Ariana Moreno | La Prensa Táchira.- Semienterrado, sin vísceras y en un ambiente putrefacto fue hallado el cadáver de un hombre en el sector Palo Gordo, en el municipio Cárdenas el 9 de julio de 1990. Quienes lo encontraron percibieron de inmediato que era de vieja data porque sus rasgos eran irreconocibles y estaba prácticamente descompuesto. El lugar: un basurero donde el fétido olor de los desperdicios hicieron pasar por alto el hedor de la carne podrida que desprendió el cadáver por al menos mes y medio.
Las autoridades debieron someterlo a un intenso estudio forense para reactivar sus tejidos e identificarlo plenamente. Una vez llegaron los resultados, pudieron establecer que el cuerpo pertenecía a Domingo Jaimes Berbesí, un trabajador de la construcción de origen colombiano que había estado secuestrado desde el 16 de junio de ese mismo año.
En un principio, las investigaciones sobre el rapto del obrero indicaban que el secuestro fue planeado y ejecutado por un grupo armado colombiano, quienes semanas antes lo habían extorsionado pidiéndole 80 millones de pesos, de los cuales el hombre sólo pudo entregar 40. Según relatan medios de la época, el constructor presionado, presuntamente, por la guerrilla para que terminara de cancelar la deuda, decide establecerse en la ciudad de San Cristóbal, donde logra vivir tranquilamente durante veinte días antes de ser llevado por la fuerza.
Para ese momento, su hija Catherine, de cinco años, contó que la noche del secuestro de su padre cuatro sujetos penetraron en la residencia ubicada en Las Lomas, lo golpearon con un objeto contundente en la costilla derecha para someterlo y obligarlo a ingerir una sustancia desconocida. Días después, la hermana de la víctima llamada Tana Jaimes Berbesí, actuó como mediadora entre los plagiarios y la esposa del constructor e in?cluso mantuvieron comunicaciones desde que fue secuestrado.
Según Tana, los delincuentes se presentaron como miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia(FARC) y nunca más volvieron a comunicarse.
Desde que se produjo la extorsión y luego el secuestro, ella aseguraba que detrás de todo esto había un fuerte deseo de venganza y de apoderarse de la fortuna de su hermano que, según dice, logró hacerla poco a poco, construyendo viviendas en unos terrenos que le regaló su padre.
Una vez hallado el cadáver fue llamada a declarar ante las autoridades la esposa del fallecido, identificada como Marta Margarita Contreras de Jaimes, quien tras largas horas de interrogatorio confesó conocer la identidad de los cuatro hombres que asesinaron a Berbesí.
Indicó que los verdaderos homicidas de su es?poso fueron cuatro hombres de origen colombiano conocidos como Julio Alcina Pacheco, de 29 años, quien fungía como jefe del grupo, así como José Roger Flores, de 22; Edilberto Rivera, de 26 años y José Vicente Cova Ramos, de 23. Asimismo, señaló al presunto guerrillero de nombre Óscar, como autor intelectual, sin revelar su apellido y alcanzó a describir sus características físicas para que las autoridades pudieran crear un retrato hablado. Informaron las autoridades policiales que a estos hombres se les pagó una fuerte suma de dinero para cometer el secuestro y asesinato de este hombre, pero que no sabían con claridad quién o quiénes pudieron dar la orden.
Más tarde, durante una rueda de prensa las autoridades revelaron que el guerrillero cortejaba a la esposa de Berbesí y junto a ella contrató a los sicarios para que asesinaran al constructor el pasado 16 de junio. El motivo del crimen, según expresaron se debió a un motivo pasional, ya que la pareja estaba separada desde tres meses atrás por problemas maritales.
Maltrato
Esta presunción fue sacada de la declaración de varios familiares de la mujer, quienes aseguraban que la violencia siempre marcó la vida matrimonial de Domingo Jaimes Berbesí y Marta de Jaimes durante los últimos años de su vida en pareja. Esas confesiones fueron dadas, con el fin de que las autoridades pudieran entender el drama de una mujer que durante 15 años soportó calladamente su infelicidad. Según los testigos, el hombre solía desaparecer de su hogar durante tres y cuatro días seguidos y cuando llegaba, maltrataba a su mujer, dejándole graves heridas en el cuerpo y todo esto en presencia de sus hijos.
También manifestaban que tenía fama de hombre infiel y se metía en diversos líos que afectaban cada día más su relación de pareja. Consuelo Contreras, hermana de la acusada, señaló a Jaimes Berbesí como un hombre temperamental, violento y que siempre amargó la vida de la que fue su esposa.
