Pocas escuelas convencionales aceptan alumnos con síndrome de Down

Elizabeth Montoya | La Prensa Táchira.- Para la presidenta de la Fundación Angelitos Down Táchira, Delvi Angelina Sanguino, lamentablemente la inclusión de las personas con síndrome de Down sólo es "letra muerta" mientras no se cumpla lo establecido en el marco legal venezolano, encontrándose la mayor discriminación a nivel educativo.

"La educación debe ser de puertas abiertas, pero me sobran dedos de la mano para contar las escuelas que aceptan personas con discapacidad cognitiva. Lo primero que hacen es salir asustados a decir que no hay cupo. Si el país camina al ritmo de la educación, imagínate cómo vamos con la inclusión. Y si vamos a las escuelas especiales, en términos generales, no se les sigue el debido proceso para el desarrollo del pensamiento y la expresión espontánea porque no cuentan tampoco con un equipo multidisciplinario que los ayude y los chamos prácticamente terminan es coloreando y cuando vas a hacer la crítica, se molestan", aseveró. 

Sanguino señala que "las personas con síndrome de Down no son parte de la sociedad, sino que son sociedad", por lo que hay que tratarlos como a cualquier persona, sin menospreciarlos ni engrandecerlos, por lo que la interacción en la educación convencional —adaptada a sus competencias— brinda beneficios tanto al escolar Down como al resto de escolares en términos de aceptación. 

Sin embargo, sostiene que aunque a nivel de primaria esta opción es viable, una vez que salen de sexto grado es poco el desarrollo que pueden tener a nivel educativo, pues sólo se cuenta con un taller laboral en el área metropolitana, el Taller de Educación Laboral San Cristóbal, ubicado en La Castra. 

Desde la fundación mantienen clases fijas de pintura, danza y en abril tendrán clases de natación y coordinan con otras instituciones otro tipo de talleres, como de cocina básica. Además, prestan ayuda económica y de asistencia educativa, recreacional y médica a sus más de 250 afiliados, y muy especialmente apoyo psicológico para ellos y sus familias, por lo que Sanguino resalta el apoyo de médicos e instituciones de la región que les brindan consultas y exámenes gratuitos, a quienes agradece al igual que a dos padrinos que ofrecen ayuda económica y personas de buen corazón que les donan medicamentos y alimentos, así como a quienes adquieren el calendario que ofrecen a fines de cada año.

Familia excluyente

La coordinadora regional del Consejo Nacional Para las Personas Con Discapacidad (Conapdis - Táchira), Marilyn Vera, afirma que "los primeros excluyentes son los padres y representantes que, por su sobreprotección los limitan a que salgan a la calle y puedan agarrar una buseta o trabajar". 

Indicó que han venido trabajando con las familias una orientación denominada "Duelo y aceptación", además de trabajar con las mujeres no sólo el derecho a decir "no", cuidándose y protegiéndose, sino promoviendo su derecho a una vida de pareja y a ser madres, pues se había fomentado la esterilización entre las adolescentes mujeres Down, aupadas por sus familias. 

"Ellos se enamoran en su compartir diario, como cualquier persona. Tenemos un caso de una pareja Down en Rubio con hijos sin discapacidad, totalmente funcionales. Esta condición no puede limitar su derecho a un pleno desarrollo", subrayó. 

Y aunque son pocas las iniciativas, existen otras organizaciones como la Fundación para el Desarrollo de la Zooterapia (Fundazoo), ubicados en el Fórum de Asogata que les ofrecen terapias asistidas, en este caso asistidas con caballos para que los niños, adolescentes y adultos Down desarrollen plenamente sus capacidades motoras y psicoafectivas.

"No somos angelitos"

El ilustrador argentino Gusti (Gustavo Rosemffet), gracias a la gran sensibilidad que desarrolló junto a su hijo Mallko —con síndrome de Down—, ha retratado su experiencia personal a través del libro ilustrado "No somos angelitos", con el que trata de derribar estereotipos, como que siempre están alegres o son muy amables, conversadores o cariñosos. 

Gusti considera que etiquetas como que son "ángeles" se han convertido en un estereotipo y terminan siendo una forma de discriminación. "Es discriminación positiva si así se quiere, pero no deja de ser discriminación".

Señala que son como cualquier otro niño y "habrá gente que los va a aceptar, gente que los va a mirar raro y gente que no los va a aceptar", pero que eso pasa con personas de todas las condiciones.

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