La diáspora aportó además de la evidente salida de un sinnúmero de venezolanos al exterior, elementos que accionaron que el profesional del derecho recurriera, como parte de la necesidad de buscar la justicia, a la aplicación de ciencias forenses como la grafología, estudio que determina unos caracteres de personalidad pero que a la vez sirve, de manera determinante, para deslastrar la posible suplantación en las firmas de documentos donde se involucran bienes, poderes y permisologías
Esta aseveración no es innovadora, ya los estudios en el área de la grafología son tomados en tribunales para dictaminar decisiones por parte de los jueces que se apoyan en esos rasgos y disciernen de manera objetiva los fallos propios del ordenamiento jurídico de cualquier país, sin embargo, en el caso de Venezuela, el estudio es de importante valía para determinar la veracidad de un documento firmado, en infinidad de oportunidades, de manera fraudulenta.
Las puntuaciones tanto cerebrales en el ritmo cardíaco, marcan nuestro trazo en la escritura, es por ello, que ésta es considerada como una marca inigualable que pudiera accionar, con la misma contundencia de las huellas dactilares, pero esto no es más que la punta incipiente de una compleja realidad que se registra en torno al problema migratorio y que agrava la situación, puesto que la no existencia de la persona en territorio nacional y con solo la presentación de su cédula de identidad y la firma con iguales trazos, por parte de un ciudadano con similares características, pudiera gestar una accionar legal anómalo, de allí, lo necesario de la presencia de un grafólogo que identifique de manera científica la suplantación inequívoca.
Y en el caso del estado Táchira donde no tenemos un control migratorio idóneo para comprobar si la persona se encuentra efectivamente en el territorio nacional, la crisis se agudiza y, los elementos que convergen, en la posible irregularidad se derivan de casos tan pragmáticos como la venta de inmuebles, donde nunca se conoce a ciencia cierta si los trámites se realizan con el dueño del bien o su apoderado, es en estas situaciones donde no basta la presentación del documento de identidad, sino que se debe realizar la experticia de su firma a través de la supervisión de un grafólogo que establezca si, en efecto, la persona que dice ser determinado individuo, es la misma persona que aparece firmando la cédula de identidad.
En medio de la vorágine que se presenta con la tecnología y la aplicación de las firmas digitales, es la experticia grafológica la que se erige como una herramienta necesaria para deslastrar cualquier situación irregular, basta con la revisión detallada para revocar o agilizar procesos como parte necesaria e importante para exaltar la justicia por encima de acciones que quieran lesionar los estamentos jurídicos que consolidan el desarrollo de la nación en el marco de una sociedad blindada con nuevas formas para dictaminar sus fallos.
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