Dice que la violencia del hombre se acrecentó con una actitud de celos irracionales que fueron acorralando a Marta de Jaimes hasta convertirla en prisionera de su propio esposo. "Figúrese que llegó hasta prohibirle cualquier contacto con los familiares. Persistentemente la perseguía, buscaba cualquier pretexto para acusarla de cualquier cosa", asegura. Esta versión es corroborada por las hijas mayores del matrimonio, Marta e Ingrid Jaimes, quienes presenciaron varios de los enfrentamientos familiares. La madre de la indiciada en el caso, recuerda cómo el hombre asesinado disparó varias veces contra su esposa haciendo destrozos en su casa de Cúcuta. "Esto nunca pasó a ser conocido por más nadie", dijo durante una entrevista con la prensa de ese entonces.
Tras todas estas aseveraciones, el cuerpo policial sospechó que cansada de esta situación y víctima de los celos, Marta planificó el crimen junto al guerrillero Óscar.
Aunque las autoridades de la Policía Técnica Judicial en la región emitieron una sentencia oficial que involucraba a la esposa del constructor como principal indiciada en el crimen, algunos detalles del caso no estaban del todo claros y la culpabilidad de la mujer fue puesta en duda, ya que Marta de Jaimes negó rotundamente haber participado en el asesinato de su esposo. Pese a que ella fue la que dio los nombres de los presuntos asesinos, no se pudo determinar de dónde sacó esa información y si estaba hablando con la verdad.
Para las autoridades, el hecho de que ella no se haya impresionado cuando la Policía le dijo que su esposo estaba muerto, no fue un indicio suficiente para culpabilizarla del hecho y como aseguró el propio comisario jefe de la Policía Técnica Judicial para aquella época, Víctor Rodríguez Ceballos," probar la autoría intelectual de un crimen es una tarea difícil".
Mientras se realizaban las investigaciones, trascendió que en el Departamento de Administración de Seguridad de Colombia, con sede en Cúcuta, habían sido detenidos tres de los presuntos implicados en el hecho. Pese a esto, no se supo si los hombres fueron declarados culpables o no, debido a que existía un lamentable hermetismo en torno a este caso; inclusive los periodistas escribieron que el acontecimiento comenzó a tomar un rumbo extraño. Manifiestan que existían muchas incongruencias entre los funcionarios policiales y los acusados, entre los que destacan que en un principio habían dicho que la esposa de Berbesí había sido quien los condujo al basurero donde se encontraba el hombre y luego lo desmintieron asegurando que quien los llevó fue un confidente de la Policía.
Asimismo, afirman que cuatro de los sospechosos fueron detenidos en Cúcuta y que serían puestos a la orden de la Policía Técnica Judicial en San Cristóbal, pero que luego de varios días no tuvieron más noticias de qué había pasado con ellos. En cuanto a "Óscar" no fue identificado ni localizado, por lo que en los meses que transcurrieron todavía quedaban culpabilidades por probarse y asesinos por ser detenidos y hasta la fecha no se sabe qué pasó con el caso.
Las muestras tomadas en la escena del crimen tampoco permitieron dar con el verdadero asesino, pero sí sirvieron para dar con las causas de la muerte del adinerado constructor.
Muere envenenado Según el comisario de la PTJ, Víctor Rodríguez, la sustancia que le dieron a Berbesí en el momento de su secuestro fue cianuro, un potente veneno que le produjo un paro respiratorio pocas horas después de ser ingerido.
Según el funcionario, una vez que los asesinos se dieron cuenta que el hombre estaba muerto, fue maniatado de pies y manos e introducido en una bolsa de polietileno amarilla cubierta con una tienda de campaña.
Sin embargo, el cadáver presentaba una lesión en el tercio medio del tercer arco costal y en la séptima vértebra cervical, lo que hizo pensar que el hombre también fue golpeado hasta la muerte.
En opinión del forense de la Policía Técnica Judicial (PTJ), Iván Mora, la herida pudo ser ocasionada cuando el cuerpo sin vida fue maniatado con un cable telefónico que los asesinos usaron para sujetarlo.
El cadáver de Jaimes
Berbesi fue trasladado en el portamaletas de su propio vehículo, un Ford Sierra verde que posteriormente la Policía colombiana encontró abandonado y chocado en Cúcuta. Los asesinos arrojaron el cadáver del constructor en un basurero de Palo Gordo, en el sector de Gallardín, donde fue hallado casi un mes y medio después en un alto estado de descomposición.
Los datos de este crimen ocurrido hace 32 años se encuentran resguardados en los archi?
vos públicos de la Hemeroteca Estadal "Pedro Pablo Paredes", ubicado en la sede del antiguo Alberto Adriani en San Cristóbal, estado Táchira.
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