche. Dice utilizar los baños del hospital para asearse y cuando su cuerpo no se lo pide debe recurrir al uso de las zonas verdes para hacer sus necesidades. Sirve de "hotel" Como ella, hay al menos ocho personas sin hogar que han tomado el Hospital Central para habitar en él, según afirma Ramón López , quien trabaja como vigilante. 

Dice que hay varias personas en situación de calle que utilizan el área de espera destinada principalmente para los familiares. Asume que se les ha hecho fácil hacer vida en el hospital porque hay muchas fundaciones que les traen comida todos los días de la semana. 

Otro de los vigilantes afirma que algunos esperan que caiga la noche para tomar las bancas del área de Emergencia pediátrica mayormente los días que hace frío o llueve. Aunque es difícil encontrarlos a todos a una misma hora, el personal asegura que han agarrado el centro hospitalario de "hotel" porque duermen, comen, se bañan y hacen sus necesidades, todo dentro del recinto.

Muchos de ellos no quieren ni siquiera revelar su nombre. Quienes mantienen buen estado de salud mental se les hace muy difícil hablar de la situación por la que atraviesan y los motivos que lo llevaron a ello. 

Uno de los pasillos para acceder al piso 2 del Hospital Central ha sido recientemente tomado por un joven que, aunque no se atreve a contarnos su historia, afirma nunca haber pasado por algo así. 

Lo han visto allí en los últimos días, pero nadie sabe quién es ni qué le pasó. Cuando fue visto acababa de levantarse y se mantenía arropado con una sábana blanca. Vestía ropa informal y tiene alrededor de 25 años. En su rostro se veía una gran tristeza que no pudo disimular ni siquiera con las mejores palabras de aliento.

Son desalojados

Otros han optado por estar un poco más cerca de familiares, quienes en muchos casos les brindan ayuda con dinero o algo para comer. Duermen en las bancas de la zona de espera ubicada justo al frente de la entrada de Emergencia para adultos. Sin embargo, en muchas ocasiones deben ser desalojados por ser áreas dedicadas a familiares de los enfermos. 

A veces corren con suerte y llega casi la hora del mediodía y aún permanecen durmiendo en algún asiento o incluso encima de un solo cartón que los separa del suelo. Despiertan pasadas las doce en espera de personas de buen corazón que desde hace muchos años asisten al hospital para llevar alimentos a los más desamparados. 

Trabajadores manifiestan que tras la comida, salen del hospital para pedir dinero en la calle para poder costear sus "vicios", puesto que la mayoría son alcohólicos o consumen algún estupefaciente. También aseguran que muchas personas prefieren no acercarse por temor a que les hagan daño. 

Pese a esto, afirman que en la mayoría de los casos no han tenido inconvenientes con ellos y que sólo son personas que necesitan la ayuda de los demás. Quienes conviven con ellos, esperan que puedan ser tratados y atendidos para lograr salir de la miseria en la que se encuentran.

Algunos han sido acogidos

Marcos Suárez, quien trabaja en el Hospital Central, asegura que actualmente no hay tantas personas en situación de calle viviendo en este centro de salud como lo había en años anteriores. 

Muchos han sido acogidos por la Fundación Misión Negra Hipólita, quienes desde el año 2006 han brindado atención a las personas en situación de calle. Según el director regional de esta fundación, Daniel Castellanos, en lo que va del 2023 han "recogido" al menos 35 personas de la calle y de esa cifra, muchos vivían en el central. 

Castellanos asegura que la atención se da a todos aquellos que lo deseen voluntariamente. Expresa que hay unos que regresan a la familia y a la sociedad gracias a un programa de rehabilitación. Otros como Iris, prefieren regresar a su vida en las calles "porque la indigencia se da por una adicción fuerte. Expresa que muchos acceden a ser ayudados porque son obligados por la mamá o algún otro familiar.

Unos lo hacen por decisión, muchos otros por necesidad

Como el caso de Iris Moncada hay pocos en el Hospital Central, quien a pesar de ser desalojada en múltiples ocasiones, decide regresar por su propia cuenta. Sin embargo, muchos son los casos de personas que habitan en las inmediaciones del hospital por necesidad. Entre muchos de los testimonios, nos topamos con Saurio Solar, que desde hace meses ha tenido que cambiar su humilde cama por las incómodas bancas de este lugar.

 Viene de Socopó y desde que llegó al central por un accidente no logró salir más. Dice que su familia se fue del país y permanecerá allí hasta que encuentre la manera de encontrar los recursos para irse y sobrevivir por su cuenta. Mientras esto pase, vive de lo poco que le dan y no pierde la esperanza de encontrar la ayuda que tanto necesita. 

Un apoyo como el que recibió José Rafael Vivas, quien dice haber estado en situación de calle por más de 22 años y que estaba en el Hospital Central por casualidad, recordando que dormía y comía gracias a lo que le daban las personas de buen corazón, pero que gracias a un golpe de suerte su situación cambió por completo.

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