Salario mínimo: de la ilusión del medio petro a los bonos dolarizados

Elizabeth Montoya | La Prensa Táchira.- El martes 14 de agosto de 2018, el presidente Nicolás Maduro informó al país que a partir del lunes siguiente existirían dos unidades contables en Venezuela: el bolívar soberano y el petro, y que esta última funcionaría en un sistema de anclaje que regiría todo el sistema económico nacional.

En noviembre de ese mismo año, Maduro anunció que a partir del 1º de diciembre el valor del salario mínimo nacional y las pensiones sería de medio petro y que impactaría de forma directa todas las tablas salariales. 

Mientras el anclaje al petro se ha cumplido para los ingresos —pagos y tributos al Estado—, los sueldos se diluyeron al mantenerse en bolívares y ahora el mismo presidente ve la necesidad de anclar el ingreso de los venezolanos ya no al petro, sino a otra moneda extranjera como el dólar. 

Sin embargo, aunque el dólar tiene una amplia circulación, mayoritaria en todo el país frente al cono monetario nacional desde hace ya varios años, su uso no ha implicado una estabilización de los precios ni una mejora de la economía nacional, por lo cual queda la duda si esta nueva medida de dolarizar el ingreso, por ahora desde los bonos sin tocar el salario retroactivo permitirá estabilizar la economía familiar de los venezolanos.

Como lo señala la economista, Darcy Ortiz- García, "muchos defienden la indexación del salario al dólar como que si fuera un mecanismo capaz de traer justicia social, pero no lo es, ya que va muy en detrimento de la sostenibilidad de un proceso de recuperación o de un proceso de estabilidad misma, ya que aplicar este tipo de medidas como la indexación salarial son medidas riesgosas y que no deberían ensayarse así por así".

"El debate se vuelve a centrar en el monto del salario mínimo y no en cómo lograr que sea sostenible. La indexación salarial al dólar no es posible porque no hay una mínima capacidad de mejorar o de estabilizar el poder de compra de los venezolanos, tan disminuido, por no decir pulverizado, con las devaluaciones que ha sufrido la moneda nacional, e igualmente por esa espiral inflacionaria desatada casi que al infinito y el tipo de cambio inestable, tal como lo que ocurre aquí en Venezuela. Lo que debe procurar el Ejecutivo nacional es la estabilidad cambiaria, más que una indexación salarial", señala Ortiz-García. 

Y aunque como lo destaca el economista, Dilio Hernández, el aumento del salario real es una decisión impostergable para tratar de mantener fuera de los umbrales de extrema pobreza a la población económicamente activa de Venezuela, el reciente aumento de los ingresos por medio de los bonos dolarizados no subsana las necesidades básicas de los trabajadores, por lo que sigue presionando al venezolano tanto a la migración forzada como a la economía informal como la base de su subsistencia, lo cual no sólo va en detrimento de la producción y el ingreso bruto nacional, sino que implica la ausencia de la protección social para el trabajador y su familia. 

"Si nos vamos al sector privado, aunque ha hecho grandes esfuerzos para mantenerse activo y proveer ingresos no oficiales entre 100 y 200 dólares mensuales, tampoco tiene la capacidad para absorber la enorme población desempleada que tiene el país, porque las condiciones del aparato productivo nacional no son las más alentadoras y la pérdida del poder adquisitivo ha llevado a una drástica caída de la demanda en el sector terciario, que era donde se refugiaban muchos trabajadores, rompiendo esa burbuja de crecimiento que se había presentado en meses anteriores", subrayó Hernández.

Sin embargo, para el economista, Luis Vicente León, aunque el Gobierno está siendo "hiperconservador" al esquivar el impacto retroactivo de un aumento salarial, al atar este nuevo ingreso a una moneda extranjera para garantizar que el flujo de los trabajadores mejore y se mantenga por más tiempo en medio de la galopante inflación, se espera una ligera reactivación de la economía que se encontraba totalmente contraída. 

Descartó que el Gobierno opte por un nuevo aumento salarial en el corto plazo, ya que esto implicaría un costo (tanto para las empresas como para el Estado) completamente insostenible, teniendo en cuenta que la legislación laboral actual mantiene el criterio de compensaciones retroactivas a los trabajadores, sobre todo el tiempo trabajado y con la inflación continuada y creciente de los últimos años "nadie tiene reservas de prestaciones en moneda extranjera que puedan respaldar los costos hacia atrás de un incremento elevado en un futuro". 

"Un incremento compulsivo de salario a un nivel adecuado suena muy bonito, pero no lo puede enfrentar nadie, hasta que no se resuelva el tema de manera integral, con estabilidad cambiaria y disponibilidad de recursos", afirmó. 

No obstante, como lo señala el economista, Aldo Contreras, si el Gobierno pretende seguir avanzando hacia un ingreso no retroactivo, debe haber un cambio profundo en las leyes laborales y eliminar las prestaciones sociales para recuperar el salario, porque de lo contrario continuará violando, por ejemplo, el artículo 105 de la Lottt que estipula que el bono de alimentación no puede ser mayor al 30% del salario, por no tener carácter remunerativo.

Pero para el economista, José Guerra, la razón real de un incremento no salarial tiene un objetivo estratégico: "Están acumulando plata para el 2024". "Chevron está exportando en este momento 140.000 barriles de petróleo sin sanciones. La gasolina se cobra en dólares y otros impuestos y pagos al Estado están anclados al petro. 

Plata hay para un aumento razonable y no lo hacen, pero estoy seguro que para las elecciones sí va a sobrar plata", afirmó.

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