Ariana Moreno | La Prensa del Táchira.- Con una escena trágica y desgarradora se encontraron los vecinos de la aldea Arismendi, ubicada en Capacho Viejo, al entrar a la vivienda de una joven y hermosa campesina en 1969 (hace casi 54 años). Pese a que han transcurrido más de cinco décadas, este suceso es recordado como lamentable y doloroso por la manera como transcurrieron los hechos.
Aura Patiño residía en una humilde casa en esta localidad junto a sus dos hijos, de un año y cinco meses de edad. Trabajaba diariamente en labores del campo y la mayor parte del tiempo la ocupaba en cuidar a sus pequeños. En la aldea conoció al agricultor Miguel Sánchez Calderón de unos cuarenta años y pelo canoso, quien frecuentemente se paseaba por los alrededores de la casa de Aura, sólo para observarla.
En poco tiempo, el hombre se fue acercando a ella con la intención de pretenderla; sin embargo, Aura Patiño no estaba interesada en comenzar ninguna relación con él, debido a que le parecía desagradable su actitud seductora con todas las jovencitas del pueblo.
Tanto así, que un día le pidió que no la acechara más y lo trató de "Don Juan". Pasaron varios días, hasta que en mayo de 1969, Miguel Sánchez Calderón decidió presentarse alrededor de las ocho y media de la mañana en la vivienda de Aura Patiño, donde ingresó violentamente pese a la negativa de la mujer.
Aura asustada y sin medios para defenderse, corrió hasta un trapiche ubicado a unos 30 metros de la entrada de la vivienda, donde el furioso hombre se abalanzó sobre ella armado con una machetilla con la que de un solo tajo le arrancó la mano derecha. Derramando chorros de sangre, Aura volvió a correr en busca de un lugar donde refugiarse para no ser asesinada.
Llegó a una de las habitaciones de la casa, donde se encontraban sus pequeños hijos. Allí le propinó dos golpes más con la filosa arma que desafortunadamente cayeron sobre ambos brazos de la mujer y finalmente dos machetazos más en la cabeza que le causaron la muerte.
Todo esto, frente a dos indefensos niños que quedaron prácticamente bañados en sangre y fueron hallados horas después por un grupo de alarmados vecinos que acudieron al lugar.
Autoridades
A poco de haberse consumado el crimen, las autoridades de Capacho Viejo fueron notificadas por angustiados campesinos, quienes aseguraban haber hallado el cadáver de la campesina Aura Patiño tirado en el suelo y con un charco de sangre a su alrededor.
Inmediatamente, comisiones de la Policía estadal al mando del prefecto municipal, Marco Antonio Maldonado, partieron hacia el lugar de los acontecimientos donde realizaron inspección del lugar y alertaron a la extinta Policía Técnica Judicial para hacer el levantamiento del cadáver y llevarlo a la morgue del Hospital Central para la autopsia de ley.
Por su parte, los pequeños fueron puestos bajo la custodia del padre, quien vivía en la ciudad de San Cristóbal desde hace algún tiempo y el cual, al enterarse de lo sucedido fue en busca de ellos.
En los primeros meses, las diligencias practicadas por las autoridades policiales resultaron infructuosas para lograr la captura del sujeto de origen colombiano y exrecluso de la antigua Cárcel Modelo de Caracas, demolida el 09 de noviembre de 1983, durante el gobierno de Luis Herrera Campins.
Según las autoridades de esa época, Miguel Sánchez Calderón había estado preso por agresiones cometidas años atrás contra otro agricultor. Entre los motivos del hecho, presumen que el hombre al ver rechazadas sus ofertas amorosas se llenó de ira y armado con un filoso machete arremetió fieramente contra ella, infiriendo heridas en la cabeza, en los brazos y otras partes del cuerpo. La mano derecha le fue cercenada de un solo machetazo, según comprobaron las autoridades policiales que se hicieron presentes en el sitio.
Según declaraciones dadas a los medios locales, la mano cercenada de Aura Patiño fue hallada tirada en el piso del trapiche en cuyo sitio se realizó un nuevo rastreo de la zona en busca de pistas que pudieran dar con el paradero de este terrible criminal.
Los corregidores de las aldeas que conformaban este municipio, así como los mismos vecinos, fueron instruidos por la prefectura para que se sumaran a la persecución del asesino, de quien se decía podía estar oculto en algún lugar montañoso de la aldea Arismendi, donde ocurrió el hecho, o logró huir hacia territorio colombiano, escapando así del cerco policial que se le tenía tendido.
Con el fin de capturarlo, el Cuerpo Técnico de la Policía Judicial repartió cientos de copias de una fotografía del victimario entre los funcionarios que lo buscaban y ordenaron ubicar a todos los individuos de más de cuarenta años de edad, pelo entrecano, altura de uno sesenta y con el labio superior leporino. También informaron que el individuo se hacía llamar por varios nombres, entre estos Miguel Sánchez Cárdenas y Miguel Hernández.
Pese a los esfuerzos, en los meses posteriores no se pudo lograr la captura del asesino y hasta el día de hoy no se tiene conocimiento si el hombre fue detenido o no. Los datos de esta historia criminal se encuentran resguardados en la Hemeroteca Estadal "Pedro Pablo Paredes", ubicada en el edificio del antiguo Alberto Adriani.
Descarga nuestra app aquí o escanea el código QR