Durante años el servicio de transporte público en el país y en la región ha generado un sinfín de acciones que van desde una lucha continua por mantenerse laborando y el elemento más álgido conocido: el incremento en tarifas de pasajes urbanos y extraurbanos.
Los ataques a la prestación de servicio son incontables al igual que las controversias que derivan de una crisis económica que está enquistada desde hace 4 lustros, sumado a los dos años de pandemia mundial que afectó todos los sectores productivos y, en términos locales, la depreciación del poder adquisitivo en una zona que ahora prevé recuperarse con la apertura total del eje fronterizo colombo-venezolano, clausurado por seis años y medio, ante la ruptura de las relaciones que dejaron en vilo el proyecto de unificación de naciones más representativo de América Latina.
Ante tantos desaciertos de un sector que motoriza las economías del grueso de la población y un Estado atento y supervisor minucioso de cada situación es inexcusable ser parte del todo, pues, aunque se quiera ver como un satélite, es el transporte público un sector determinante en la concreción de proyectos socio-políticos incipientes en cualquiera que sea la administración que coordine los factores de la sociedad.
No es momento de subyugar a trabajadores y trabajadores del transporte, no es el momento de satanizar su labor, no es momento de derruir sus economías radicalizando el pago de tributos basados en prósperos meses que vendrán sin estar estudiando de manera efectiva el presente, esta época donde la unificación y la planificación es esencial para el progreso.
La aseveración no es un señalamiento tajante de la realidad que nos abruma, es la praxis de un contexto social que ha visto a los profesionales del volante y sus organizaciones como amenaza y no como una parte indisoluble para la concreción de ese estado de satisfacción por el que todos estamos trabajando.
En el marco de aperturas económicas que se generan con la recuperación de las relaciones con Colombia, es el momento, de promover planes binacionales que redunden en una mejoría necesaria de la economía que vaya más allá de pagos, en algunas ocasiones excesivos, de seguros, de permisologías, de trámites que si bien forman parte de la organización regional y municipal deben revisarse y proponer métodos de pagos accesibles, la idea no es erradicarlos, la propuestas es cotejar los pagos con la actualidad y fomentar transformaciones donde las resoluciones no sean más que un ganar-ganar.
Estamos frente a una posibilidad idónea de reconsideración para dar respuesta a las necesidades de la comunidad regional en nuestro caso- y a el ámbito macro para que sean tomadas en cuenta en las distintas entidades que conforman el país. Es imperativo ser aliados y no separarnos por bandos (Estado-sector transporte) en una confrontación que solo tendrá como perdedor al ciudadano que ve como a diario el motor propulsor del desarrollo se diluye en luchas inocuas que no satisfacen a nadie.
El transporte público es hoy día una parte del todo de desarrollo y como tal hay que escucharlo, apoyarlo y confrontarlo, como no, de manera puntual en temas donde destaque el porvenir general, el desarrollo del país y las mejores economías que hoy día, ante tantos ataques, desmoralizan a las naciones que aún, en medio de la crisis, sale día a día a luchar por ellos, sus familias y su país.
Es entonces el transporte público partícipe de este nuevo renacer de la estructura social, cultural y política, devenida luego del caos mundial provocado por la pandemia, de allí, que el Estado y aquellos quienes rigen el destino de los pueblos deben escuchar con claridad e interés que el sector transporte está atento, ávido y con una disposición idónea que se concentra en sus organizaciones y sus ideas de progreso.
Este es el llamado ineludible de un sector de desarrollo que durante años ha sido bandera de luchas reivindicativas donde su voz se ha levantado por encima de injusticias y ha hecho prevalecer el bien común con una muestra de apego, trabajo y concordia que se expresa en la unificación de criterios e ideas propulsoras de avances entre el Estado- la comunidad y los sectores productivos.
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